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Este capítulo no está corregido, si ven algún fallo me dicen jejeje <3




MATAR A AUDREY DOWNEY


El «te veré mañana» de Raziel realmente me había erizado hasta la punta del pelo. Al cerrar mis ojos veía la credencial de Raziel, su sonrisa confianzuda, veía el movimiento de sus labios al pronunciar palabras. El impacto fue el de una bomba, pero si había algo peor que el efecto colateral de la explosión, esa era la espera y el no saber nada más de él.

El lunes por la mañana desperté con deseos de seguir durmiendo. Cuando sonó el despertador de Lucy, me revolqué en la cama para cubrirme con el edredón para no seguir escuchando más.

—¿No vas a levantarte?

Preguntó Lucy cuando me hice un mohín. Mi voz rasposa por el cansancio emitió un profundo «no», tan seco y amargado como el de un anciano.

Por razones como esa había colocado dos alarmas en caso de que se me pasara la primera, así que seguí durmiendo. Desperté media hora más tarde, con el mismo deseo de dormir aunque ya de mejor humor. Salí a los baños para tomar una ducha, pero descarté la idea al ver la enorme fila. Abajo, en el primer piso, Lucy era de las primeras en estar arreglada, radiante para la primera clase del día. Yo me acerqué a ella en estado zombi. En el comedor divisé a Vivian y tuve unas enormes ganas de contarle sobre Raziel; luego me lo pensé mejor, llegando a la conclusión que, si él había querido anunciarse en la academia a través de notas, seguro no deseaba que alguien más supiera su identidad.

Además, no olvidaba que Raziel había hablado de cómplices, Vivian podía ser una de ellas.

Empezaba a dudar incluso de mi sombra.


🔥


En la academia, buscar a Raziel fue como jugar a las escondidas. Sabía que andaba por algún sitio, escondido, pasando desapercibido como lo había hecho todo este tiempo; y él sabía que yo lo estaba buscando, así que se aprovechaba de mi desconocimiento para jugar. O así lo percibí, pues creí que dejaría una nota en mi casillero, pero al abrirlo no encontré más que mis pertenencias.

Decepcionada, cerré la puerta y solté un resoplido. Me sentía sumamente densa, aunque no tanto como el ambiente que se pronunció frente a la llegada de Dhaxton. Encontrarlo en el pasillo para todos era una especie de escándalo a baja voz, porque pese a que muchos deseaban hablar de él —y con él—, ninguno se atrevía lo suficiente. Mirarlo también figuraba un reto que pocos osaban a hacer de frente, la mayoría prefería deleitarse con los atuendos únicos de Dhaxton una vez les daba la espalda. Yo no podía ser la excepción, su hipnótico caminar dejaba una estela que, de seguirla, lo volvía irresistible.

El Mesías del arte.

Ya quería ver cómo lo tratarían de ganar el concurso.

Si es que llegaba a hacerlo.

Y pensar que para estudiar arte en tan prestigiosa academia necesitaba vender su arte. Ahora comprendía, al menos en una parte, su afán de perfeccionar los trazos, demostrar ser el mejor. Detrás de su apariencia altiva y dominante, estaba su temor a fallar. O, tal vez, no era a fallar, sino a fallarle a su padre.

LA OPCIÓN CORRECTA EAM#1 | A la ventaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora