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—¡Olivia, despierta!—gritó alguien en mi oído.

Abrí los ojos con pesadez para encontrar a Joaquín justo frente a mi cara.

—¿Qué quieres, enano?

—Un chico está abajo esperándote para enseñarte el pueblo.

—¿Qué?—pregunté con molestia—. No quiero. Dile que se vaya.

—Pero Oli...

—Déjame dormir, anda.

¿Encima me despertaban para visitar el pueblo? Lo que me faltaba. Quería pasarme las vacaciones durmiendo, gracias. No necesitaba hablar con nadie allí.

Mi madre entró en escena.

—Mira, Olivia —parecía enfadada—. Vas a bajar, te vas a arreglar, y vas a salir sin decir ni una sola palabra. ¿Entendido? Deja de comportarte como una cría de cinco años y empieza a madurar.

Me quedé callada, mirándola seria, sin saber qué responder. Sabía que en el fondo ella tenía razón, pero estaba muy resentida.

Pero el chico que me esperaba abajo no tenía la culpa de mis problemas, y hacía el esfuerzo por enseñarme su pueblo.

—Vale —fue mi respuesta, de manera seca.

Mi hermano y mi madre bajaron. Escuché decirle al chico que se sentase mientras me esperaba.

Me puse una camiseta de tirantes granate apretada y unos shorts negros con mis deportivas blancas. Cepillé mi pelo liso y lo dejé suelto, y bajé.

Ni siquiera me daba tiempo a desayunar.

En cuanto bajé, el chico que me esperaba se levantó. Entrecerré los ojos al notar que su rostro se me hacía conocido. Entonces caí que era uno de los chicos que vi en un bote el día anterior. Era el chico de la gorra y de piel de color. Llevaba una camisa de manga corta abierta con el pecho descubierto.

—Hola, soy Pope —me entregó su mano.

—Olivia —le estreché la mano.

Le sonreí con la boca cerrada y mi madre nos miró orgullosa.

—Bueno chicos, pasadlo bien. Olivia, vuelve antes de comer.

Asentí y salí de mi casa junto con Pope.

—Entonces... ¿sois españoles?—me preguntó en cuanto salimos de casa.

—Ajá —contesté mirando al suelo.

—¿Os quedáis todo el verano?

—Nos hemos mudado hasta un tiempo indefinido —me encogí de hombros—. Eso es lo que dicen mis padres, pero sé que es para siempre.

—Oh —me miró con el ceño fruncido—. Debe haber sido duro para ti.

—La verdad es que sí—sonreí un poco al ver que el chico entendía cómo me sentía—. Me he separado de todos mis amigos.

—Si a mi me separaran de los míos no sé qué haría.

Sus palabras parecían sinceras.

—¿Tus amigos son los que estaban contigo ayer en el bote?

Mientras andábamos, gente morena y con pelo largo andaba por la calle en sandalias y con redes. Era un pueblo muy marinero.

—Sí, Kiara es... cómo decirlo... mi pareja por así decirlo.

—Ah, pues es muy guapa.

Pope sonrió.

—Sí, llevamos solo unos días, pero siempre me había gustado. —le sonreí—. Luego está JJ. Un poco gracioso de más, pero se le coge cariño. Y Sarah y John B. Desparecieron hace unos días.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSWhere stories live. Discover now