14

15.1K 760 256
                                    



Para cuando llegué a mi casa, todavía no me había secado por el agua del lago. Pero eran ya las siete menos cuarto, y mi padre ya no estaba en casa. Iba a llegar tarde y no me daría tiempo a espiarlo.

Corrí a mi habitación con Pedro detrás de mi preguntándome cosas sobre JJ. Parecía enfadado de verme con un chico, según él Daniel y yo estábamos destinados a casarnos.

—¡Pedro, cállate!

Cerré la puerta de mi habitación con cerrojo en sus narices y me dirigí a mi armario. Cogí unos shorts y una sudadera con capucha y me quité el vestido para cambiarme. Ni siquiera me cepillé el pelo y bajé las escaleras apresuradamente otra vez con Pedro pisándome los talones.

—Pero vamos a volver un día y... —decía él, hablando solo.

Me di la vuelta y lo miré impacientada, estaba demasiado nerviosa como para escuchar su charla.

—Pedro, ya hablaré contigo de esto, ¿de acuerdo? Porque hay bastantes cosas por hablar.

—¿Qué pasa?—preguntó entornando los ojos—. ¿Qué te vas a escondidas con él ahora?

—No es nada de eso —respondí con confusión.—No me voy con JJ, ahora déjame en paz.

Pedro se quedó confuso en la puerta de casa mientras yo agarraba mi bicicleta y salía lo más rápido que podía camino al faro.

En medio de la carretera, pude ver de lejos un coche conocido para mi de color negro. Era un Volvo XC60. El coche de mi padre.

Decidí que tenía que ir más despacio pero sin perderle de vista para que no me reconociese en el espejo retrovisor, aunque estábamos a bastante distancia y dudé mucho que si quiera me mirara.

Por si acaso me coloqué la capucha en la cabeza y seguí pedaleando tras su pista. ¿A qué venía tanto misterio? ¿Por qué tenían que quedar en el faro? ¿Qué tramaban tan importante como para ir tan lejos?

Cuando estábamos llegando al faro, mi padre aparcó al lado de una valla. Yo, dejé la bicicleta a unos cuantos metros, detrás de unos arbustos. Mi padre se giró un segundo para mirar alrededor y yo me tiré al suelo rápidamente. Cuando pasaron unos segundos, me atreví a alzar un poco la cabeza y comprobé si seguía mirando.

Ahora estaba dirigiéndose a la parte de atrás del faro.

Anduve con cuidado hacia allí. Me apoyé en una pared y me acerqué lo máximo posible hasta escuchar la voz de mi padre.

—¿Dónde lo tienes?—preguntaba.

—Toma.

Miré un poco mejor sin que me viesen y vi como un hombre la pasaba un pergamino viejo a mi padre. El hombre tenía el pelo oscuro, barba de unas semanas y los ojos pequeños. A lo lejos no sabía si confirmar si eran azules o no. Llevaba una sudadera como yo, con la capucha puesta, pero un poco caída hacia atrás.

Mi padre abrió el pergamino, con la mirada atenta del hombre, y lo miró durante unos segundos. Desde donde yo estaba me pareció ver un dibujo como si se tratase de un mapa. ¿Sería el mapa que estábamos buscando?

—¿Dónde está el oro?—preguntó ahora.

El hombre se acercó un poco más, pero lo pude escuchar aunque hablase bajo.

—Antes de que se montase este lío conseguí que lo llevaran en avión a Las Bahamas. —explicó el hombre con un tono serio. Abrí la boca muy sorprendida. ¿Estaban hablando del oro que yo pensaba?

Pues claro. ¿Cuánto oro que provenía de esa isla se podía encontrar? ¡Claro que hablaban del oro del que me habían hablado los Pogues!

—Podrías habérmelo dicho —contestó mi padre. —Mandé a dos de mis hombres a buscarlo a la casa de ese John B.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSحيث تعيش القصص. اكتشف الآن