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Cuando desperté, la cabeza me daba vueltas. Me dolía igual que si alguien estuviese machacándome la frente con un clavo.

Puse la palma de mi mano derecha en mi cabeza, con expresión de dolor, y me quedé ahí tumbada mientras un rayo de sol se colaba por un hueco de mi persiana. No sabía ni qué hora era, solo sabía que me encontraba demasiado mal como para soportarlo.

Recordé la noche anterior. Sorprendentemente recordaba lo que había ocurrido.

Me puse fatal, me llené el cuerpo de lo peor que podías hacer, Rudy se peleó con Topper -quién ahora estaba enfadado conmigo por juntarme con los Pogues-, me tiré al mar en ropa interior delante de todos, etcétera. Vamos, que no se me podía llevar a ningún lado.

¿Qué imagen debía haberles dejado a Kiara y a los demás sobre mi?

Cogí mi teléfono y miré la hora.

Las tres de la tarde. Mi familia debía haber comido ya. Si no me habían despertado, eso significaba que sabían cómo estaba. No recordaba haber llegado a mi casa, por lo que rápidamente me incorporé y miré a mi alrededor.

No era mi habitación.

Me puse muy nerviosa, y froté bien mis ojos para fijarme en el lugar en el que estaba. Me puse muy nerviosa al no reconocer ese sitio. Estaba en una cama en una habitación. Pero me era totalmente desconocida. Iba vestida con el vestido de la noche anterior. Pero ahora estaba un poco sucio, no era tan blanco como antes.

Salí de la cama y abrí la puerta con cuidado para que nadie me oyese.

Fuera, vi un salón. Estaba todo descolocado, y estaba conectado con una cocina igual de poco limpia. Habían cuadros y fotos de familia en la pared de madera. No pude evitar mirarlas de cerca. Habían adultos, que pescaban y reían, y un bebé también. Estaba claro que esa casa era de una familia. ¿Pero qué familia sería tan desordenada? Eso era un caos total. ¿Y qué hacía yo allí?

Mi pie pisó un plástico, que hizo ruido, y una puerta se abrió. Me sorprendí al ver a Pope salir de ella.

—Vaya, ya has despertado.

Entonces un bulto tapado con una manta se movió y una cabeza se asomó de ahí, sorprendiéndome. Se trataba de JJ. Nos miró confuso y después volvió a meter la cabeza.

—¿Dónde estoy?—pregunté.

Kiara salió de la habitación de la que había salido Pope y me sonrió con cara adormilada.

—Pero si es la señorita vómitos.

Se escuchó la risa de JJ desde su escondite.

—Bienvenida a la casa de John. B —me dijo Kiara acercándose—. Llevamos planeando su búsqueda desde aquí desde que desapareció.

—¿Y su familia?

—Su padre era el único que lo cuidaba, su madre lo abandonó hace años —me explicó Pope apoyándose en la pared. Miré a un lado, sintiéndome mal por ese chico—. Ahora nosotros custodiamos su casa en su ausencia.

—Vaya... ¿y por qué me trajisteis aquí?

—¿Pero tú viste cómo ibas anoche?—preguntó Kiara con sorna—. Estabas echando hasta el hígado. Vomitaste unas cuatro veces.

—¿En serio? Solo me acuerdo de vomitar una.

—Vomitaste cuatro. Después tuvimos que parar dos veces en la carretera para no manchar la caravana, y al llegar aquí, otra vez. No podíamos dejar que tus padres te viesen así.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSWhere stories live. Discover now