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Todavía era de día cuando conseguimos llegar a la orilla de la isla. El reloj de Pope marcaba las seis de la tarde.

Antes de bajar nos miramos entre todos. Habíamos llegado. Estábamos en la isla. Estaba desierta, por lo que era obvio que era allí donde encontraron a Big John fallecido.

Todos bajaron y yo preparé las cosas para sacarlas también. No era seguro dejarlo en el bote. JJ me miró mientras trataba de bajar y rió. Estaba cargada hasta los topes de bolsas y mochilas.

—¿Qué miras?—pregunté tratando de bajar.

JJ negó con la cabeza sonriendo y me ofreció la mano. La iba a coger cuando la apartó con el ceño fruncido.

—Solo quería que me dieses una bolsa para que no fueras tan cargada.

Puse los ojos en blanco y le iba a dar la bolsa cuando sonrió.

—Era broma —me la tendió de nuevo y esta vez la agarré mirándolo a los ojos con la mirada entrecerrada y apretó fuerte mi mano mientras bajaba. Después, cogió una de las mochilas que llevaba cargadas—. Eres una japonesa muy malhumorada. Se supone que deberías decir palabras japonesas raras mientras sonríes como una tonta.

—Eres muy pesado.

—¿Ves? Es tan fácil molestarte.

No podía evitar esbozar una pequeña sonrisa, porque era verdad, siempre sabía cómo molestarme y yo le daba el gusto de hacerle saber que lo conseguía.

—Cuando encuentre la manera de hacerte enfadar, créeme que la utilizaré, y mucho.

—¡Chicos!—Gritó Kiara, señalando algo—. Aquí hay como una especie de cabaña, pero está destrozada.

Corrimos hasta el punto que había señalado y vimos cómo unos cuantos palos y hojas estaban tirados y puestos en una extraña posición con mucha arena encima.

—Hay que buscarlos por la isla. O no han estado aquí nunca, o están lejos de este punto —comunicó Pope.

—Dejaremos las bolsas y lo demás aquí, debajo de este árbol —Kie señaló un árbol que teníamos cerca y que tapaba bien—. Mientras nos adentraremos y los buscaremos, ¿de acuerdo?

Todos asentimos y dejamos las mochilas y bolsas donde Kiara nos había dicho. Después, comenzamos a andar por el bosque.

Estuvimos gritando el nombre de John B y Sarah durante una media hora mientras andábamos. Pero no había respuesta. No parecían haber ni animales, ni personas. Y mucho menos los fugitivos.

—Ya me estoy cansando y solo llevamos treinta minutos —dije apoyando mis manos en las rodillas mientras respiraba fuerte.

Los tres me miraron divertidos.

—Se nota que nunca has hecho surf, eso sí que es manejar el cuerpo —contestó JJ.

—Venga, campeona —Pope me hizo enderezarme—. Demuestra de lo que estás hecha y sigue andando.

Suspiré y seguí el camino tratando de olvidar lo que me dolían los pies. Ellos estuvieron todo el camino riéndose de mi, llamándome "princesita" o "algodón de azúcar".

Era una isla preciosa, a decir la verdad. Se podían escuchar pájaros, que eran el único animal del que habíamos tenido presencia, y las hojas de las palmeras y los árboles estaban completamente verdes. Era naturaleza pura.

—¡John B! ¡Sarah!—gritó Pope de nuevo, colocando sus manos en forma de "o" alrededor de su boca.

Seguía sin haber respuesta, y tampoco oíamos nada que no fuéramos nosotros.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSWhere stories live. Discover now