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Barry nos obligó a bajar del coche, en cuanto llegamos al lugar donde nos quería llevar. El viaje duró más de lo que me esperaba. Sabía que habíamos salido de Outer Banks, pero no estábamos a mucha distancia. Quizá solo a diez minutos. Sin embargo, no tenía ni idea de donde era exactamente.

Habíamos llegado a una casa vieja, y no parecía muy cuidada.

JJ y yo anduvimos atados igual que presos y nos metimos en la casa. El interior estaba totalmente desorganizado. Había un salón, maloliente y con comida en la mesa. Habían latas y cajas de pizza tiradas por ahí, además de un televisor que tendría por lo menos veinte años y un sofá con un estampado antiguo. El hecho tenía humedades.

Barry nos apuntaba con la escopeta.

—Hijo de puta —dijo JJ entre dientes.

Barry le posó la escopeta en la sien y yo ahogué un grito.

—¿Qué has dicho?

—Que eres un hijo de puta—le repitió, desafiante.

—¿Qué vas a hacer?—pregunté yo, intentando sonar calmada—. ¿Nos vas a matar? Estamos aquí por alguna razón, y es porque quieres o dinero o información, así que si le pegas un tiro en la cabeza, además de no conseguir lo que necesitas, serás también un asesino. Y tarde o temprano te encontrarán.

Barry me miró con los ojos entrecerrados. Era bruto e impulsivo, pero no era inteligente.

—¡Entrad! —gritó apuntando el arma hacia una puerta abierta.

JJ entró primero y después yo, con Barry a mi espalda, aún apuntando como un loco. Bajamos unas escaleras que daban al sótano. Había dos sillas en medio del caos que era ese lugar.

—Teníais todo preparado, eh —Se burló JJ. —Ya tenéis que estar aburridos.

—¡Cállate!

Nos obligó a sentarnos en las sillas, y se sentó en una enfrente de nosotros.

—Vais a estar aquí hasta que habléis.

—¿De qué hablas?—pregunté.

—John B, ¿dónde está?

Cuando nos dijo que habláramos juraría que se habría referido al oro o al dinero que le robó JJ. ¿Por qué iba a querer él saber dónde estaba John B?

—No sabemos nada de él—mentí.

Barry soltó una carcajada.

—Lo que tienes de guapa lo tienes de mala mentirosa.

Miré a JJ con el ceño fruncido, él apretaba los nudillos con fuerza.

—Voy a daros otra oportunidad —dijo, intentando calmarse—. Decidme lo que sepáis.

—En cuanto mi padre se entere de que no estoy en casa —comencé a decir—, me buscará, y créeme que hará lo posible por encontrarme. Entonces te meterán en la cárcel por secuestro. Además de descubrir toda la mierda que vendes.

Barry me miraba sonriendo, no le cambió la expresión ni un segundo.

—Puedes echarme todos los sermones que quieras. Pero te conviene saber que la persona responsable de que tú —me señaló— estés aquí, es el mismo hombre del que me estás hablando.

El mundo se me cayó encima.

—¿Qué?

—Así es, princesita. —Barry cada vez parecía más emocionado—Tu padre sabía que escaparías de casa, ¿por qué te crees que dejó la ventana abierta? También sabía a dónde te dirigías, lleva vigilándote mucho tiempo.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora