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—¡Ya llego!—grité bajando las escaleras.

Habían llamado a la puerta, Kiara me esperaba en la entrada de mi casa. Ya había hablado con mis padres la noche anterior. Se suponía que me iba a casa de Kiara a dormir una noche. Si tardábamos más de eso en volver, el plan sería un desastre.

Llevaba una mochila en la espalda, además de haberme vestido con shorts y un crop top de tirantes ajustado blanco. Ir en falda o vestido en barco a una isla desierta no era la mejor opción de todas, y si iba a hacer calor, mejor pasar el menos posible. De todas formas guardé un chubasquero en caso de que lloviese.

—Ten cuidado —me dijo mi padre dándome un beso en la mejilla mientras me abrazaba.

Me dirigí a mi padre a darle otro abrazo y un beso en la frente.

—Mucho cuidado.

—¡Ay! —me quejé poniendo los ojos en blanco—. Solo duermo fuera una noche, no exageréis.

Qué buena actriz era, debía dedicarme a eso, porque mis padres se lo habían tragado hasta las trancas. Me despedí de ellos con la mano abriendo la puerta y les lancé un beso.

—¡Os quiero!

Y cerré la puerta lo más rápido que pude. Kiara me esperaba con los brazos cruzados. La caravana estaba aparcada justo enfrente de mi puerta.

Entramos y vi que Pope estaba en el asiento conductor, y Kiara se sentó a su lado. Yo me quedé en la parte de atrás junto con JJ.

Abrí mi mochila y saqué el pergamino de ella. Se lo enseñé a JJ con cara pícara. Él frunció el ceño y lo cogió para desplegarlo y analizarlo.

—¿Qué?—estaba impresionado—. ¿Cómo has conseguido el mapa?

—Estaba por ahí en el despacho de mi padre —me encogí de hombros. Técnicamente, era verdad. Otra cosa era cómo me había enterado de que estaba allí.

—¡Hala!—exclamó Kiara—. Qué fuerte. Eres la mejor.

Sonreí mientras chocaba los cinco conmigo. JJ revolvió mi pelo y le saqué el dedo de en medio.

—Cuando quieres utilizas ese pequeño cerebro tuyo, eh.

—Al menos tengo —le saqué la lengua y él rió.

En cuanto llegamos al puerto, aparcamos la caravana, y subimos todo lo necesario en nuestro bote. No era de los mejores, pero era lo suficientemente grande para los cuatro, y resistente.

Colocamos todo nuestro "equipaje" y JJ se puso al frente para poder manejar el bote/barco. No sabía bien qué era, si era sincera.

—Como tardemos más de un día, nuestros padres al final de van a mosquear —Comentó Pope.

—Sí —JJ rió—. Mi padre seguro que llora en cuanto vea que no aparezco.

Ahí ninguno rió. JJ se lo tomaba así, pero según me había contado Kiara, antes de que John B y Sarah desapareciesen, JJ tuvo un bajón emocional. Pope hundió el barco de Topper en venganza por las palizas que recibían, y JJ dijo que había sido él para salvar a su amigo. Su padre le dio una paliza, después JJ le robó dinero a un camello y cuando su padre casi se lo roba para gastarlo en lo que quisiera, JJ esta vez le pegó también a él y se gastó todo el dinero en un jacuzzi y decorativos estúpidos para el jardín. Después, cuando Pope y Kiara lo vieron, borracho, lleno de heridas en el torso, se puso a llorar y confesó que no soportaba más la situación con su padre. Así que, no, no nos hizo gracia su comentario.

Su padre era un hijo de puta.

Pope cogió el mapa y lo miró, analizándolo. Yo no podría saber qué pone en un mapa, si me diesen uno para manejarme alrededor de estas islas, acabaría en el fondo del mar. Y seguro que mi mala suerte encontraría una forma de no flotar en el agua, ni encontrarían mi cuerpo.

Kiara sacó de su mochila una bolsa de patatas para comer algo, y las agradecí. Tenía un hambre que me moría, además de sed.

Era una misión arriesgada. Había posibilidades de no encontrar esa isla nunca, de que se nos gastara el agua y la comida y de que muriésemos en el mar o en esa misma isla.

Estábamos un poco locos.

Pero sabíamos de sobra que en ese pueblo no se podía confiar en la policía. Era posible que hubiesen encontrado los cadáveres de John B y Sarah en esa isla y no lo dijesen. El hecho de que Ward se refiriese a ellos en presente no tenía que ser porque supiera que estaban vivos. Sarah, en el fondo, era su hija, y era posible que el no quisiese aceptar la opción más dura.

—Mira a Pope —le susurré a Kiara, riendo por lo bajo.

Pope estaba analizando el mapa con cara de circunstancias, sabía que lo mirábamos y quería hacerse el guay o algo por el estilo. Tenía su camisa desabrochada y su gorra puesta hacia atrás. JJ, por su parte, iba con una camiseta sin mangas con algo de surf en el centro, su gorra roja también hacía atrás, y se hacía el capitán que todo lo sabía.

—Se creen algo —decía Kiara sonriendo—, en el fondo son unos pringados.

—Son tan tontos que se fuman las galletas porque en ellas pone María.

Me empecé a reír yo sola y me miró con el ceño fruncido.

—¡Oh! Es verdad, las galletas María son españolas. —me reí por lo tonta que era yo—. Son unas galletas normales, redondas, y se llaman María. Lo pone grande en el centro de ellas.

Kiara comenzó a reír como una loca. Los chicos nos miraron raro.

—Tengo en mi casa —le expliqué en voz baja—. Un día se las enseñamos y les decimos que son para fumar.

—Yo creo que se lo van a tragar —las dos nos miramos intentando evitar las risas, los chicos susurraban entre ellos, confusos sin entender de qué nos reíamos.—Vamos a ir al infierno por nuestra amistad.

—La primera en llegar gana.


Cuando llevábamos ya dos horas en el mar, yo comencé a aburrirme demasiado. Kiara se levantó para sustituir a JJ para estar al mando de la navegación. Yo estaba sentada, con la cara puesta al sol, aunque ya estaba morena por la playa en España, pero era muy ambiciosa para tener color. No todas podíamos tener el tono de piel de Kie.

Escuché a alguien sentarse a mi lado y lo miré, era JJ. Pope se había arrimado a Kie mientras hablaba con ella cariñosamente. La verdad era que eran adorables y daban hasta envidia.

—¿Qué hace una japo tomando el Sol? Se supone que sois amarillas. No podéis cambiar de color.

—Esas son las chinas.

—Es lo mismo.

Puse los ojos en blanco negando con la cabeza para después agarrar su gorra y me la coloqué en la cabeza.

—Te queda bien.

—Gracias —respondí guiñándole un ojo y señalándole.

—Qué manos más pequeñas —cogió la mano con la que lo había señalado y puso su palma pegada a la mía. Había diferencia entre su tamaño y la mía. JJ miró nuestras manos sonriendo con la boca cerrada.

Lo miré a los ojos, y entonces noté una punzada en mi estómago. JJ comenzó a jugar con los dedos de mi mano mientras le decía algo a Pope, y yo noté cómo me ponía nerviosa al instante. Si las manos me empezaban a sudar la iba a cagar.

Miré a Kie, que nos miraba de reojo con una pequeña sonrisa.

Noté cómo mis mejillas se ponían calientes y miré hacia el mar. Hasta que mi expresión pasó de vergüenza pura a asombro y sorpresa.

—Chicos. —Todos me miraron y agarré el brazo de JJ apretándolo—Tierra a la vista.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz