26

13.1K 677 360
                                    



Marqué el número de Pope en mi teléfono móvil, esperando a su respuesta. Habían pasado cinco horas desde que JJ se marchó y estaba demasiado preocupada como para pensar con claridad.

Era la tercera vez que lo llamaba y aún no me contestaba.

—Joder —susurré, de mal humor.

Di vueltas por la habitación, sin saber qué hacer. ¿Dónde estaban todos? ¿Qué estaba pasando? Suspiré frustrada pasando las manos por mi cara, intentando calmarme, sin éxito ninguno. Era muy propensa a la ansiedad, y en ese momento me iba a dar algo.

Hasta que escuché el timbre. Bajé las escaleras corriendo, y abrí la puerta, esperando encontrarme a JJ. Se trataba de Pope. Entró en la casa nada más abrir sin saludar. Lo miré confundida.

—¿Qué está pasando?

—JJ ha ido con Kiara a la iglesia. John B y Sarah no están allí.

—¿Qué?—pregunté preocupada.

—Llevan toda la noche buscándolos.

—Mierda —susurré pasando mi mano por mi pelo, echándolo hacia atrás—. ¿Dónde pueden estar? Joder...

—Eso no es todo.

Levanté la cabeza para mirarle a los ojos, estaba preocupado. Me miró tragando saliva, mientras colocaba bien su gorra.

—Tu padre está de camino. Ha descubierto dónde estás.

—No puede ser, ¿cómo?

—No lo sé —admitió preocupado—. Pero hay que salir de aquí, ya. Ve a la habitación y prepara lo que tengas que preparar.

—¿Y a donde voy a ir?

—Eso ya lo veremos. ¡Corre!

Salí corriendo hacia las escaleras y fui a la habitación. Realmente no tenía nada mío, eran más cosas que Kie nos había traído. Como cepillos de dientes, un peine, champú, gel y algo de ropa para poder cambiarnos. Lo metí todo en una bolsa grande, y después abrí un cajón. Ahí estaba la pistola de JJ, se le había olvidado. Justo cuando la necesitaría, no se la llevaba.

Resoplé y la metí con cuidado en la bolsa, temiendo que cualquier movimiento provocara un desastre.

Salí de la habitación y entonces escuché cómo se abría la puerta de la casa. Me dirigí a las escaleras con rapidez, para ver quién había entrado, hasta que escuché una voz no bienvenida.

Era mi padre. Estaba dentro de la casa. Me quedé en el medio de las escaleras mientras ponía la oreja para escuchar qué pasaba, aunque me temblaba el cuerpo entero.

—Pope —habló con voz intimidante—, hijo de Heyward.

—Antonio —respondió mi amigo—, hijo de puta.

—¿Perdona?

—Perdonado.

Hubo una pausa, así que bajé unos escalones hasta que pude asomarme un poco para ver lo que pasaba en la entrada de la casa. Mi padre estaba pasando su mano por la barba, pensativo, lo conocía demasiado bien como para saber que se estaba conteniendo porque estaba enfadado.

—Mira, no quiero problemas contigo también. ¿De acuerdo? Esto es una cosa de familia. Dime dónde está mi hija y te dejaré en paz. Ayuda a un padre desesperado por encontrar a su única hija, por favor.

—No te diré nada.

—Como no me lo digas ahora mismo te juro que entro y me pongo a buscar —comenzó a hablar con tono amenazante—. Además de denunciarte a la policía por el secuestro de mi hija.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSWhere stories live. Discover now