7

19.3K 819 429
                                    

10 de septiembre de 2018, España

La gente se morreaba, veíamos hasta babas de por medio. El chico cogía a la chica de la cintura y bajaba sus manos lentamente hasta que podía estrujar con fuerza su trasero. Abrían las bocas como besugos y parecía que uno acabaría devorando al otro.

Se agarraban como si les fuese la vida en ello, y no hacía falta esperar a ver cómo terminaba para saber que acabarían con los pelos hechos un desastre.

Ricky consiguió llegar a una copa que estaba por la mitad y la cogió con rapidez.

—¡Bravo, Ricky! —Exclamó Daniel y chocó los cinco con nuestro amigo.

Yo le di una palmada en la espalda riendo.

—Yo primero —dijo rápidamente cogiendo la pajita ya saboreada por alguien antes que nosotros.

Le dio un sorbo mientras yo trataba de encajar en el pequeño hueco donde nos habíamos escondido detrás de un puesto donde estaba la gente de dieciocho a veinticinco bailando y bebiendo.

Puso cara de asco durante un segundo pero después hizo como si hubiese probado la mejor bebida de su vida e hizo un gesto con los dedos como afirmando que estaba riquísima.

—Creo que es vodka.

Yo fui la siguiente en dar un trago. El líquido bajó por mi garganta, mucho más agrio de lo que lo esperaba. Yo no pude actuar como si fuese una bebida de Fanta con limón simplemente, puse cara de tener náuseas.

—Creo que es pis.

Daniel rió y le dio él el siguiente sorbo. Puso cara de confusión mientras lo saboreaba, no pareció darle mucho asco pero tampoco le agradó.

—Es Ginebra.

Creo que ninguno de los tres tuvo razón sobre qué bebida era, pero tampoco podías esperar mucho de nosotros. Los dos tenían dieciséis años y yo quince, éramos unos mocos que querían aprender a ser mayores. No teníamos ni idea de nada pero nos creíamos adultos por aprender.

Las fiestas del pueblo eran siempre la mejor época del año. Era la ocasión perfecta para salir de casa en bucle durante una semana, para beber a lo loco como si mañana no fueras a estar, y para declararte a esa persona que siempre te había gustado, para robarle un beso mientras bailabas. Eso lo sabía por mi primo, porque hasta esa feria nosotros habíamos tenido terminantemente prohibido entrar en la zona de dieciocho para arriba. Bueno; me corrijo, todavía no podíamos. Nos faltaba dos año, y en mi caso, tres, porque estábamos en septiembre y yo cumplía los años en noviembre.

Por lo que ese año, cansados de hacer cosas de niños y con las hormonas revolucionadas, decidimos que nos colaríamos y trataríamos de pasar desapercibidos. Pero claro, antes teníamos que ver cómo se comportaban los que podían entrar en esa zona, y también debíamos ir con algo de alcohol en el cuerpo.

Esa fue la primera vez que bebí.

—Buscaré algo para todos —Ricky se levantó y comenzó a andar intentando que no le pillasen.

Me abracé a mi misma. Hacía más frío del que me había imaginado y solo llevaba puesta una sudadera que me venía grande y unos shorts. Tenía la piel de gallina.

Todos iban demasiado pedo como para darse cuenta de que un menor de dieciséis rondaba por allí. Además, Ricky era el que aparentaba más edad. Estaba cachas y se había rapado el pelo una semana atrás, por lo que aparentaba unos diecisiete o dieciocho.

Ricky tenía la piel blanca pero el pelo negro azabache, con los ojos achinados y unas cejas gruesas y oscuras. Tenía cuerpo de segurata y nunca lo había experimentado pero me podía imaginar los puñetazos que podía llegar a dar con esos brazos.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSWhere stories live. Discover now