9

17.7K 970 414
                                    



—¡Papá!—grité a todo pulmón bajando las escaleras.

—Dime, cariño —contestó mientras leía un libro sentado en el sofá.

Llegué hasta él y puse mis manos entrelazadas detrás, apoyadas en mi espalda, y lo miré con una sonrisa inocente. Él me miró entre el hueco que había fuera de sus gafas, conociendo mi expresión que pretendía parecer dulce.

—¿Cuándo te juntarás de nuevo con el sheriff?

—¿Por qué quieres saber eso?

Lo había pensado todo metódicamente antes de bajar, por lo que tenía toda la conversación planeada para no parecer sospechosa de nada.

—Porque me han contado lo que pasó con un par de adolescentes hace unas semanas aquí, y mis amigas de España quieren saberlo todo. Supongo que tu amigo sabe bastante del caso.

Mi padre estaba serio, y me miraba confuso, a la vez que un poco crítico. Mordí mi labio mientras movía mi pie nerviosamente. Finalmente me dirigió una pequeña sonrisa con la comisura derecha ligeramente elevada.

—Tú y tus misterios. —negó con la cabeza sonriendo—. No hace falta que me digas que es para que lo sepan Laura y Silvia, cariño. Siempre has querido ser una Agatha Christie o Nancy Drew.

Comencé a reír nerviosamente, puesto que al comienzo de su frase pensaba que se refería a que sabía por qué me interesaba ese tema. Eché mi plan a la basura y lo modifiqué en cuestión de milisegundos. Me senté a su lado.

—Qué bien me conoces —él asintió con una sonrisa—. Es que me parece emocionante, que algo así haya pasado en esta isla, ¿sabes? Y que aún no se sepa nada...

—Te entiendo.

—¿Y tu amigo sabe alguna noticia de algo? ¿Han encontrado alguna pista sobre dónde pueden estar? ¿Están... muertos?

Mi padre me miró suspirando mientras cerraba el libro.

—No tengo ni idea de nada —Asentí lentamente mirando al suelo—. Pero me intentaré informar y te contaré, ¿de acuerdo?

—¿Me lo prometes?

—Prometido.

Sonreí mientras él me daba un beso en la frente y me levanté para salir de casa. Solo esperaba que hablase con él de verdad. Necesitaba saber lo que había encontrado la Policía para poder estar un paso delante. Necesitábamos encontrar a John B y a Sarah, al igual que el oro. Debía admitir que esa pareja no me preocupaba tanto, no tenía ni idea de quiénes eran, pero eran importantes para mis nuevos amigos, por lo que tenía que ayudarles. Se lo merecían. Me habían acogido en su grupo nada más llegar, y siendo considerada una Kook.

Cogí la bicicleta que mi madre me compró el día anterior para moverme por el pueblo sin tener que ir siempre andando, y me dirigí hacia la casa de Kiara.

De camino, disfruté de la vista del pueblo, mientras escuchaba música con mis auriculares puestos. Una vez más integrada en ese lugar, fui capaz de ver su lado bueno. Era una isla bonita, y acogedora. Lo que aún no terminaba de aceptar era ese olor a pescado, pero cada vez me acostumbraba más.

Coloqué la bici atada en los palos de madera que hacían de barandilla del restaurante de la familia de Kiara y entré.

—¡Hola!—saludé cuando la vi limpiando una mesa—. ¿Te ayudo?

—No, no, tranquila.

Entonces un hombre apareció desde la cocina. Me miró con el ceño fruncido.

COUNTING ON YOU | OUTER BANKSOnde histórias criam vida. Descubra agora