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✦ El hombre detrás de la tranquilidad ✦

Todos los días tuve mala suerte, esta semana fue hecha de malos, vergonzosos y humillantes recuerdos por él. 

Nueve de la mañana, me había levantado ese lunes y llegaba tarde a la reunión con el editor debido a que se encontraba finalmente en el pueblo luego de una larga espera, tenía que presentar mi nuevo proyecto, mi nueva creación y debía ser aprobada. Más allá de la investigación de saber quién está detrás de la nota por la cual había terminado en el bolsillo tenía que seguir adelante, entre tantas ideas que podía hacer era acerca de mi experiencia con el misterio de la persona tras esta nota.
Paso a la cafetería, larga fila por la que tenía que esperar y no podía usar mi Stand para hacer algo al respecto, había un pacto que no podía romper por más desesperante que sea la situación. Una vez que ordeno y espero el café pude largarme de allí lo más rápido que puse. El día parecía soleado y la brisa estaba fresca, no parecía ser un día caluroso. Debido a la prisa choco con hombre, mancho mi ropa con el café caliente pero no termino en el suelo como esperaba que fuera. Era él, Jotaro Kujo.

–Tenga un buen día –reclamo molesto sosteniendo el poco café que queda.

Él me detiene sin pensarlo y le arrojo el resto de café en ese instante.

–No vuelvas a tocarme.

Después del desastre lo que menos quería era ver su rostro de malhumorado pero que sus ojos delataran sus intensiones anteriormente, podía engañar a su tío pero no a mí.

Claro que ese día llegué tarde a parte de empapado y la ropa pegajosa a la reunión pero mi propuesta fue lo único que resultó bien.

Al día siguiente quise salir a despejarme por el patio, era la tarde y había pasado toda la mañana en mi escritorio pensando en cómo continuar la historia, haciendo bocetos, intentando pensar en ideas que le den una buena dirección a lo que buscaba expresar, estaba tan frustrado por toparme con quien menos deseaba ver en estos momentos.
Como había mencionado, había querido salir a despejarme para no andar tan frustrado. Era una reconfortante tarde de verano, era perfecto hasta las nubes me engañaron y el sol se resguardó en ellas. Pensé que nada podía pasar mal, la brisa empezaba a ser cada vez más helada y todo estaba tan tranquilo hasta que unas gotas empezaron a caer y pronto empezaban a ser de pocas a muchas. Esa tarde terminé empapado y en cama pijama todo el día.

Está claro que el miércoles no fue mi idea pero solo pasó una cosa y es que estaba frustrado de ver a Jotaro y haber sido frustrado de inspiración por la lluvia repentina en esta estación calurosa.

Hoy es viernes, está volviendo a llover y si se preguntan por qué estaría tan tranquilo bajo la lluvia, parado como tarado bajo las nubes es por los viejos recuerdos que vienen a mi mente que han dejado una marca que jamás podría olvidar. La lluvia es refrescante, refresca mis pensamientos. Al menos esto solo en el propio patio de mi casa.
Pude volver a pensarlo. Él, ayer, en el umbral de mi casa y tan bien vestido como siempre, interrumpiendo mi trabajo como solía hacer hace tiempo atrás.

–Tenemos que hablar –dijo.

Molesto y cruzado de brazos, no había nada que hablar. Aún así lo dejé pasar a mi casa, pensando que sería buena idea poder reconciliar el pasado de una vez, pasado que ambos sufrimos.

–¿Quieres algo de beber? –ofrecí, intentando sonar lo más amable posible.

Al ver que no estaba sentado me detengo frente a él, conocía esa mirada a la perfección.

–Dijiste que nunca más hablaríamos de eso –dije intentando no sonar destrozado.

–Tenemos que hablarlo, Rohan.

Tomamos asiento, estuvimos frente a frente en silencio.

La lluvia en mi rostro es lo más reconfortante que tengo en estos momentos, nunca quiere volver a ver sus ojos intentando mostrarse inocentes, nada podía compararse a la dulce inocencia de sus inicios cuando lo tuve frente a mi, con su mente desnuda y las palabras sobre la mesa, cuando no había vuelta atrás de las cosas ya hechas y solo quedaban las miradas que decían todo lo que queríamos. Era todo menos dolor pero solo era inocencia pura por querer probar una mente y un cuerpo nuevo.

Él había soltado sus palabras de una vez para romper el silencio incómodo, silencio que alguna vez fue reconfortante en el pasado.

–Tienes que volver.

–¿Dónde?

–A casa –respondió–, a tu hogar. Allí estaremos seguros y podemos a empezar otra vez. No más mentiras, lo prometo.

–Te equivocas, yo no tengo hogar, señor Kujo.

Me levanté de la silla y me dirigí a subir las escaleras, no miré atrás, solo me había ocultado tras la pared del segundo piso y escuché el portazo una vez que se había ido.

Si la lluvia es reconfortante en mi rostro, en mi cuerpo aún sabiendo terminaré resfriándome, es aún más para mis lágrimas que no dudaron en salir al instante. Nadie me ha visto llorar desde que tengo memoria, quizá solo el policía que me haya acogido tras lo sucedido con Reimi cuando era un niño.
No quería volver a empezar con él, no después de un maldito encuentro después de los sucesos de Kira. Puede que debería haberle dicho que no esa vez que me ofreció llevarme a casa y así jamás haber terminado así pero de seguro tenía que suceder para que ambos pudiéramos aprender pero él aún no parece aprender nada de lo que había pasado. Después de todo solo fue un mal amor que terminó ocultando hasta la alegría de tanto que me alejaba de su vida.

Es tan extraño que después de la intranquilidad que había logrado alejar vuelva a mi.

La última notaWhere stories live. Discover now