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✦ Dulce hogar ✦

Tomé mis llaves, corrí hacia las escaleras. Es fin de semana pero tenía entendido por la radio que hubo un asalto a un tienda cercana. Marcó el teléfono y no tarda en contestar.

–Residencia de Shizuka y Josuke Higashikata –se me escucha a Shizuka atender.

–Shizuka, no hay tiempo. ¿Está tu padre ahí?

No saludé, no pregunté cómo estaba. Necesitaba ir al grano.

–¡Rohan! –exclamó alegre– No, no está. Fue a la comisaría urgentemente por lo del robo y aún no regresa, ¿por qué preguntas?

–Considera mi respuesta como una sorpresa que te encantará.

Dicho esto corté la llamada y corrí nuevamente escaleras abajo. Salí de casa y corrí a la comisaría. Me detengo, el semáforo esta rojo, debo cruzar la calle rápidamente en una caminata rápida o pareceré histérico por las calles cosa que nunca me importó realmente.

–¿Rohan?

Miro atrás. Era él. No él por favor, entiende de una buena vez que a ti no te estoy buscando.

–Jotaro –digo acelerado– Vaya desagradable sorpresa.

Él hace una mueca en sus labios que claramente mostraban lo apenado que estaba.

–¿No estás pensando en ir a la comisaría, verdad?

–En realidad si, si iré –respondo sonriente.

–Rohan no te conviene –se pone frente a mi–, tiene una niña, tiene un empleo que apenas lo deja con tiempo. Vuelve a casa, pierdes tu tiempo.

Sonrío ante su comentario. Miro al frente, la luz cambia justo para poder cruzar la calle.

–Creo que no entiendes –camino frente a él–, estoy volviendo a casa. Ellos son mi hogar.

Él no dice nada, solo se queda para así mientras solo sigo mi camino. No miro atrás, no hay necesidad de mirar atrás. Llego a la comisaría, pregunto por quién estaba buscando. ¡Sorpresa! Justo se va marchando del lugar después de más horas que han pasado del asalto. Dijeron que se había ido por el estacionamiento ya que había quedado en acomodar el vehículo. Al parecer alguien buscaba un momento a solas y ello realmente se comieron sus palabras. Voy al estacionamiento y tal como pensaba justo estaba saliendo de un vehículo.

–¿Qué haces aquí? –cuestiona apenado.

Tiene los ojos cansados, hace sonar su nariz y claramente había desahogado su pena para luego volver a casa y mostrar a Shizuka la mentira de que todo estaba bien.

–Vuelve adentro, ahora –ordeno.

Abro el asiento del copiloto y me adentro. Él hace lo mismo pero algo confuso. Vaya, si lo siguiera odiando diría que se ve patético, destrozado. Como que un camión pasó encima de él esta tarde.

–Josuke –susurre mirándole a los ojos–, perdí.

–¿Perdiste qué? ¿Algún objeto valioso? –desvía la mirada buscando algo para anotar– De seguro se te habrá quedado en mi casa.

Le tomo con ambas manos sus mejillas para que me mire.

–Perdí, bobo.

Cuánto extrañaba esta tensión, que quedara mirándome, que se sonrojara. Tener esos ojitos de cachorro mirándome como si viera lo más preciado en su vida.

Ahora yo quería llorar en ese momento, mi vista se nubla mientras él sigue sonrojado, esta vez acariciando mis manos manteniéndolas en su rostro.

–Me enamoré de ti, Higashikata –a penas pude decir con la voz quebrada.

Ya al momento en que estaba a punto de llorar me besa, no soportaba el dolor y lo sabía. Seguimos con el beso por un largo rato hasta separarnos por un rato y ni yo podía creer que estaba llorando frente a él. Dejé caer mis manos hacia su pecho pero él las toma con tal de acercarme y eso logra, mi cabeza termina apoyándose en su hombro por un largo rato mientras dejo que un largo suspiro se escape de mis labios.

–Lo siento por haberme ido –dije apenado.

–Está bien, no lo sientas –me acaricia una mano–, lo entiendo.

Besa mi frente y propone salir del vehículo. Al momento en que se procedemos salir seguíamos a solas.

–Al menos no seré el único feliz de verte –sonríe.

La sonrisa es contagiosa, también quería verla a ella. Supongo que ahora habrá que explicarle todo aunque de seguro lo entenderá todo a la perfección.
El camino a su casa fue relajante y tranquilo, no hubo prisa alguna, solo seguimos como si no hubiera ningún problema alguno en todo esto. Quisiera poder tomarlo de la mano en estos momentos pero no me atrevo, no puedo hacerlo. Prefiero resistirme a eso y seguir tranquilamente hasta llegar a su casa a que le tome la mano y la gente nos quede mirando como bicho raro.

Llegamos y él abre la puerta dejándome pasar primero.

–Shizuka, ya llegué a casa –anuncia– y tengo una sorpresa para ti.

Se escuchan unos pasos rápidos caminar hacia aquí para luego verme sorprendida y correr a abrazarme. No sabía cómo reaccionar, si tenía que abrazarla devuelta, tenía que acariciarla o alejarla pero esta sensación nunca la había tenido antes.

–Te extrañé, anciano –susurra aferrándose a mi cuerpo.

–Claro que lo has hecho, niña.

Me conformo con acariciarla, creo que con los abrazos no soy bueno y menos podría hacerlo con la incomodidad que siento ahora pero por alguna razón me llena de alegría verla. Claro que no es la única feliz en verme, cuando me decido por mirar a Josuke de una vez solo para verificar que el bobo está sonriendo como si pensara que está formando la familia perfecta tal como había pensado.

–¿Qué miras tanto? –me dirijo hacia él.

–Deberías unirte, no soy la única que lo extrañé –dijo su hija.

Y así fue el abrazo más incomodo de mi vida. Fue reconfortante. Una vez que llega el final del día puedo relajar mi mente con que he tomado la decisión correcta y esta vez por mi felicidad y sentir que no estaré solo el resto de mi vida, es extraño de admitir que es reconfortante saber eso.

Ya a la hora de cenar me encontraba algo tranquilo sentado en el comedor junto a ellos. Hace semanas atrás me encontraba lejano tener un hogar, tener a alguien que me entienda y me complemente, que no estoy solo. Cuando acaba la cena, de hacer sobremesa, ya a la hora de darme cuenta que nada volverá a ser como antes.
Josuke se me acerca, alguien parece que quiere un beso más. Le pongo un dedo encima de sus labios antes que se me acercara más, me conformo con estar en sus brazos hasta el momento.

–¿No tienes algo que decirme antes?

Arqueo una ceja, mirándolo coqueto o al menos eso intentaba.

–Oh claro –afirma nervioso, sonrojándose–, solo me preguntaba una cosa.

–¿Y eso es?

Me interrumpo con tal de que termine la frase, él sonríe como si con solo eso bastara iluminar el cuarto entero.

–¿Quieres tener una cita conmigo?

Quedé callado, no sabía qué decir. Mi cara arde y mis orejas también. No sé qué decir.
Cuando que cambiaría todo es que cambiaría todo y creo que aún no estoy listo para una relación y tengo miedo que Josuke se enoje por eso.

La última notaWhere stories live. Discover now