020

76 10 1
                                    

✦ A solas en casa ✦

Ya estoy en casa. Mi casa. Estoy solo, en mi cuarto. De seguro al fin habrá paz, no andaré de niñero y no andaré peinando a una joven adolescente todas las mañanas y definitivamente me perderé sus charlas matutinas y su sonrisa al verme junto a la de su padre.
Al menos estaré lejos de las mentiras, de todos esos besos desperdiciados, de todos esos sueños que ha destrozado y todo por dejar pasar algo así.

Está bien, lo entiendo pero si hubiera revelado antes sabe que le hubiera creído porque ya agarré confianza en él en ese entonces. Hubiera ahorrado el susto pero de no ser por eso no sucedió el beso, no sucedió el cariño entre los dos, no hubiera estado esa tensión que tanto se provoca cuando cruzamos miradas.
Realmente lo voy a extrañar y no quiero extrañarlo, no así.

Mensaje de voz, es de hace poco, de un número que debe ser el de la casa de los Higashikata. Decido escucharlo.

Rohan –se escucha apenado–, por favor contéstame cuando puedas. Necesito saber que al menos hayas llegado bien a casa. Realmente lo siento por dejar que pasarás por esto, todo ese miedo innecesario por una respuesta que tenía desde el inicio. Espero que algún día me perdones, ya te extraño, ¿sabes? No le mentiré a Shizuka acerca de esto, se enojará conmigo pero debo decirle todo. Ojalá escuches esto.

Suena el bip y el mensaje acaba. No voy a llamarlo, sé lo que busca y no le darle ilusiones. No quiero tampoco darme ilusiones respecto a todo esto.

Dejo un par de días pasar y aún no aterriza mi mente en que ya estoy en casa. Extraño los abrazos, extraño amanecer junto a él.
Suena el teléfono, contesto sin pensarlo dos veces.

–Residencia de Rohan Kishibe, ¿con quién habló?

–Rohan, soy –se escucha a Shizuka.

Ella parece algo molesta.

–Papá me contó todo –dijo–, no quería que te fueras, ¿quién me va a mimar en las mañanas?

Reí, su inocencia me da ternura.

–Tendrás que pedírselo a tu padre.

–Pero papá se levanta demasiado temprano –se queja– además después de lo que me dijo es su culpa de que te fueras.

–No digas eso –la interrumpo–. Mira, fue mi decisión haberme ido, no culpes a tu padre. Él ahora necesita que su hija lo acoja y me enseñe a demostrar sus sentimientos, que se desahogue pero no lo culpes por la decisión que tomé.

Suspira, parece algo apenada.

–Está bien –susurra–. Iré a acompañarlo ahora pero, ¿algún día volverás?

–Lo pensaré –sonreí.

Nos despedimos, corto la llamada.

Jotaro me diría que estaría haciendo bien en alejarme por un tiempo pero aprovecharía el momento para conquistarme como si estuviera indefenso aún sabiendo de todas las mentiras que me ha dicho.
Mentiras. Sus mentiras eran crueles y en especial la última de la que me enteré de la peor forma. Me hizo sentir usado, humillado e ingenuo. Bueno, fui ingenuo pensando que él estaría para mi.

¿Qué hay de su tío? ¿Qué hay de Josuke? Su última mentira puede que haya sido para buscar que Jotaro tuviera su merecido y sigue siendo un niño sin medir las consecuencias de sus actos. Aún así en todo momento no me sentí desprotegido, durante el tiempo en que escribe en esa casa sentía que no me faltaba nada. Estaba en casa, tenía un hogar al fin. Un hogar.

¿Qué estoy haciendo aquí sin hacer nada?

La última notaWhere stories live. Discover now