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✦ ¡Hagamos un pijamada! ✦

Bajo rápidamente las escaleras, ha pasado un buen tiempo y no ha habido ninguna señal de quién habrá enviado las notas. Hoy vería a Josuke por tercera vez esta semana pero esta vez iría ayudarlo y acompañarlo en su mudanza. El que único que está llorando como loco por todo esto es Okuyasu. Una vez que ya llegáramos a la casa en donde viviría vi una niña hablando con Tomoko, debe tener al menos unos trece años por cómo se ve. La niña cuando ve a Josuke corre a abrazarlo inmediatamente y lo trata de padre pero desde cuándo es padre, quién es ella y quién es la madre. Por alguna razón no quiero saberlo pero otra parte de mí tiene esa necesidad de saberlo para querer sufrir sin razón alguna.

Entramos, si, es bastante espaciosa pero no tanto como mi casa. Él le ordena que observe la casa y escoja el cuarto que quiera mientras llevaba el camión de mudanza. Tomoko no tarda en despedirse e irse tranquilamente y una vez a solas con él pude preguntarle.

–¿Desde cuándo eres padre?

Suspira y sin devolver la mirada se cruza de brazos, ya no parece tan feliz, quizá dije algo malo o impertinente o la forma en que lo dije no es la correcta.

–Desde que el viejo señor Joestar murió y quedé a cargo de ella.

Por cómo lo noto de seguro necesita estar a solas así que le aviso que acompañaré a la niña para que no se pierda, ni siquiera intentó sonreír.

–No le digas niña o se va a molestar.

Allí es cuando finalmente me mira y me sonríe mostrando la bondad que aún lleva dentro suyo. Le devuelvo la sonrisa y me dirijo al cuarto en que ella se había dirigido. Cuando llegó la habitación estaba vacía hasta que siento algo detrás mío y la tomo del brazo, haciendo que se asuste ella en vez de a mi.

–Tu eres la bebé invisible.

Suelta con brusquedad su brazo del agarre.

–Era –corrige molesta– y tampoco soy una niña, sin importar que seas mayor que yo también merezco el mismo respecto.

Me agacho para tenerla frente a mi y verla con mayor claridad.

–¿Qué te hace pensar eso, pequeña?

Se cruza de brazos.

–En primer lugar escuché a mi padre la advertencia que te dió, no soy una niña, tengo catorce años y si lo pienso porque no tiene sentido que tú exijas respeto si yo termino humillada por "respetarte" por el simple hecho que seas mayor.

Me levanto, estoy algo frustrado de que una niña de catorce años me hable de esta forma y se vaya sin decir nada más, corra a los brazos y diga alegre que en el cuarto en donde me encuentro parado y molesto es el que ella escogió.
Josuke la baja de sus brazos y se agacha a su altura para abrazarla, le dice lo mucho que la extrañó. Voy a terminar en un coma diabético viendo esto.

–Necesito que escuches y no enojes por esto –le advierte preocupado.

Ella asiente enérgica, esta alegre y nadie le podía quitar el reencuentro que tanto había anhelado, el espacio entre los dos, su alegría en persona.

–Rohan, el hombre que está con nosotros, se quedará esta noche con nosotros.

Claro, dije que nadie podía quitarle su alegría en persona a excepción de mí.

–Tranquila –me acerco a ella–, no te diré nunca más "niña" ni "pequeña", Shizuka.

Luego de que me exigiera que lo prometiera finalmente pudimos llevarnos a medias bien, bien era cuando estaba su padre presente, mal es cuando estaba de espaldas y nos sacábamos las lenguas, hacíamos muecas y nos enfadamos mutuamente de eso hasta que el camión de la mudanza llegó. Ayudamos a descargar, Josuke guiaba en donde dejar ciertas cosas y poco a poco todo ya estaba en la casa. Lo primero que hizo fue hacer la cama de Shizuka, no tuve problema en ayudarle mientras ella seguía recorriendo el lugar. No había problema hasta que me detuvo antes de que saliéramos del cuarto, algo extraño y repentino de él.

La última notaWhere stories live. Discover now