009

95 14 0
                                    

✦ El inicio de la amistad ✦

Todo el tiempo estaba apresurado, ese día no quería ver a nadie, había dormido mal esa noche. Otra vez estaba soñando con ese día y aún sigo sin entender el porqué.
Estaba soleado, ese día era extrañamente soleado, hermoso pero yo andaba en un muy malhumor. Estaba caminando por las calles cercanas al puerto del pueblo, había un enorme charco el cual un auto a toda velocidad pasa encima y me empapa, luego de un largo rato empezó a llover sin razón aparente es en ese momento en que tuve que apresurar al pensar que podía secarse la mancha aunque sea un poco con el sol que estaba reluciendo hace minutos atrás.
Por la desesperación me equivoco de calle y allí estaba, Tomoko recién entrando a su hogar y cuando me ve estaba horrorizada que ni me preguntó, me tomó y me entró a su casa mientras abrazaba mi cuerpo lo que más podía para mantener el poco calor que tenía.

–¡Josuke! –gritaba ella, alterada y desesperada– ¡Trae una manta!

Escuché sus pasos bajar acelerado con una manta, de seguro pensaba que era su madre la que lo necesitaba pero cuando me mira, gruñe y me lo pasa intentando simular que no había odio en sus acciones.

–Ahora quédate –le ordenó ella–, iré a preparar algo y buscar algo de ropa para darle. Sé cortés.

Y es a partir de allí en que nos quedamos solos por completo. El sueño pasa de un abrir a cerrar de ojos desde el sofá de su hogar hasta su cuarto.

–Iré por el té y vuelvo.

–¡Espera! –lo detengo.

Me levanto y le paso la manta, no podía soportar tanta vergüenza en esos momentos y menos en la casa ajena, rescatado de resfriarte por la madre de tu peor enemigo y tu allí, esperando a que te trate bien en su propia casa. Aún así me detiene, me coloca la manga de nuevo y se sienta en la cama, repetí la misma acción de sentarme junto a él, claro que demostrando mi total desconfianza ante él en esos momentos.

–¿Qué pasa? –preguntó preocupado.

–¿Desde cuándo te importo, mocoso?

Apretó su puño pero se controló en ese mismo instante antes de enfadarse conmigo.

–Desde el día que me rescataste primero del túnel, ¿no crees? –respondió– Puedes insultarme pero aún así seré cortés contigo, estás en mi hogar.

Sonrió al decirme que era su hogar. Me levanté enseguida, en ese momento supuse que no me correspondía interrumpir su hogar.
Hogar, esa sensación que es más allá de tu casa. Al parecer nunca tendría algo así en mi vida por más allá de conformarme con mi trabajo y estar en mi soledad con tranquilidad.

–Insisto –dijo–, quédate, Rohan. No seré rencoroso por mi madre y no te trataré de mentiroso otra vez.

Lo miré con desprecio y volví a sentarme junto a él, fue demasiado bueno conmigo y eso me daba asco, me repugnaba, no podía aceptar tal gratitud de un mentiroso que no solo dejó mi casa en llamas sino que ademas intentó hacer trampa con tal de obtener dinero de mi. Tenía suficientes razones para mirarle con desprecio a pesar de que hayan pasado tres años en ese instante.

–Como digas, Higashikata –respondí.

Y a partir de ese día recuerdo haber sido bien recibido, luego tuve otras complicaciones por las que tuve repetir mi regreso a la casa de los Higashikata y dentro de un par de años después empezamos a vernos con mayor frecuencia y con mayor felicidad, un año después empezamos a juntarnos manos y luego de un par de meses más pudimos lograr formar una amistad que nunca pensé tener.

Despierto del sueño luego recordar aún más los días en que salíamos, los días en que le decía que le odiaba para que luego hoy en día demostrara que me importa.
Y aquí estoy, tocando su pecho, de seguro extendí mi mano mientras soñaba y atiné por donde no debía. Su pecho de alguna forma me calma, es agradable sentir esa sensación de que tu mano sube y baja con tanta tranquilidad acorde a su respiración tan tranquila, que se sientan esos vellos que intentan salir pero la camiseta se lo impide pero cuando abrió sus ojos, el par de luceros morados que iluminan esta mañana, es cuando empezaron los problemas. Esos malditos problemas al corazón.

La última notaWhere stories live. Discover now