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✦ Un día a solas con el detective Higashikata ✦

Me encierro en el cuarto, me relajo debo mantenerme calmado en todo momento y no volver a caer en mi mayor debilidad como hace un par de días. Poco a poco me desvisto, dejo la ropa en el suelo y me coloco el camiseta que me había prestado Josuke de pijama. Abro la puerta y como es usual él se queda mirando.

–¿A caso tengo algo? –cuestiono riendo de su cara.

–Para nada.

Finalmente había vuelto a la realidad, él ríe, de pronto su hija acerca hacia a nosotros.

–Recuerda que mañana voy a una pijamada con Akiko, papá.

Él afirma saber la conversación y le pide que vuelva a dormir. A estas alturas eso solo significa una cosa, la casa estará solo para nosotros estando a solas compartiendo la amistad que tenemos.
Caminamos juntos hacia la cama, y tal como el día en que llegué, vuelvo a quejarme que debería estar durmiendo en el sofá porque siento estar quitándole su espacio en su propio cuarto cosa que él vuelve a insistir de que no pasa nada. Nos acomodamos en la cama pero esta vez mirándonos mutuamente.

–¿No harás tus típicos ejercicios antes de ir a dormir?

–No por hoy –susurra– pero si quieres por ti lo hago.

–Por favor, no hoy.

Ambos reímos intentando no ser tan ruidosos. Él apoya una mano sobre mi brazo izquierdo, brazo que no está apoyado contra el colchón.

–Por favor, nunca olvides que siempre puedes confiar en mi, Rohan.

Asiento con la cabeza sabiendo que luego se levantaría para apagar la luz, cosa que hacer y ahora estamos completamente a oscuras. Josuke vuelve a acostarse dándome la espalda otra vez. No esperaba volver a dormir con él.

Nos despierta la llamada del teléfono pero para cuando yo abro los ojos Josuke ya no estaba. Vuelvo a acurrucarme pero esta vez en el lado tibio en donde estaba y sin pensarlo dos veces, la comodidad era lo que hacía que mi cuerpo se moviera y se mantuviera tranquilo. Suspiro y vuelvo a quedarme dormido. Una vez que despierto Josuke aún no estaba, por un segundo me espanté al recordar al instante que estaría acompañándome hoy y no trabajando. Me levanto de la cama para dirigirme rápidamente al comedor y allí estaba, preparando el desayuno.

–Buenos días, bello durmiente.

Su sonrisa era lo que más iluminaba más que el sol mismo con sus rayos por el hermoso amanecer de esta hermosa mañana de invierno. Por un segundo todo se siente bien, solo quiero acercarme a él y quedarme junto a él por un buen rato, su presencia es reconfortante.
Me acerco a él y me siento para poder esperar el desayuno que está preparando.

–Buenos días –respondo aún adormilado.

Sirve el desayuno. Por un segundo me sentí inútil en esta posición de ser quien debe ser atendido. Me levanto con tal de dar unos cuantos pasos hacia él, acaricio su espalda con delicadeza, dándole cierta relajación por cómo se ve en su rostro hasta que detengo mi mano hasta su hombro.

–¿No quieres que me encargue del desayuno?

Quita mi mano de su hombre con un movimiento suave.

–¿No quieres aprovechar el día para descansar? –sonríe nervioso.

Niego con la cabeza devolviéndole una sonrisa confiada y con mayor felicidad. Por alguna razón se sonroja y vuelve a enfocarse en la comida a lo que mis manos interrumpen las suyas.

–Ve a sentarte –ordeno–, es lo que puedo hacer para agradecerte.

Él asiente con la cabeza y camina lentamente a sentarse.

La última notaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt