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☆ El miedo detrás del orgullo ☆

Han pasado una semanas desde la primera cita entre los dos. Este día amanecí cansado, no quería hacer muchas cosas pero qué otra opción tengo más que levantarme, desayunar y trabajar. Esto es un estrés. Me detuve, las horas pasaron más rápido de lo que pensaba, es hora de almorzar. Me levanto y salgo del escritorio con tal de bajar las escaleras, dirigirme a la cocina y prepararme algo para comer, algo sencillo. Almuerzo, termino rápido y vuelvo hacia arriba pero me detengo, alguien toca la puerta. Gruño y camino hacia la puerta. Oh qué bien, es la persona que desearía que no me viera así en estos momentos.

−Solo estaba de paso –intenta justificar horrorizado al verme.

−No pareces estar de pasos con ese tulipán bien adornado, Higashikata.

Lo dejo entrar porque no tengo ninguna justificación para cerrarle de un portazo en la cara. Ya estoy enfadado conmigo mismo hoy, no quiero a alguien molesto conmigo. Me queda mirando raro pero aun así intenta quitar su mirada preocupa en mi, cosa que no lo logra y no soporto.

−Solo quería saber si estabas bien y darle un lindo gesto para alegrarte el día.

Recibo la flor pero no sé qué hacer con ella realmente y esto es incómodo. Intento llevar una conversación tranquila con él y verlo preocupado es algo que no puedo superar luego de una corta charla al fin se larga de mi casa, solo espero no tener una charla uno de estos días de él preguntándome por mi día y que confíe en él. En serio, a nadie le importa mis problemas, ¿cuál es la diferencia ahora para contarle todo él?
Tan solo vuelvo a lo que estaba, trabajar hasta darme sueño y volver a la cama con el estómago vacío.

Pasaron dos días, volví a amanecer sin humor. Tomo del velador el macetero con el tulipán, la única motivación de motivarme. Le cambio el agua y la devuelvo en su lugar, antes de vestirme me dirijo al tulipán y lo olfateo para comenzar mi día recordando el momento en que me la dio, el momento preciso en que ya me estaba agotando y como si algo le dijera que no me encuentro bien él tan solo aparece en la puerta de mi casa.
Esta vez empecé mi trabajo después de almorzar, me dediqué a eso hasta que sin darme cuenta ya eran las ocho de la noche. Para cuando me fijé en la hora siento que tocan la puerta, me asomé por la ventana y pude ver una patrulla al frente de mi casa. Bajo rápidamente las escalera y es allí donde pude verlo formal al detective que estaba robando mi corazón en estos momentos pero por su rostro no parecía muy contento, otra vez se ve bastante preocupado y es en ese entonces que la patrulla se marcha. Me pidió hablar y no pude ni evitar enfadarme ni dejarlo tirado con la cara que me pone. Una vez adentro pude notar que tenía una bolsa de plástico en sus manos, en el cual saca una tableta de chocolate la cual termino por aceptar dudando de su gesto.

−¿Puedo saber a qué se debe tu visita y el chocolate?

Abro el envoltorio y empiezo a comer un trozo, el chocolate me calma aunque sea un poco.

−Me preocupas, Rohan –responde.

Si, se le nota de lejos la preocupación y de verdad ya no soporto esto. Gruño molesto y él me queda mirando como si hubiera hecho algo malo lo cual acierta, odio que me mire así.

−Estas exagerando, Higashikata –contesto enojado–, no necesito ayuda.

Josuke se cruza de brazos, ahora los dos estamos molestos aunque yo más con él  que él conmigo. Está invadiendo mi espacio personal, mi zona, mi refugio emocional, no necesito expresar mi descontento y eso hasta Koichi lo entiende y lo respeta, hasta esta de acuerdo conmigo.

−¿Podrías al menos no enojarte conmigo? No he hecho nada malo, solo dije que me preocupas.

−No, es imposible no enojarme contigo. Tú realmente no estás preocupado de mi.

La última notaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt