004

125 13 2
                                    

✦ La mentira ✦

Cada vez que cerraba mis ojos pensaba en él, pensaba primero en los lindos recuerdos que parecieron haber sido la mejor pérdida de tiempo en mi vida, esos lindos recuerdos cada vez eran menos por el año en que habíamos vivido y poco a poco solo venían las peleas a mi mente, poco a poco los recuerdos eran más vagos pero cuando lo pude volver a ver todo volvía a mi mente aún sabiendo que los recuerdos no se irían nunca pero solo estaría enamorado de esos recuerdos, no de él.

–¿En qué piensas?

Su pregunta me había sacado de todo lo que pensaba en ese momento, todo lo que tenía en mente era volver a Morioh, a volver a estar solo sabiendo que Koichi estaría en la misión encomendada por él y quizá a penas vea a Yukako y lo único interesante de lo que hablaríamos sería de Koichi.
Estar en sus brazos eran reconfortantes y su voz no tenía la seriedad de siempre.

–Nada –respondí como siempre.

No había nada qué decirle.

Y aún así caí como siempre en su mirada, siempre terminando por apoyar mi cabeza en su hombre y sentirme aunque sea por un segundo feliz.

–No quiero que esto acabe –susurré.

Como había sido esperado en ese momento, tomó mi mentón con delicadeza e hizo que lo mirara, con lentitud fui cerrando mis párpados hasta sentir sus labios unirse a los míos por unos cuantos segundos. Era delicado en los besos pero sus manos nunca lo fueron y su mente me ocultaba siempre que no me quedaba más que quedarme callado.
Nos habíamos vuelto a ver el año 2001, había vuelto a Morioh para ver que todo estuve en orden y así fue cómo empezamos a ser más cercanos, la cercanía fue muy rápida, mucho más de lo que pudimos pensar en qué tan cerca empezó a ser pero nada fue coincidencia.

–¿Podemos hablar? –pregunté serio.

Esa vez estaba molesto, no podía creer en lo que había visto entre sus manos y no podía alejarme del pueblo en que había nacido, el lugar que había olvidado y vuelto a recordar, el pueblo que me había vuelto a una tranquilidad junto a mi trabajo.

Me acerqué furioso y cerré la puerta con furia, es entonces que logré captar su atención.

–¿No ves que estoy ocupado?

–No es mi culpa que nunca tengas tiempo pero si le tengas tiempo a lo demás hasta para ocultarme.

Él se levantó, estaba tan furioso como yo.

–Tú haces lo mismo –refutó, iracundo.

–Le contaría a alguien en particular pero resulta que lo enviaste a una misión –crucé mis brazos, dando una breve pausa–. Sabes que iría despacio pero tú te pasas.

Rodeó el escritorio, me tomó por la cadera con tal de apegarme a su cuerpo con suavidad.

–Hablemos después, por favor –pidió, enojado intentando estar en paz–. Ahora no es el momento.

Ese día solo marcó más excusas. Cada excusa me la comía con facilidad, todo tenía que ser perfecto en su vida hasta mentirle a su propio tío. Él fue una de las razones por las que me acerqué a Josuke, no quería que siguiera sus pasos porque no encontraba que fuera el mejor ejemplo como para ser el reconocido detective que es hoy en día.

Aún puedo recordar la desesperación, las veces que quería aferrarme a sus brazos, arrugar su ropa y pedir a gritos y llanto que me soltara, que me dejara ir de una vez porque ya no soportaba todas sus excusas, sus manipulaciones y que minimizara mis palabras. Me sentía intranquilo cada noche que intentaba acercarse con lentitud hacia mi, con esa mirada que buscaba algo en los demás, esa mirada con la que necesitaba algo de mi. Solo era una distracción.
Esa noche en la fiesta era revivir todas las excusas, todas las bobas miradas que resultaron ser vacías al igual que todas sus palabras.

–¿En qué piensas?

Giro mi cabeza para ver quién habría dirigido su palabra hacia mí y la voz me resultaba conocida, por alguna razón me sentí aliviado en verlo solo a él.

–Nada –respondo sonriente–, estoy bien.

Cierro el libro que tenía en mano, me acomodo en la silla y dejo el libro sobre mi regazo. Josuke tan solo se sienta al lado mío, siendo amable en darme una taza de té tras recibirme en su hogar.

–Dudo que sea nada como para que te quedes pegado en la misma página y acaricies el libro con un dedo intentando concentrarte.

Tomo el libro con mis manos, no podía decirle la verdad solo me resigné a mirarle directamente a sus ojos y soltar un largo suspiro. Tampoco podía ser cruel con Jotaro, si jamás le contó entonces no puedo decirle nada porque quedaré de mentiroso en todo esto aún sabiendo que Josuke me conoce.

No quiero arriesgarlo todo por un ex que ni siquiera llegó a valer la pena sin olvidar que ya pasé la página y tengo esta amistad llena de confianza y seguridad.

–De verdad, Higashikata –insisto tranquilo–, es absolutamente nada. Lo prometo.

La última notaWhere stories live. Discover now