CAPITULO 1

1.6K 117 49
                                    

Mis ojos siempre estaban húmedos e irritados. Mis pestañas ya no aguantaban una gota más, sentía que mi cabeza punzaba con un dolor constante como me pasaba más o menos tres veces por semana. Habían pasado tan solo meses desde que el doctor dijo que había empeorado y que debíamos comenzar nuevas inyecciones para contrarrestar la enfermedad, ya no la sentía así, más bien era parte de mi vida, estaba acostumbrada.

Mi madre ese día quería que la acompañara a hacer las compras, si o sí buscaba sacarme de la casa, de mi cuarto, de mi espacio, de mi comodidad. Quise negarme, pero no hubo de otra.

—Camila cielo —La escuchaba llamarme desde el piso inferior —. Vamos, tu hermano ya encendió el auto. —Bufé y bajé, ya no había vuelta atrás.

Mi madre era una mujer hermosa; igual que su alma, era la mujer más tierna del mundo, y agradecía a Dios por una madre como ella. Su cabello esponjado y rizado era lo que agradecía haberle heredado, unos hermosos ojos avellanas, estatura baja y aún con su edad conservaba una figura muy linda. Todos decían que éramos dos gotas de agua, a diferencia de mis ojos, que eran entre verde y marrones claro, no entendía su color, todos lo veían diferente.

La tarde aún regalaba unos rayos de sol, así que tomé mis lentes y bajé para que mi madre no perdiera la paciencia. Miraba mis pies y tomaba el barandal de la escalera para no caerme, ya me había pasado por no mirar donde pisaba, así que muchas veces tenía más cuidado de lo normal.

—Mamá preferiría quedarme —Le dije al pasar la puerta y encontrarla ya subiendo al auto.

—¡Oh vamos cielo! Solo son unas compras —dijo sin cerrar la puerta del auto —, luego podrás estar todo el día encerrada como gustas.

—Bien. —Bufé y subí al auto.

—Tranquila bebé ermitaño, ya pronto regresas a tu cueva —Taató mi hermano de hacer un chiste; uno muy malo por cierto, así que solo le saqué la lengua siendo un poco infantil.

Fueron los quince minutos más lentos de toda mi vida. Trataba de ver por la ventana en el trayecto, pero para mí era más difícil, no se lo imaginan.
Bajamos del auto y Marcus; sí, así se llamaba mi adorado hermanito, pidió lo llamáramos para recogernos, así que entramos a la tienda a hacer las benditas compras.

Mi madre iba con una enorme sonrisa en el rostro, no tenía idea porqué, así que lo dejé pasar, tomó un carrito y empezamos a echar cosas en él.

—Camila ve a aquel pasillo por algo de tomar para la cena, voy a buscar unos ingredientes que necesito —Me indicó mi madre señalando un pasillo como a tres de donde estábamos, así que me dirigí hacia allá.

Esa tienda estaba abarrotada de personas haciendo sus habituales compras, ni siquiera podía tomar la bebida que quería, así que me hice a un lado esperando unos minutos, pero mi teléfono interrumpió mis pensamientos.

**Laila** *Llamada entrante.*

—¡Hola! —Alcé un poco la voz para ser escuchada.

—Mila hermosa, ¿Como estas?.

Laila era una de mis mejores amigas, era una pelirroja con unos hermosos ojos verdes, un poquito extrovertida para mi gusto, pero la amaba.

—Bien Lai y ¿Tú?

—Perfectamente, estaba hablando con las chicas —Sí, tenía otras dos mejores amigas que me volvían loca —. Hace mucho que no nos reunimos, necesito que salgas de tu confinamiento, te extrañamos.

—No es confinamiento Laila, yo no salgo porque no quiero y lo sabes —Reproché su comentario.

—Bien bien, solo queremos verte, ¿Podemos ir mañana a tu casa? —Noté que ya había espacio para tomar la bebida así que me dirigí a tomar una —. ¡Hey Camila!.

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Where stories live. Discover now