CAPÍTULO 35

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Los días pasaron más rápido que cuando prendes un foco, no los vi pasar frente a mi, estaba tan metida en mis pensamientos, que se fueron como agua entre mis dedos.

Una vez más tenía consulta, debía ir a regañadientes sino madre me llevaría de las greñas.

En algo Mason tenía razón, bueno no en algo, sino en todo, resultaba tenerla todo el tiempo, siendo siempre así no entiendo como nunca me cachó en la mentira.

Yo no iba a las consultas por mi, era más que cierto, iba por los demás, para dejarlos tranquilos porque nunca funcionaba un nuevo tratamiento, pero el el fondo siempre cargaba una esperanza en una cestita ahí recluida en algún rincón, esperando el momento para tomarla y sacarla a la luz llenándome de ella.

Por eso y mil cosas más terminaba yo tumbada en mi cuarto sin querer ver el mundo nunca más, porque quería ser una persona llena de esperanza por seguir viendo el mundo hasta que mi vida lo abandonara, pero terminaba siendo cobarde, lo que me llenaba de rabia e impotencia, que no servían de nada, solo me hundían más

El último regalo que me dio descansaba en mi mesa de noche resplandeciendo de hermoso mostrando tan lindos recuerdos, lo que me recordaba los últimos días con él como una pareja oficial.

Definitivamente hermoso, cuando se lo dije a mi madre enloqueció, mi hermano no puso buena cara pero  al final me sonrió al saber lo feliz que me encontraba y lo que él me hacía.

Y ni hablar de las chicas, con ellas no omití detalles de cómo ocurrió todo, lo que hizo que mi amiga soltara un grito de indignación al saber que la susodicha llevaba su nombre.

—Que mancha a mi bello nombre, yo seré una zorra en todo el sentido de la palabra, pero en lo que me dices la califica como arpía, y eso que no has dicho casi nada —se cruzó de brazos indignada.

—Nisiquiera la conoces Laila —defendió Esme.

—¿De qué lado estás? —se cruzó de brazos y Esme no le quedó de otra que levantar los brazos en defensa.

Por otro lado estábamos Abi y yo riendo como focas por su reacción.

Lo que me recuerda que a lo largo de esos días estuve jalandole las orejas a mi hermano porque aún no se atrevía a hablar con mi amiga. Ella necesitaba de esa charla para estar en paz y en parte eso le ayudaba a él a tomar una decisión razonable, conocía a mi amiga y sabía perfectamente que ella le haría ver mejor las cosas si el dejaba de ser tan terco y comenzaba a escucharla con el corazón y no con el miedo que albergaba su cabeza.

°°°°


Ya me encontraba de camino a la clínica con mamá, iba callada y sin ánimos. Pero como siempre ella quería hablar.

—¿Que te pasa hija? —dijo apenas mirándome.

—Nada mamá —fui breve.

—Todos estos días has estado muy animada, ¿Por qué de repente tu ánimo ha caído? —una de sus manos se posa en mi hombro.

—No es nada mamá, no te preocupes —asiente dejándome tranquila.

—Pero te tengo una sorpresa —le frunzo el ceño.

—¿Qué clase de sorpresa?

—La única que te ha mantenido con ánimos todos estos días.

—Mason —dije bajito sabiendo de inmediato su sorpresa, y sonriendo porque me era inevitable.

—Exacto —me regala una enorme sonrisa y sigue conduciendo.

En cuanto llegamos nos informan que el doctor mantenía una consulta en ese momento y que debíamos esperar, así que nos adentramos de inmediato en los pasillos ya conocidos, para esperar por mi turno en mi consulta habitual con mi adorado doctor.

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Where stories live. Discover now