CAPÍTULO 38

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Estaba con la cabeza en otro lado y ya me estaba cansado de las intercepciones de Daniel.

Prácticamente me seguía a todos lados o eso comenzaba a creer dado que lo conseguía hasta en la sopa últimamente.

Esa vez no me quedaba de otra que oírlo para ver si me dejaba en paz de una vez por todas.

—¿Estás mal de la cabeza verdad idiota? —preguntó un poco exaltada Laila.

—Camila —sus ojos no se apartaban de mi.

—Daniel, por favor déjame tranquila —La cabeza comenzaba a dolerme —No tengo cabeza para estas cosas ahora.

—Prometo que si me escuchas y ya después no quieres volver a verme te dejo tranquila, pero por favor, necesito que me escuches —su insistencia estaba llegando a niveles cósmicos y lo mejor era salir del problema.

—Está bien

—¡Camila! —exclamaron detrás de mí, no estaba segura quién de las chicas fue.

—No se alejen mucho, por favor —les pedí y solo me aparté un poco —Sé claro por favor.

—Tienes que creer que yo nunca quise dejarte —voltee los ojos.

—¿Otra vez con eso? —comenzaba a cansarme de lo mismo —Daniel entiende que ya no me interesa, así que no te desgastes.

—Me desgasto porque me interesa, tienes que oir la explicación de lo que exactamente pasó.

—Si terminas de explicar de una vez por todas, más rápido me iré y mucho más rápido me dejarás en paz —espeté molesta.

—Tu nunca conociste a mis padres… —comenzó. ¿Eso que tenía que ver? —Ellos cuando se enteraron de lo que padecías no estuvieron de acuerdo que estuviera contigo, pero eso a mí no me importó —se pasaba las manos por el cabello en señal de nerviosismo —Si no estabas en contacto con ellos no te afectaría y yo no permitiria que me dijeran con quien podía o no estar… —lo interrumpí.

—¿A que va a eso Daniel?

—El problema radica ahí, ellos pensaban que tu me detendrías, que yo por lastima no querría irme nunca o que quisiera estudiar algo muy lejos de lo que ellos querían solo por ayudarte —cada que explicaba más, mucho más me confundía —Cuando todo se agravó no me quedó de otra que pedirles ayuda.

—¿Ayuda? —solté incrédula y confundida —¿Ayuda para qué?

—Quería hacer algo por ti.

—¿Hacer algo por mi? ¿Estás mal? —cada vez me confundía más.

—Sí y sí.

—Daniel —amenacé.

—Necesitaba a toda costa conseguir que tu vida tuviera más sentido.

—¿Donde demostraste eso? ¿Dónde? Es que no me queda claro.

—Camila yo…

—Nada, no hay excusas para lo que hiciste, cuando te enteraste no demostraste ni una pizca del dolor que demuestras ahora, y luego te largaste, así que no vengas con melodramas —solté molesta.

—Mis padres me pusieron entre la espada y la pared, si quería ayudarte debía irme.

—¿Qué?

—Sí Camila, les pedí ayuda para el costeo de un nuevo tratamiento —mis ojos amenazaban con salirse de sus cuencas.

—¿De qué hablas?

—Yo me fui del país para poder ponerme en contactos con especialistas para poner en marcha un nuevo tratamiento que te ayudara —estaba que no cabía en la sorpresa.

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Where stories live. Discover now