CAPITULO 2

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Me levanté muy temprano, debía estar para la consulta a las siete de la mañana, eso ya era tedioso para mí, la costumbre me llevaba a un punto monótono por así decirlo.

Salí mucho antes de la hora con mi madre, por lo que dejé a las chicas aún dormidas en mi habitación. Para mí regreso ya no estarían, así que les dejé una nota agradeciendo su compañía la noche anterior. Amaba a mis amigas, pero la verdad era que prefería estar sola.

El clima de la ciudad era frío, por lo que a esas horas de la mañana todo estaba nublado y aún un poco oscuro, así no podía centrarme en un punto en la ventana, así que de viaje a la clínica opté por mis audífonos y me recosté un poco.

Cuando mi madre anunció la llegada, bajé e hice mi recorrido directo al consultorio del doctor Spencer, era un camino que me sabía de memoria desde los diez años, en el que se me fue diagnosticada la RP, tanto así que ya podría decir que el querido doctor era más que eso, era como un padre para mí, y le tenia una confianza inmensa. Nada que ver con mi padre biológico, que lo único que hizo por mí fue darme el color de sus ojos y esa enfermedad hereditaria por parte de su familia.

Al entrar a la clínica saludé a todos y me fui directo a la consulta, al ser tan temprano sería la primera, así que llegué directo a la puerta y la toqué.

—Adelante —Se escuchó la ronca voz del doctor.

—Buenos días —Entramos con una enorme sonrisa, o por lo menos yo.

—Pero si es la pequeña Camila —dijo poniéndose de pie para recibirnos con un abrazo.

—Ya no soy tan pequeña —Trataba de ser escuchada, por el enorme abrazo que me dió, me había quedado sin aire.

—Yo aún la veo así, pero insiste en que no la llame niña —dijo mi madre con una enorme sonrisa.

—Voy a cumplir veinte años si lo olvidan. —Les sonreí sentándome en la silla habitual frente a su escritorio, el solo negó con su cabeza y una enorme sonrisa en su cara. Amaba a ese hombre.

—Bueno a lo que vamos —Sacó unos lápices, su libreta e instrumentos —. ¿Como te has sentido desde la última consulta?.

—¡Uuff! Como siempre —Solté un gran suspiró y cerré un poco mis ojos para calmar un poco mi ardor y la angustia que todo eso siempre me daba.

—Sé específica cariño, hay que tratar de ser claros para ver si funciona un nuevo tratamiento.

—Bueno, dolor de cabeza, es un dolor punzante, me arden los ojos, no tolero mucho la luz tan brillante y aveces me mareo un poco —Le si una breve explicación.

—Para ti debería ser más incómodo la poca luz, porque así fuerzas más tú campo visual. Vamos a revisarte un poco y te cuento de unas inyecciones para contrarrestar la enfermedad y que tus incomodidades cedan.

°°°

Fue una consulta como cualquiera. Revisión a fondo de mi retina y más. Nos informó acerca de unas inyecciones que estaban siendo probadas en un nuevo tratamiento, que iba a hacer el informe y el pedido para comenzarlo lo antes posible. Eso hizo feliz a mi madre, pero para mí era un tratamiento más, que al final no terminaba ayudando.

Salí como siempre de mi consulta, cada vez que se trataba de mi enfermedad, terminaba desanimada, con los ánimos por el suelo. Nunca he guardado una esperanza y no pensaba empezar justo en ese momento.

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Where stories live. Discover now