D MAIL [YOONMIN]

c i n c u e n t a y o c h o

Tragué contra el dolor, el hueco en mi pecho se comenzaba a abrir y tenía que ser rápido al evitar los costados filosos de mis pensamientos antes de comenzar, el auto se estaba acercando, podía verlo, pero esperaría hasta que me llamara. Rellené los agujeros de inseguridad y me sujeté fuerte de la correa de mi maleta para que no temblasen las manos, mi celular vibró, esa era mi señal.

Me sorprendí a mí mismo estando más triste que asustado, ambas cosas me sabían mal, pero la cantidad de cada una decidía si subir al auto e intentar tomar un taxi hasta el aeropuerto. Subí y me puse el cinturón de seguridad antes de enfrentarlo.

— ¿Qué tal tus últimos días de clases? —al menos logré captar la pregunta, estaba seguro de que había hecho alguna clase de introducción como "Hola hijo" aunque cualquier cosa viniendo de él sonaría como "lo siento, te llevo de vuelta al infierno" intenté luchar contra el asco que se hacia una bola en mi estómago.

—Estuvieron bien—contesté, comencé a buscar un punto, eso funcionaba a veces, concentrarme en algo lo suficiente para dejar las cosas pasar, lo había hecho con las flores, aunque nunca funcionaba lo suficiente lo hacia el tiempo necesario para hacerme detener mis pensamientos suicidas o fugitivos que eran más frecuente mientras más nos acercábamos.

Pasamos por la esquina de la farola donde Jun me recogió para llevarme una fiesta, el momento en que noté lo mal que estaba mi vida, quizás ese fue. No lo había pensado demasiado.

—Te dejare aquí, regresare a trabajar y volveré a tiempo para la cena—estacionó el auto justo frente a la casa, entonces las ventanas de la entrada parecían sombrías, la puerta seguía cerrada y yo me negaba a pensar en ese lugar como un hogar, no era más que un cascaron vacío, alguna vez lleno de mis miedos, ahora todos estaban tan dispersos que aún no encontraba donde estaban mis pies, intenté recordar cómo me sentía con YoonGi hyung, esa sensación de pertenecer.

—Papá, nadie valora tu sacrificio, de hecho, dudo que alguien en esta casa te quiera—dije bajando del auto, su rostro se rompió en vergüenza y quizás algo de dolor, mas no estaba sorprendido—De hecho, quizás te tenga asco.

Me encaminé a casa, el intentó llamarme, pero fue decepcionante ver que no se bajó del auto en un intento por detenerme, ya estaba resignado.

Vine de un lugar que ya no existe, de un hogar que cala del frio y de una madre que nos abortó años después de nacer, no había nada ahí esperando por mí y sin embargo me sentía atado al lugar.

Nunca tuve palabras para hacerla entender, una parte de mí siempre supo que no había palabras que pudieran traerla de vuelta, no había luz para encender sus ojos ni amor para sanar lo que estuvo roto incluso cuando tuvo de sobra.

Abrí, cerré tras de mí, dejé la maleta junto a mis zapatos, el celular en la bolsa trasera de mis jeans, mis manos a los costados, mi vista en las escaleras antes de correrla a la cocina.

Ella estaba ahí, de espaldas, con un vestido amarillo pálido y el cabello suelto en un desastre oscuro que apenas cubría parte de su cuello desde que lo cortó.

Borracha, fue lo primero que pensé al verla tropezar mientras metía la cara al lavabo para limpiarse el rostro.

Muy temprano, me dije a mi mismo, subí las escaleras para ir a mi habitación.

Todo era un desastre, la poca ropa que había dejado estaba en el suelo, las puertas del closet abiertas, la ventana no tenía cortinas y la cama no tenía sabanas.

—Pensé que costaría más arrastrarte de vuelta, eres una mierda—JiHyun estaba en el marco de la puerta, suspiré y me ceñí al plan.

—Tú nunca te fuiste ¿Quién es peor? —JiHyun pareció sorprendido de mi respuesta, generalmente lo dejaría pasar, sí. No era el caso—¿Está borracha?