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La mañana siguiente, volvió a nevar sobre Konoha.

Era su último día antes de pasar cinco días en vela supervisando el examen en el bosque de la muerte.

Con una manta sobre los hombros bajó hacia la planta baja, adentrándose en el salón principal y encontrándose con su tío leyendo algo en un pergamino, sentado sobre el suelo con las piernas cruzadas.

Como todo sobrino consentido que solía ser- hace algunos años.- cayó sobre la espalda del mayor, recargando completamente su peso sobre el hombre, escuchando a Madara quejarse mientras intentaba apartarlo.


— Obito, ya no eres un niño. Quítate. — su tío dijo, aún leyendo el pergamino.

— ¿Tienen café? No recuerdo haber comprado la semana pasada. — dijo en cambio, recargando la cabeza sobre el hombro rígido del otro Uchiha, mirando hacia el techo. Él tenía ganas de café desde hace una hora atrás, cuando soñaba que bebía una taza de café mirando la nieve. Él haría realidad ese sueño, definitivamente.


— No.— Madara respondió, soltando un suspiro mientras enrollaba nuevamente el pergamino. — Aquí nadie bebe café.


— Iré a comprar, entonces. — aviso, poniéndose de pie de un salto. Bajó la vista hacia Madara, frunciendo el ceño. — ¿Cómo te sientes? — preguntó con cautela.


— Bien. — su tío respondió secamente, abriendo nuevamente el pergamino y desviando la mirada para ponerse a leer como hacía anteriormente. Volvió a suspirar. — Te guarde del desayuno. Está en la mesa.


— Por eso eres mi tío favorito. — dijo dándose la vuelta y caminando en dirección a las escaleras. Compraría el dichoso café y después regresaría a desayunar- a mediodía.













Era difícil caminar sobre un sendero lleno de nieve, pero nada iba a impedir que llegara a la tienda de suministros en el centro de la aldea.

Quizás podía ir a visitar a Kakashi. Anoche no pudo ir- él simplemente regresó a casa sintiéndose extraño. Y dormir no fue una tarea difícil. Quería recostarse a su lado y cubrirlo del frío con su manta favorita.

Soltó un bostezo mientras caminaba con lentitud, a pasos pesados. Llegó en pocos minutos a su destino, yendo directamente por el café molido que vendían y pagando minutos después con una pequeña sonrisa al hombre que atendía, llevando algunas fresas frescas para Madara y dulces de menta para Hashirama, sabía que eran sus favoritos.

Él caminó de regreso, poniéndose de mal humor cuando más nieve se atravesó en cada uno de sus pasos, dificultándole la caminata. Miró hacia sus pies y trató de quitar la nieve de sus zapatos, soltando un suspiro frustrado cuando llegó a la conclusión de que de todos modos terminaría con más nieve sobre los pies. Podría saltar por los tejados de las casas, era más fácil.

Al alzar la mirada para mirar cuanta nieve había sobre el tejado del local de enfrente, se encontró con alguien que jamás imaginó encontrarse de frente.

Tenzō.


Se congeló en su lugar, mirándolo a la distancia con una bufanda cubriendo la parte inferior de su rostro- él estaba usando su uniforme de ANBU. Y no parecía consciente de su presencia.


Obito no supo qué hacer, así que se escondió detrás de la columna de un restaurante, frunciendo el ceño en su dirección. Quizás debería hablar con Tenzō, él tenía bastante que decir. Y hacer.


Tiempo 🌿 ObikakaWhere stories live. Discover now