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El día que tenían que regresar a Konoha llegó tan rápido como un parpadeo, los días pasaron a penas imperceptibles a sus ojos. Contrario a navidad, en Año Nuevo ellos se la pasaron en casa. Con ayuda del jutsu de agua de Tobirama y la bola de fuego de Madara, consiguieron hacer algo similar a las aguas termales en el patio trasero de la casa. Fue agradable para la baja temperatura que habían estado viviendo en los últimos meses.

No había salido de su habitación en toda la mañana, empacando sus cosas con la mayor lentitud posible para retrasar más su partida. Estaba decidido; él iba a volver a Amegakure. No se quedaría en Konoha.

Estaría en Konoha por al menos una semana, al menos en el tiempo que durarán los enfrentamientos preliminares de los exámenes. Él renunciaría a su puesto en la aldea y volvería a Amegakure.


Eso a menos que cambiara de opinión, pero lo veía como un imposible. Claro, mientras no se encontrará a Kakashi y lo hiciera dudar de sus decisiones– como siempre.


Abrió la puerta de su habitación con suavidad. Madara había estado listo desde hace algunas horas y solamente lo estaba esperando a él para irse. Soltó un suspiro, acomodando el cuello de su abrigo con saña. Él no quería irse.


Camino por el estrecho pasillo hasta el inicio de las escaleras, deteniéndose en seco cuando escuchó a su tío hablando con Tobirama en voz baja. Obito ya no iba a mentirse a sí mismo diciendo que no le gustaba chismear los problemas ajenos. Él ciertamente, era un chismoso sin causa. Bajo unos cuantos escalones, apegándose a la pared sin hacer demasiado ruido para no ser descubierto y poder escuchar con mejor claridad lo que sea que estuvieran hablando los dos adultos en la sala de la vivienda.



—... Y si las cosas no resultan bien, de todos modos sabes que siempre eres bienvenido en Konoha. No importa que haya sucedido, si un día decides regresar, tienes mi puerta abierta, rata preocupada. — la voz de su tío estaba tranquila y suave. Obito apretó la mochila sobre su hombro.



— No es que me preocupe lo que pase aquí. Me preocupa lo que pase contigo. Es probable que no te vuelva a ver hasta... bueno, quizás nunca jamás. — la voz de Tobirama se escuchaba más lejana que la de su tío, pero estaba indudablemente en la misma habitación.


— No digas eso, rata tonta, nos volveremos a ver. — hubo un corto silencio que Madara rompió con rapidez. — Realmente me gustaría que solucionaras todo con Hashirama, yo sé que él aún te aprecia– eres su hermano, sabes. Y deberías comenzar a formar una familia con alguna persona. Hay muchas personas.


— Sabes que yo no soy esa clase de hombre, Uchiha. — Tobirama dijo, manteniendo la habitación en silencio después de eso. Habló al cabo de unos minutos.— Mi corazón ya fue entregado hace tiempo.


Obito sabía a que se refería. Entregó su corazón a un hombre casado– casado con su hermano.


— No debiste...


— Yo no lo decidí así. Él solito se regaló.

— Tobirama...

— Ya, eso no importa ahora. — Obito asomó una parte de su cabeza para poder ver la situación. Tobirama estaba de pie frente a la ventana, mientras que Madara estaba sentado en uno de los sillones, con su maleta sobre él mismo. — Volverás a Konoha. Esto no tiene sentido ahora.


Los ojos de Madara estaban fijos sobre sus manos, entrelazadas sobre su regazo. Sus dedos moviéndose los unos con los otros en un gesto nervioso que Obito había visto pocas veces en el pasado.

Tiempo 🌿 ObikakaWhere stories live. Discover now