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[Vamos a intentarlo otra vez, hasta el fin, todo porque... Te quiero]
Advertencia: capítulo con contenido +18 jiji
Narra Maite
—Maite, eres realmente el significado de perfección.
Esas palabras fueron las que hicieron que me volviese loca. Me senté en la cama y jugueteé con su polera mientras él me miraba como si yo fuera la única cosa existente en el mundo. Era increíble como no sentía vergüenza, como no me cohibía delante de él, en estos momentos lo que menos sentía era inseguridad.
Se sacó la polera dejándome ver los tatuajes que yo más amaba en el mundo, su abdomen estaba mas trabajado que la vez anterior, mirarlo era algo magnífico... Tocarlo lo era aún más, permití que mis manos se desplazaran sobre su abdomen. Se reclinó a mi altura y me besó otra vez, su boca fue demasiado exigente al moverse sobre la mía y yo no me quedaba atrás, el deseo de sentirlo era aún mayor. Tomé el elástico de su buzo y se lo bajé poco a poco, no alcancé a hacer más cuando él me llevó hacia atrás haciendo que mi espalda chocara contra el colchón. Lo observé mientras se desnudaba, exclusivamente para mi.
—Dime Maite, ¿estás segura de esto?
Yo ya tenía claro las cosas que quería y estar con él a este nivel de profundidad que solo los dos sabíamos llegar era una de esas cosas.
Se acercó hasta mi y lo besé como solía hacerlo antes, demostrándole todas las ganas que tenía de estar con él. Entendió mi respuesta y me besó directamente en cuello, saboreó mi piel por algunos momentos y me dio un mordisco, arqueé mi espalda y él aprovechó eso para rápidamente desabrochar mi sostén. Sus besos esta vez descendieron hasta mis pechos, se me soltó un leve gemido cuando tiró de uno de mis pezones con sus dientes. Terminó besándome por absolutamente todo el cuerpo, me tocó haciéndome sentir como en las nubes... Me bajó las bragas y sentí como un escalofrío recorría mi cuerpo de pies a cabeza, finalmente estaba completamente desnuda ante él. Su cabeza se enterró entre mis piernas y al sentir esa sensación que ya había olvidado, tomé un puñado de sábanas en mis manos y eché mi cabeza hacia atrás mientras disfrutaba como su lengua hacía contacto con mi clitoris, grité su nombre un par de veces, cuando giró su lengua y la introdujo en mi interior gemí más fuerte de lo normal. Cerré los ojos fuertemente al notar que el orgasmo estaba casi llegando. Él lo notó y lo supe porque movió su lengua aún más y sin pudor alguno.
—Erick...—gemí entonces cuando sucedió. Mi espalda se arqueó y la sensación que tuve fue simplemente inexplicable, las olas de placer no terminaban y su nombre no dejaba de salir de mi boca.
Mientras mi pecho subía y bajaba debido a al excitación, llevé una mano a la boca intentando callar un poco los gemidos que venían solos... Aparte, hace tanto tiempo que no lo hacía me había dado un poco de vergüenza. Él quitó mi mano y me obligó a mirarlo.
