capturado por un pervertido

9 1 0
                                    

Horu estaba siendo llevado a bordo del barco de cierto capitán sin embargo este trataba de negarse, y en un descuido logró soltarse sin embargo el capitán le puso una corona de flores naranjas haciendo que este comenzará a obedecerlo.

–Jajaja... Ahora ven aquí, no quiero que intentes escapar niñito... –dijo el capitán amarrando a Horu a un poste, cuando en eso Ren que se había unido a la búsqueda de Horu lo encontró siendo sometido por esos piratas.

–¡¡Oigan!!... –les grito mientras corría hacía ellos para tratar de rescatar a Horu, sin embargo era más que obvio que no lo lograría sólo, unos tipos lo tomaron de los brazos y Ren se dio cuenta del estado de Horu, este estaba en un trance hipnótico.

–¡¿pero que le hicieron?!... –dijo al verlo en esa condición –Aunque el vestido no le quedá nada mal...

–¿Tu eres amigo de Horu?... –le preguntó el capitán.

–Emmm... Algo así, prefiero el término amigos con derechos –dijo cínico.

–Jajaja... Pues dales una buena noticia al resto diles que si no me dan esta cantidad de oro, voy a matar a este niño sin un poco de piedad... –dijo entre carcajadas, mientras le ponía una corona morada a Ren con una nota de la cantidad de oro pedida, y lo arrojaban del barco al mar, mientras el capitán y toda su tripulación por fin desembarcaban.

–vaya, vaya... Si fueras mujer serías toda una belleza –dijo mientras lo sostenía del mentón, y veía cada detalle de ese pobre trapito.

Mientras Ren casi se ahogaba en el mar, sin embargo un sentimiento de hambre (literalmente) le comenzó a surgir, y empezó a comer todo lo que encontrará.

–Soy un idiota... –decía mientras comía un atún aún así crudo y lloraba –¡no pude rescatarte!... ¡¡Soy un imbécil!!... ¡¡Debilucho!!...

En eso Satoru y Carmín que también habían ido a buscar a Horu se encontraron con Ren, pero lo que fue más curioso, es que este llevaba esa corona de flores que se les hacia conocida.

–Oye Ren... –dijo Satoru acercándose a este que trataba de devorar una tabla de madera.

–Que... No ves que me estoy lamentando...

–Bueno no es muy importante es sólo la corona de flores que traes... ¡¡Que gran estilo!! –dijo Satoru impresionado, haciendo que Ren llorara más fuerte y que Carmín quisiera darle con la tabla en la cabeza.

–¡¡Estas tonto Satoru!! –dijo Carmín quitándole la corona a Ren –esta corona no es nada bueno, ¿De donde la sacaste?

–un capitán anciano me la puso cuando intente rescatar a Horu, y me tiro al mar... ¡¡Soy un fracaso!!

–Espera... Un anciano con un enorme barco y muchas coronas de flores de distintos colores y con pociones de amor.

–Si... Eso creó...

–Entonces si es el que pienso... Satoru, hay que ayudar a Horu...

–¿Pero como? Y que hay del bebé...

–Puede quedarse con la abuela, ahora lo importante es rescatar a Horu, y tu Ren vendrás con nosotros –dijo Carmín llevando a rastras a Ren, mientras Satoru los seguía aunque estaba un poco celoso porque Carmín llevaba a Ren de la mano.

Llegaron al barco en dónde todos estaban reunidos, mientras debatían las razones de Horu para escapar.

–Oigan... Tengo muy malas noticias, Horu fue secuestrado por el capitán anciano, ya saben el pervertido.

–¿Espera el loco de las pociones de amor? –pregunto Mioru.

–Él mismo... –dijo Carmín, en eso Ren recordó la nota y dijo.

–Y piden esta cantidad por su rescaté –dijo Ren, Mioru tomó la nota y exclamó.

–¡¡¿QUE?!!... ¡¡Un millón de monedas de oro por su rescate!!... ¡¡Al diablo mejor ahí que entregarle un cerdo!!

–Mioru... Debemos arreglar esto, recuerda que Horu todavía no esta bajo control, si sigue así su lado demonio se va a descontrolar.

–Si, pero no podemos hacer nada... De dónde vamos a sacar esta cantidad, dudo que el rey nos ayudé...

–Es verdad –dijo Aima y miro al demonio que se distraía jugando con una pelota.

–Oye tú... Necesitamos tu ayuda...

–No puedo interferir en nada, si fuera por mí lo hubiéramos rescatado hace siglos...

–Es en serio... ¿No puedes? De todas formas hagas lo que hagas no podrás cambiar lo que ya esta echo, usa tu magia... Cobarde –le dijo Aima, este se levantó del suelo e hizo llover un montón de monedas sobre el barco.

–¿Pero como?

–Soy un demonio algo especial, poseo magia ilimitada por servicios a Lucifer.

–ya veo... Bien vayamos a por Horu...

–Por mi puede quedarse con ese capitán... –dijo Dark mientras iba con desilusión, la verdad el carácter de Horu lo lastimaba.

–¿En serio piensas arriesgar a quien amas con ese tipo? –le regaño el demonio, mientras Aima trataba de que este no hiciera una tontería.

–Dudo que le pase algo... Después de todo ya no me interesa... –dijo Dark soltando sus lágrimas.

–Dark... Tal vez sólo... Debas de perdonarlo... –dijo el demonio y de sus manos hizo aparecer el collar que Dark había trozado.

–Lo he arreglado... –dijo entregándoselo, Dark suspiró y tomó el collar.

–Entonces... ¿Debemos ir a buscarlo? –pregunto curioso.

–Así es, y creó saber en donde estará vamos que de por si el camino es muy largo...

–Bueno... Entonces vamonos –dijo Dark mientras veía el collar entre sus manos.

Mientras en la isla que el anciano usaba a modo de refugio, Horu estaba en una situación vergonzosa muuuuyyy vergonzosa.

–¡¡¿Porque estoy vestido así?!!

–Niño escucha si quieres que nadie te haga daño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–Niño escucha si quieres que nadie te haga daño... ¡¡Sirve de algo!! Ahora ve y sirve las cervezas a mis tripulantes... –le grito el anciano, Horu se sentía ridículo haciendo esto, pero no tenía más opción a todos les agradaba ese trapito y con decir que algunos le tocaban el trasero y otros trataban de levantarle la falda.

Horu se estaba hartando de ellos, pero en eso pensó en seguida que ya no tenía nada por hacer, se sintió perdido después de que huyó y prácticamente ahora debía vivir como la "sirvienta" de aquel capitán algo pervertido, sin embargo tenía problemas más graves algunos lo veían con miradas perversas y lujuriosas, Horu temblaba por el miedo e incomodidad que esto le causaba pero debía lidiar con ello.

Umi No Ōji Horu: Akahi Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora