Capítulo Dieciséis

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Avery estaba observando a Mark, después de dormir plácidamente no quería interrumpir el sueño de su compañero. Este se veía tranquilo después de enfrentar diversas crisis de ansiedad. No quería interrumpir su estado de calma.

Mientras estaba pensando en lo que sería de los demás y los días que habían transcurrido desde que se separaron. Como el reloj que tenían los trajes dejaron de funcionar, ella llevaba una cuenta de días en su bitácora.

La segunda noche Levi y Alicia cayeron al rio.

El quinto día esas extrañas criaturas los obligaron a separarse. Esa misma tarde encontró a Mark

No sabía si Blaz, Sarah y Rumi estaban juntos.

Llevaban dos días en ese boque oscuro, avanzando con el vehículo que tenía un modo de camuflaje.

Sentía que había pasado una eternidad, pero realmente solo llevaban siete días ahí. Empezaba el octavo, pero para ella parecían años.

Años acelerados.

Rio ante ese absurdo pensamiento.

—Estoy pensando estupideces —murmuró, creyendo que el aura del bosque la tenía afectada.

El pelinegro se movió al escucharla, pronto despertó de sus dulces sueños.

—¿Cuánto llevas despierta?

—No lo sé —Admitió.

Estuvieron un largo tiempo en silencio, este era tenso.

—¿Por qué? —empezó el pelinegro, pero se arrepintió rápidamente.

—¿Qué cosa? —El chico negó—. Ya has empezado, solo dilo.

Este desvió su vista, incómodo.

—Nos han estado ocultando cosas —acusó.

Ella suspiró, sabía que tarde o temprano alguno de ellos tomaría el valor para preguntarlo.

—Ustedes también lo hicieron.

—¿Qué? —dijo luego de reírse nerviosamente.

—Las mentiras por omisión son fáciles para ustedes. Tenía una sospecha que acabas de confirmar.

—¿Lo sabes o no?

—¿Qué ustedes fueron creados por la ingeniería genética? —expuso— Sí, no hay información registrada en la red de la isla que no sepa.

—¿Alguien más lo sabe?

La castaña pensó en mentirle, realmente fue su primer instinto, aun así, estaba cansada de eso, secretos y omisiones que solo fragmentaban la confianza del grupo.

—Levi lo sabe —admitió—. Fue el único al que se lo dije.

—¿Por qué? —dijo con mueca— ¿Por qué no se lo dijiste a todos?

Después de mediarlo un segundo, se permitió ser tan abierta como no lo había sido en años.

—Porque tengo esperanza —Este la miro impactado—, una en que ustedes no son como los monstruos vestidos de humanos en el consejo.

El pelinegro no se mostró sorprendido por esa información. Lo que le confirmó a Avery una triste verdad.

—¿Hace cuánto lo saben? —interrogó con precaución, el joven la veía con arrepentimiento.

—Poco después de que llegaras.

—Ya veo —murmuró.

Eso era malo, no quería llegar conclusiones precipitadas, aunque su mente le insistiera en estas.

Isla ApiWhere stories live. Discover now