Capítulo Veintitrés

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—¿Podría ser nuestra oportunidad? —susurró Rumi, estaba sentada en el alfeizar de la ventana.

La charla con Saxer fue poco productiva para ella, aunque obtuvo respuestas, se creó nuevas preguntas. Habían pasado algunos días de ello.

Ahora se encontraba observando a la ciudad entre nubes.

Pensando en cómo estarían sus compañeros.

Especialmente Sarah que era tan frágil.

—Ojalá sigan vivos —comentó.

Hablaba consigo misma para acallar sus pensamientos, aunque quiera preocuparse solo por ella, era imposible no hacerlo por esas personas con las que había viajado, a las que le ordenaron vigilar.

Su misión en esa dimensión estaba siendo un fracaso.

No podía importarle menos, estaba cansada de rendir cuentas a ese obsoleto consejo.

—Si tan solo pudiera traerla aquí, podríamos olvidarlo todo.

Pensó en los días anteriores

Como la comunicación se cortó misteriosamente.

Sonrió ante ello, estaba segura de que la castaña tenía que ver con ello

Entonces ¿Por qué no hizo nada para detenerla?

—Es mejor así —Se respondió.

Se sentía más libre, dejar su papel de lado era maravilloso.

No más fastidiosa espía que estaba contra ellos.

No más mujer que cumple órdenes.

No más irritante compañera.

Solo Rumi, una mujer con dotes extraordinarios para los combates, que disfrutaba de conocer cosas nuevas y las peleas cuerpo a cuerpo.

Por los días que estuviera en aquella dimensión podría volver a ser ella.

Sin papeles que interpretar, ni cuentas que rendir.

—Ella estaría feliz de verme así.

Aunque tenía una preocupación. Al hablar con el Lekh, este no quiso contarle todo, lo que la llevo a seguirlo esos días. Las costumbres no se van de la noche a la mañana.

De esa forma descubrió algo que preferiría no saber.

Algo que pondría como locos a los viajeros.

Una inevitable realidad que tendrían que enfrentar.

***

—¿Es momento de sacar el helicóptero? —preguntó Blaz.

Alicia rio a carcajadas.

—Solo tú me seguirías el juego con una frase así.

Kuger carraspeó

—No será necesario —señaló algo que estaba frente a ellos.

Una cabina de forma esférica, esperaban al final de la tierra.

La ciudad flotante estaba sobre un enorme acantilado al que no se le veía final, ya que estaba cubierto con niebla.

Era imposible que alguien sobreviviera a una caída así.

—Que elegante transporte.

—No solemos usarlo, tenemos otros métodos, pero este es para las visitas.

—El rico humillando al pobre —bromeó Alicia.

Ingresaron a la cabina que desde afuera se veía plateada, pero al estar dentro se podía apreciar hacia el exterior como si estuviera rodeada de espejos.

Isla ApiWhere stories live. Discover now