Capítulo Veinticuatro

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Maratón 2/3 


—Rumi —soltó Sarah con voz ahogada.

La mujer asiática estaba vistiendo una especie de túnica blanca que, hacia resaltar el color negro de su cabello, también los tatuajes que cubrían su piel.

—Qué bueno que siguen vivos —dijo como si nada, antes de adentrarse al cuarto, estaba comiendo algo, se veía despreocupada.

—Sí, fue algo difícil —admitió Alicia, no se veía afectada por la presencia de la mujer que daban por muerta.

Sarah y Mark compartieron una mirada antes de lanzarse sobre la recién llegada y abrazarla.

—Creí que estabas muerta —musitó la pelinegra.

—Se necesita más que una caída de muchos metros para matarme —Le restó importancia al asunto.

La morena rio por sus palabras, era lo que diría ella.

—Estábamos realmente preocupados, mi hermana no ha podido dormir bien estas noches —explicó el mellizo, luego le susurró—. Ella se culpaba por tu muerte.

La mujer negó.

—Si hubiese muerto, seria consecuencia de cumplir la misión, así que no sería culpa de nadie.

La melliza estaba a punto de echarse a llorar sin creerse que su amiga estaba viva.

—Eres curiosamente más agradable ahora —Alicia la rodeo—. Creo que volver de la muerte si cambia a las personas —dijo con un tono más divertido.

—¿Cómo sobreviviste? —soltó Blaz perplejo, la había visto caer, realmente pensaba que estaba muerta.

—Digamos que tuve ayuda.

Los otros jóvenes observaban atentamente como llenaban de preguntas a la mujer asiática.

—Supongo que ya estas al día del cambio de planes —mencionó Levi probando que tanto sabia.

—Por supuesto —afirmó esta mientras mordía una especie de fruta—. Matar a los miembros del consejo, evitar que se filtre la ubicación de la isla, acabar con la raíz del problema evitando así la invasión.

Lo dijo como si se tratara del clima, el joven la regañó con la mirada.

—Puede que para ti sea fácil esto del asesinato —comentó Avery—. Para la mayoría de nosotros que no hemos atentando contra la vida humana es más difícil que ello, por eso necesitamos un buen plan y preparación psicológica.

La mujer fingió pensar.

—Yo los matare —decidió al fin—. No tienen por qué manchar sus manos, las mías ya lo están, así que no será problema —aseguró—. Además, será satisfactorio, un combo completo.

Los mellizos la observaron horrorizados, no habían procesado sus palabras.

—Lo siento chicos, para nadie es un secreto que no decidí ser lo que soy.

—¿Una espía? —supuso Blaz.

—La asesina del consejo —respondió—. Estoy cansada de que esos viejos me usen a su antojo, así que no tienen que preocuparse porque los traicione o algo.

—Te ayudare —soltó la morena de repente.

Los jóvenes la miraron impactados.

—Genial, un par de manos con experiencia nunca vienen mal.

Isla ApiWhere stories live. Discover now