Capítulo Dieciocho

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—Hace mucho tiempo en la creación de universo y las dimensiones, los dioses decidieron que lo más conveniente era que cada uno creara una dimensión y se encargara de cuidarla, poner en ella todo lo que consideraran mejor. Así fue como nuestro dios creo a Ruh, esta dimensión donde cada habitante tiene una profunda conexión con la naturaleza, con el entorno en el que decidimos vivir.

—¿Ruh? —preguntó Mark sin darse cuenta.

—En idioma humano seria Espíritu.

Viendo las intenciones del pelinegro por seguir preguntando, Alicia le puso una mano en el hombro, este entendió de inmediato que sería mejor mantenerse callado, atento a la historia.

Escucharon a los otros felinos reír.

—Espíritu es una dimensión que funciona muy diferente a la humana, aunque existan otras dimensiones con mayores diferencias, se nota a simple vista que nosotros nos parecemos en pocos aspectos —continuó la leona—. Hemos estudiado a los humanos por años, cruzar los portarles es algo que no hacemos con frecuencia, pero sabemos acerca de ustedes, gracias a la información que inconscientemente nos han dado.

Al ver las posturas rígidas de los jóvenes frente a ella, decidió sacarlos de una duda que ella conocía muy bien.

—No tenemos contacto con ningún humano —aclaró—. Por lo menos, no en su dimensión. No nos interesa lo que nos pueda brindar una especie que se está guiando a si misma a la extinción a pesar de que lo detectaron a tiempo, no decidieron hacer nada por revertirlo.

Negó y empezó a adentrarse en la cueva, a medida que avanzaron, los jóvenes pudieron ver dibujos plasmados en las paredes de esta.

—Volviendo a la historia —retomó—. Nuestro dios decidió hacernos especiales, darnos una conexión con otras criaturas de aquí, que sería irrompible, verdadera y eterna. Es así como los Ruhianos somos asignado a un espíritu y este es asignado a nosotros, pero esto no ocurre desde que nacemos, al llegar a cierta edad pasamos un ritual. Son lo que ustedes llamarían Almas gemelas, pero este concepto va más allá para nosotros, es más que una relación romántica o sexual, es algo profundo e indescriptible, nuestro proceso de unión es irrompible, ya que todos pasamos por él una vez en nuestra vida.

En las paredes se veían ilustraciones de las hadas, creciendo en el bosque mágico mientras que en otro lugar crecían personas normales, muy parecidas a los humanos, pero con un profundo respeto a la madre tierra, después se mostraba lo que los jóvenes suponían era el ritual de unión, después de esto había tres símbolos que estaban ubicados al final de tres caminos que los ruhianos y espíritus podían tomar.

Era algo impactante de ver, porque los colores con que estos eran pintados les hacían sentir emociones que en otro momento ignorarían.

—No entrare en los detalles de cómo funcionan las uniones, eso no me corresponde explicarlo a mí, pero puedo contarles cómo se divide este mundo. Las zonas en las que vive cada Ruhiano después de su decisión.

Al fondo de la cueva se veía un mapa, pintado con tal claridad y realismo que Avery estiro su brazo para trazar el dibujo.

—Ustedes han llegado por uno de los portales, como pueden ver hay muchos, aunque estos están ubicados a kilómetros de distancia, por eso no pudieron verlos.

—Más portales —murmuró Levi.

—Hay una zona segura, es como el hall de nuestra dimensión, está adaptada a los conocimientos que tienen de nuestra dimensión lo viajeros que llegan por ellos. Es por esa razón que se veía tan similar a su hogar.

Isla ApiWhere stories live. Discover now