Capítulo Veintiséis

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El tiempo se les escurrió entre los dedos.

Rumi era una creyente de que así funcionaban las cosas.

—Cuando necesitas que el tiempo pase rápido la espera se hace eterna —Había dicho—, Pero dile a ese desgraciado que espere y pasará volando.

Ella sabía mucho de eso gracias a las múltiples misiones que hizo en la tierra, en el exterior. Cuando tuvo que hacer cosas que odiaba, llegaban la una tras otra y sus pocos momentos de paz eran arrebatados por eternos encargos, uno peor que el otro.

Gracias a esa experiencia no se sorprendió cuando noventa días corrieron sin piedad, faltaba una semana exacta para el ataque, un par de días para viajar por el portal y detener esa locura.

A pesar de todo, el tiempo no paso en vano, hicieron cosas grandiosas mientras podían, desperdiciar un segundo era inconcebible.

Mucho menos ahora que sabían lo rápido que pasaba en la tierra.

Así fue como la mujer pudo observar de cerca que todos estaban concentrados en sus objetivos. Avery y Levi no dejaban de planear y considerar las posibilidades, no querían dejar nada al azar, aunque supieran que era imposible predecir todo.

Blaz no tardó en aprender todo lo que podía sobre Ruh, sería el objetor de conciencia, la plática de paz antes de que los humanos decidieran lo que harían, la última oportunidad antes de que llevaran a cabo una masacre.

No lo harían Avery ni Levi, ellos estarían ocupados con otras cuestiones.

Mark y Sarah harían parte del equipo del rubio, en caso de que las cosas salieran mal serian una increíble distracción para el consejo, eran realmente hábiles metiendo argumentos científicos que un grupo de personas tan apegados a esto no podrían negar.

Eso no evitaba que ellos hicieran parte del plan original, sus brillantes mentes iban a ser de mucha ayuda a la hora de borrar cualquier rastro de otra dimensión en la tierra.

Alicia haría trabajo de campo, se aseguraría que las personas que estaban en contra de la guerra llegaran al portal y cruzaran antes de cerrarlo definitivamente. No lo haría sola ya que obtendría ayuda del otro lado.

Con los contactos que Avery y su padre tenían en la isla.

Una tarde, semanas atrás, en medio de los preparativos y luego de días de estar junto a su padre en el que nadie lograba a entender en que perdían su tiempo, ellos comunicaron una noticia trascendental.

—Hemos logrados comunicarnos con Max —El encargado de seguridad de la isla.

Muchas preguntas siguieron a esa declaración con la única respuesta.

—También está del lado de los rebeldes —Así llamaban a los opositores del consejo, quienes querían evitar la invasión—. No lo entendí al principio, porque su charla era tan apasionada y extraña cuando nos despedimos en el portal, pero me alegra que haya dejado una señal que pude interpretar después.

Aunque muchos tuvieron dudas, Avery y el señor Myers estaban convencidos de que el hombre estaba de su lado.

—Es un viejo amigo mío —Aclaró el señor—. Siempre ha tenido ideas pacifistas, confío en él, además la reunión que tuvimos por medio de un dispositivo encriptado lo confirmó.

Owen Myers era un genio informático como su hija, aunque lo correcto sería afirmar que era al revés. Su tiempo en Ruh lo volvió aún más brillante con los conocimientos que tenían los Lekh, acerca de tecnologías que los humanos no podrían imaginar nunca.

Isla ApiWhere stories live. Discover now