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MÚSICA
Run Boy Run — Woodkid

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Capítulo 0
Ya es hora

Margo guardaba las pocas pertenencias que le quedaban en la bolsa de plástico que había usurpado de uno de los contenedores fuera del edificio cerca de uno de los callejones. Un diario, una gorra y una billetera era lo poco que había rescatado de aquella habitación, todas las tardes pasaban a hacer revisión y ella solía esconder sus posesiones bajo una tabla rota del suelo para que nadie se las quitara, aunque siempre dejaba simples barajas para que nadie sospechara. A causa de aquello había perdido mucho dinero.

Sin embargo, hoy era el día, la noche que ella y Xenia dejarían esa pocilga para vivir la vida como debían haberlo hecho desde hacía mucho tiempo.

La muchacha se concentró e intento viajar a travez de las paredes a la mente de su mejor amiga, su habitación... si así se lo podía llamar a aquel mugriento lugar. Se encontraba a unos siete cuartos de distancia corriendo por el pasillo, pero el cemento no era un impedimento para ella.

Xen, ¿lista?

Espero a que ella le contestara, solo hacia falta que pensara la respuesta y Margo la escucharía con claridad. Habían practicado aquello desde que prácticamente se habían conocido por lo que no había nada que las detuviera.

Lista.

Margo sonrío satisfecha mientras colgaba la bolsa sobre su hombro.

Te veo en el salón.

Nadie sabía lo que ellas dos podían hacer y es que para su beneficio, decidieron esconder sus potenciales para que no las aislaran como hacían con varios niños que desafiaban las reglas del orfanato. Y aquello les había salido bastante bien hasta el día de hoy, aunque algunos sospechaban por algunos incidentes que las ponían en evidencia.

Margo empujó con suavidad la puerta de su angosta habitación, ni siquiera tenía una ventana para saber la hora de día, aquel lugar era una pesadilla. Decidieron hacerlo por la noche, que de por si había mucha seguridad por los pasillos, pero como todos solían estar en sus habitaciones quejándose del hambre o del aburrimiento, los guardias estarían bastante ocupados.

Margo se asomó por entre el marco y con cautela observó por ambos extremos del largo pasillo oscuro, otra de las ventajas de hacerlo por la noche era la poca luz. El dueño del orfanato Oscar no pagaba las cuentas y ya hacía varios años que habían cortado todos los suministros del edificio, por lo que la guardia de noche se hacía con linternas, y las linternas no siempre lo alumbraban todo.

Esa era su ventaja.

La muchacha vio a uno de los guardias de su piso en una de las sillas a la derecha, con una mano sosteniendo su linterna y con la otra un periódico amarillento no llegaría a verla. Aprovechó su oportunidad y con el mayor sigilo que pudo trotó hacia las escaleras que por desgracia eran de madera, una madera que rechinaba las veinticuatro horas.

Margo vio las puertas de las habitaciones continuas a la suya. En una de ellas supo que Giselle se encontraba dentro, tenía unos diecisiete años y la conocía desde que había entrado en aquel asqueroso lugar, y sabía que a ella solían trasladarla a varios lugares turbios, cada vez que la veía recordaba aquellos gritos de cuando la sacaban a la fuerza de su habitación para llevársela.

El orfanato era un lugar horrible, a las menores de edad las prostituían y Giselle no era la excepción, Margo sufría por ella cada vez que la arrastraban por el pasillo. Ella y Xenia jamás habían pisado aquellos lugares tenues, no porque no las quisieran ahí, sino que gracias a sus habilidades, podían escaparse antes de que se las llevaran.

𝐀𝐂𝐀𝐃𝐄𝐌𝐈𝐀 𝐋𝐀𝐍𝐂𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑 ✔️Where stories live. Discover now