𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 19

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Tras cruzar todo el patio tomé asiento en el ya común árbol y me recosté con la mochila como almohada. Suspiré y toqué suavemente los golpes que tenía en mi estómago, recordando la noche anterior.

–¡Ya no te reconozco! –gritó papá golpeando la mesa de la cocina.

Miré a mamá y ella rápidamente tomó a mis hermanas y las llevó a su cuarto, sabiendo lo que se avecinaba.

–Ya basta papá –apreté los labios, conteniéndome.

Últimamente papá había estado muy agresivo. Yo podía soportar sus golpes y gritos, pero no me gustaba que mis hermanas escucharan todo esto.

–¿En qué fallé? –se quejó tomando su cabeza–. ¡Dímelo!

–¡En nada! Esto es lo que soy –lo miré enojado y me acerqué a él–. Es lo que siempre he sido, ¿por qué no puedes aceptarlo?

–No...quiero a mi hijo de vuelta –negó mirándome con asco.

–Soy yo, papá...nada ha cambiado –me interrumpió con un fuerte empujón dejándome en el suelo.

–¡Cállate! Tú no eres mi hijo...–dijo antes de darme una patada en el estómago.

–¡Basta, por favor! –no podía pararme. El aire abandonaba mis pulmones y solo podía mirarlo desde abajo.

–Aprenderás por las malas...–sus golpes no pararon, y después de unos minutos simplemente desapareció por las escaleras.

Respiré cuidadosamente antes de levantarme y dirigirme a mi cuarto. Después de cerrar la puerta con llave me tiré arriba de la cama y me dormí al instante, pidiendo que los agudos pinchazos en mi estómago pararan.


–¡Louis! –la voz ronca de Harry llegó a mis oídos y antes de poder abrir los ojos el chico ya se encontraba arriba mío, dejándome sin aire.

–Hazza...–me quejé por el dolor y lo tomé de los hombros para alejarlo un poco, recibiendo una mueca por parte de él.

–¿Todo en orden? –preguntó viendo como tomaba mi estómago entre mis manos.

–Si, sólo me duele un poco el estómago, es todo –sonreí y me senté correctamente.

Tras unos largos segundos mirándome, Harry acercó su mano a mi camiseta y la levantó, dejando al aire los horribles colores de los golpes.

–Lou...¿él...? –rozó los golpes con la punta de sus dedos, provocándome un escalofrío.

–Fue papá –hice una mueca y bajé la camiseta, avergonzado–. Está bien Harry, no es la primera vez, lo sabes.

Y me mordí la lengua, arrepentido. Eso no había sonado tan mal en mi cabeza.

–¿Y crees que eso es normal? –frunció el ceño mirándome–. Ya estoy cansado de esto, él no puede golpearte.

–Solo déjalo, ¿si? –lo miré y a los segundos sentí como pasaba sus brazos por mi cintura y escondía su rostro en mi cuello.

–¿Te duelen? –preguntó haciéndome cosquillas en el cuello con su respiración. Reí y me removí un poco.

–No mucho –acaricié su espalda mientras hundía mi nariz en su cabello–. No te preocupes.

–¿Eres idiota? –se separó un poco para mirarme–. Por supuesto que me preocupo por ti, ¿no es obvio?

–Me encanta cuando tomas el papel de sobreprotector, te ves tierno –sonreí besando su nariz.

–No es cierto –susurró y volvió a esconderse en mi cuello–. Y no me cambies el tema, estamos hablando de ti.

–Creí que ya habíamos terminado –bromeé y escuché un gruñido por su parte–. ¿Qué?

–¿Qué puedo hacer para ayudarte? –se separó nuevamente frunciendo el ceño.

–Hazza, me basta con que estés aquí, conmigo –sonreí y lo tomé entre mis brazos tirando de él hacia atrás, quedando recostados.

–No me gusta verte golpeado –susurró y me miró desde mi pecho–. Y me enoja aún más saber que no puedo hacer nada para impedirlo.

–Solo dejemos el tema, ¿de acuerdo? –besé su cabeza y suspiré mirando las hojas del árbol. El otoño había llegado y los días eran cada vez más helados.

A muchos no les gustaba esta época, pero yo la amaba. Me gustaba el frío y poder vestir abrigos y bufandas, era reconfortante.

–¡Aquí están! –el grito de Liam me sobresaltó y al levantar un poco la cabeza pude ver a mis amigos caminar hacia nosotros.

–¿Donde más estaríamos? –preguntó obvio Harry. Y es que este árbol se había convertido en nuestro punto de encuentro.

–Uh, bájale dos rayas –bromeó Zayn sentándose frente a nosotros con los chicos. Harry solo bufó y se escondió en mi cuello. No pude evitar sonreír y acercarlo más a mí.

Después de que las clases terminaran y nos despidiéramos, cada uno se fue a su casa. Al llegar a la mía un mensaje de Harry llegó a mi teléfono.

Era una foto de él y su hermana, contándome que finalmente Gemma estaría libre de la universidad unos días y se quedaría con ellos.

Y de solo ver la gran sonrisa en el rostro de Harry mi corazón se aceleró y cuando me di cuenta, tenía una gran sonrisa en el rostro.










C.

QUERIDO ABUELO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora