𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 17

164 25 39
                                    


Luego de que el profesor me diera permiso para ir al baño, salí corriendo del salón para ir directo a los baños. Harry había estado muy callado esa mañana, y no sabía en qué salón de clases estaba en ese momento, así que mientras abría la puerta del baño le envié un mensaje. No pasaron dos segundos cuando el sonido de un teléfono hizo eco en el baño.
Fruncí el ceño y saqué nuevamente mi teléfono pensando que había sido el mío, pero no era así. Me agaché para ver los cubículos y pude ver un par de converse desgastadas en el último baño. Sabía con exactitud quién era el dueño de esas zapatillas.

–¿Harry? –me acerqué a su puerta y toqué suavemente. Podía oír unos pequeños sollozos al otro lado cosa que me preocupó–. Harry, abre la puerta.

–Vete Louis –la voz del chico se quebró al final y tragué saliva sintiendo un dolor en el pecho.

–Por favor Hazza, abre la puerta –no se oía nada más que silencio mezclado con los pequeños sollozos–. ¿Confías en mí?

Pasaron unos segundos antes de que el cerrojo sonara y suspiré antes de empujar la puerta.

Y juro que nada me había dolido más que ver esa escena.
Harry se encontraba sentado en el suelo del baño abrazando sus piernas. Pero eso no era todo. Tenía unas débiles manchas de sangre en su muñeca derecha.

–Harry...–mordí mi labio con todas mis fuerzas. Un escalofrío atravesó mi cuerpo y sentí como mi corazón se aceleraba, asustado–. Cariño, ¿qué has hecho?

–Yo...yo solo...por favor vete Lou –escondió su rostro entre sus manos–. Solo vete.

Negué con la cabeza, aún sabiendo que él no podía verme y me senté a su lado. Tomé delicadamente sus hombros y lo moví de manera que su espalda quedara contra mi pecho y él entre mis piernas. Pasé mis brazos por su cintura y dejé un pequeño beso en su hombro, sintiendo como se apoyaba en mí.

–Tranquilo –susurré en su oído. Acomodé mi mejilla en su hombro mientras buscaba a tientas una de sus manos–. Todo estará bien, Harry.

Cerré mis ojos con fuerza sintiendo como las lágrimas se acumulaban en ellos. Era doloroso ver así a Harry, tan vulnerable y herido. Sentía un dolor en el pecho y de solo pensar que él se sentía tan mal hasta el punto de llegar a dañarse me hacía sentir frustrado. Y me asustaba pensar que esta no haya sido la primera vez.

Nos quedamos así unos largos minutos, no sabría cuantos exactamente. Pero cuando los sollozos pararon, Harry se giró un poco para mirarme.

–Lou...–sorbió un poco su nariz antes de volver a mirarme–. Yo...

–Está bien –sonreí pasando mi pulgar por sus mejillas para limpiar sus lágrimas–. No tienes que explicar nada.

–Gracias –susurró bajando la mirada. En ese momento también lo hice y pude ver unos cortes en su muñeca derecha.

Tomé su mano despacio e inspeccioné las heridas con sangre seca en ellas.

–Por favor no hagas esto –dije acercando su mano para dejar un beso en su dorso. Por suerte los cortes eran superficiales–. Por favor no lo hagas.

–¿Por qué lloras? –dijo frunciendo el ceño. Imité su acción y toqué mi rostro sintiendo mis mejillas húmedas. No sabía en qué momento había comenzado a llorar, así que sequé con rapidez mi rostro.

–Porque odio ver que te hagas daño, Harry – vi como sus lindos ojos verdes volvían a llenarse de lágrimas y tomé su rostro en mis manos–. Odio verte sufrir y no poder hace nada al respecto.

Sequé una lágrima que caía por su mejilla y suspiré, intentando calmarme. Me aterraba la situación y la idea de él dañándose, pero no podía demostrárselo. Necesitaba mantenerme calmado.

–Harry, iré a la enfermería a buscar algo para limpiar esas heridas, ¿de acuerdo? –acaricié su suave rostro y sonreí antes de pararme.

–No me dejes solo –me miró aún desde el suelo.

–Vuelvo en seguida, lo prometo –me arrodillé para besar su cabeza–. No te muevas.

Corrí como nunca lo había hecho en mi vida. Ni siquiera en las jodidas clases de deporte había corrido tan rápido. Al llegar a la enfermería y encontrar la sala vacía, tomé una pequeña botella de alcohol, un poco de algodón y unas vendas. Lo guardé todo en los bolsillos de la sudadera y corrí nuevamente por los pasillos hasta llegar al baño. Esta vez cerré la puerta con llave y volví a entrar al último cubículo para ver a Harry en la misma posición que lo había dejado.

Entré y me dejé caer frente a él mientras sacaba las cosas de mis bolsillos. Tomé un poco de algodón y deposité alcohol en él.

–Arderá un poco –tomé su brazo y lo acerqué para limpiar la herida. Harry se quejó un poco pero no movió el brazo–. Lo siento.

–Está bien –negó mirando como limpiaba sus heridas–. Louis...

–¿Si? –lo miré un segundo antes de botar el algodón y vendar su muñeca.

–No quería hacerlo –vi como tragó saliva y me miró–. Solo fue un momento de debilidad.

–No tienes que explicarme nada Harry –dejé de vendar su muñeca para mirarlo–. Solo necesito que me prometas que no lo volverás a hacer.

–Lo prometo –contestó rápidamente.

–No puedes romper la promesa –me acomodé mejor frente a él y lo miré–. Y quiero que sepas que estoy aquí para ti. Si te sientes mal, no importa la hora ni el lugar, yo vendré por ti.

–Gracias Lou –sonrió un poco y pude ver sus lindos hoyuelos. Inconscientemente subí una mano a su mejilla y la acaricié.

–Amo verte sonreír –dije y pude notar como sus mejillas se sonrojaban. Reí y me acerqué un poco más–. Y más cuando te sonrojas, te ves muy lindo.

–No es cierto, me veo horrible –hizo un pequeño puchero y me fue imposible no bajar la mirada a sus rosados labios.

–Por supuesto que no –sonreí y me acerqué a besar la punta de su nariz. Hubiera dado lo que fuera por besar sus labios, pero quería que supiera que estaba ahí para él y éste no era el momento adecuado–. Eres hermoso Harry, y no lo digo solo por el físico.

–Ya basta, no digas esas cosas –susurró, pero aún así sonrió.

–¿Por qué?

–Porque las voy a creer –se encogió de hombros.

–Es una lástima, porque ahora me tendrás todos los días encima de ti –reí y acomodé uno de sus rulos–. Solo para recordarte lo maravilloso que eres.

–¿Por qué haces esto? –me miró y pude ver clara confusión en sus ojos.

–Porque...–tragué saliva antes de pensar bien mi respuesta. No quería ser rechazado por el único chico que provocaba que mi corazón se acelerara.

–Porque...–me animó a seguir. Y al ver sus lindos ojos verdes supe que tenía que decirlo.

–Porque te quiero, Harry –bajé mi mano y suspiré, nervioso por su mirada.

–También yo –dijo luego de unos segundos. Miré embobado sus hoyuelos sintiendo como mis mejillas ardían ante sus palabras–. También te quiero, Lou.

Tomó mi mano y comenzó a jugar con mis dedos en silencio, él mirando nuestras manos y yo mirándolo él, pensando qué o quién será el culpable de hacer sentir mal a una dulce criatura como él.



Y ese fue el comienzo de todo.






C.

QUERIDO ABUELO Where stories live. Discover now