Seis

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Mimi 

El sol se fue colando por la ventana y es que claro, nos quedamos dormidas con las persianas subidas. Me removí ligeramente, abrí los ojos y tenía a Miriam justo en frente de mí, completamente dormida, abrazada a mi cuerpo como si fuera un bote salvavidas. El juego de los primeros rayos de luz con su cara relajada y sus mechones rebeldes. Arrugó la nariz cuando notó el crecimiento del rayo sobre su piel. Se movió en busca de mi cuello, donde se acurrucó. Noté su cara hundirse en el hueco entre mi hombro y mi cuello. Su piel contactando con la mía. Sus manos hicieron más fuerte el agarre en mi cintura. Sonreí. Miriam se revolvió en mi cuerpo y poco a poco sacó la cabeza de mi cuello. Adormilada abrió lentamente los ojos. Esos ojillos marrones que podían ser dulces como la miel o un puñal que se hundía dentro de ti y te inyectaba su veneno a la vez que te dejaba malherido de una atracción letal. 

- ¿M-Mimi?-preguntó desubicada con la voz ronca.

Esa voz ronca pronunciando mi nombre. Esa ternura que me había invadido se había disipado un poco, no me escondo. 

- Te quedaste dormida mientras te abrazaba por la tormenta.-expliqué echando un mechón de su pelo hacia atrás. 

Achinó los ojos, repasó mi cara con su mirada, analizó la postura en la que estábamos y separó sus brazos de mi cintura. Resoplé.

- L-Lo siento.-dijo cuando fue consciente de la postura en la que habíamos dormido.- No debes haber pegado ojo, habrás estado súper incómoda.-dijo incorporándose rápido.

- Bueno, he dormido como hacía tiempo que no dormía.-dije suspirando.

Se le notaba nerviosa, incluso incómoda. En fin, el precio de la realidad. Su cabeza era un eterno interrogante, ¿cuál era la verdadera Miriam? ¿la que me pedía que le abrazara, la que me miraba la boca con una mirada felina que quemaba o la que salía corriendo cuando se daba cuenta de la situación?Me levanté de la cama y fui hacia el armario para cambiarme de ropa. Obviando su presencia, me desnudé sin reparo delante de ella. Rebusqué en el armario y me preparé encima de la butaca unos leggins, la camiseta del tour Akelarre negra y una sudadera morado berenjena. 

- Gracias por la sudadera.-dije girándome hacia ella.

Repasó con su mirada mi cuerpo de arriba a bajo, con la boca entreabierta. Ahí dejó de importarme un carajo qué leches era "el gran día", solo quería seguir provocándola y que pasara lo que tuviera que pasar.

- D-De na-da.-dijo tras un breve silencio.- S-Si quieres, póntela y ya me la devolverás.-añadió nerviosa.

Sonreí, Miriam era de todo menos disimulada y en aquel instante, agradecí su descaro. No mentiré me encantaba sentir su mirada sobre mí y ver que aunque tratase de frenar lo que su cuerpo le pedía, su mirada era incapaz de disimularlo.

- Gracias, guapa pero no hace falta. Ya traje de mi casa.-respondí con una sonrisa en mis labios.

- Yo también me voy a cambiar.-dijo saliendo de la cama.

Asentí y me giré. Pasó por mi lado, le miré de ojo, ella me miró a mí fugazmente, de arriba a bajo y apartó rápido la mirada. Tragó saliva y suspiró. Ladeé mi sonrisa y se me escapó una leve risita.

- ¿De qué te ries?-preguntó la leona abriendo su ala del armario.

- Nada, nada.-dije divertida negando con la cabeza.

- No, di.-insistió con una sonrisa en la cara.

- Pues que disimulas fatal.-respondí a medio vestir.- Pero ey, que no pasa na', puedes mirar to' lo que quieras.-añadí antes de que articulara palabra.

BANDERA BLANCA - Miriam²Where stories live. Discover now