Veintiséis

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Mimi

Se quedó callada durante un período de tiempo que me resultó incomodo, inquietante, ¿qué pasaba? No entendía aquel silencio, pero menos todavía su semblante, el cual se tornó en serio, pensativa e incluso, podía ver en sus ojos un ápice de miedo. Alargué mi mano hasta su mejilla, la cual acaricié poco a poco. Aquel gesto la sacó un poco del trance en el que llevaba sumergida desde que le había hecho la pregunta.

- Miriam, ¿está to' bien? -pregunté confundida.- Si no quieres venir no pasa na', o no puedes o lo que sea.-añadí preocupada por su reacción.

Me miró, resopló y agachó la cabeza. Su mente iba a mil por hora. Aquel ambiente tan extraño que se posó sobre nosotras me recordó a todos esos miedos que Miriam había pasado durante la gira. Miedos que iban y venían, que siempre terminaban saliendo por mucho que ella tratara de dejarlos atrás. Pero no entendía qué miedo podía estar revoloteando por su cabeza en aquel momento.

- ¿Qué pasa por esa cabecita?-pregunté llevando el dedo índice y corazón a su mentón para alzar su cabeza.

Tomó aire antes de formular una respuesta, como regalándose unos instantes más de ese bucle que se tejía en su mente.

- Es que... -dijo tragando saliva nerviosa evitando el contacto visual.- Es que no quiero...

- ¿Qué no quieres, rubia?-pregunté con una sonrisa dulce, aunque por dentro temblaba ante la posibilidad de que toda esa seguridad que parecía haber adquirido se esfumara y volviera la Miriam de los miedos terribles.

- No quiero que todo se termine si subo...-dijo con temor en sus ojos.

- ¿Qué todo se termine? ¿Por qué debería terminar?-pregunté desconcertada.

Aquella respuesta se alejaba del todo de lo que mi mente se esperaba. Esa respuesta denotaba dudas y no sabía qué prefería. Resopló y movió la pierna con nerviosismo.

- Ey, rubia, tranquila.-dije posando una mano en su muslo.- Cuéntame de qué tienes miedo, yo te escucho.-añadí acariciando su mejilla.

Tomó aire y me miró de nuevo, seguía inquieta.

- Es que me da miedo que ahora la cosa vaya rápido y te aburras de mí, que esto se quedé en una noche y ya.-reconoció con pesar en sus palabras.

- Miriam, mírame.-dije acariciando su pómulo.

La gallega me miró con una mirada algo contrariada, sonreí con dulzura. Aquellas dudas las intuí normales dada la situación, no había sido un día especialmente fácil para ella. Desconocía una gran cantidad de cosas de lo que había pasado en Galicia, también de todo lo que había sucedido antes de la llamada. Sabía que le habían faltado detalles en sus explicaciones, posiblemente porque no estaba preparada para darlos. Todo estaba muy fresco aún y no podía exigirle una firmeza que sabía que no podía tener todavía. 

- No me he aburrío de ti ni un poquito en todo este tiempo, ¿te crees que iba a aburrirme de ti ahora? No sé qué es lo que quiero, pero solo sexo no es. Ya lo tuvimos y aquí estoy.-dije con una sonrisa en los labios.

- Mimi...-dijo en un murmullo.

Sus ojos se empezaron a inundar de lágrimas y yo no dudé ni un momento en envolverla entre mis brazos. Se acurrucó en mi cuello como pudo, puesto que nos separaba la palanca del cambio de marchas, el freno de mano y el pequeño reposabrazos. Noté en mi cuello su suspiro. Enredé mis dedos en su rubia y ondulada melena. Con delicadeza acaricié su pelo hasta que noté cómo se relajaba un poco.

- Miriam, pa' mi no eres un polvo de una noche.-dije separándome un poco de ella.- No lo eras esta mañana, no lo vas a ser ahora.-añadí acariciando su rostro.

BANDERA BLANCA - Miriam²Where stories live. Discover now