Veintidós

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Miriam

Saqué rápidamente el teléfono de mi bolsillo y allí encontré muchísimas llamadas perdidas de Efrén, Inés y mi madre. También una avalancha de mensajes por WhatsApp de diferentes chats. Decidí pasar un poco de eso y fui directa a llamar a Inés, mientras salía de casa en busca del coche para llegar cuanto antes al Marañón.

Un tono, dos tonos, tres tonos, ... Así hasta 27 veces, pero nada. No me lo cogía. Aquello ya empezaba a ponerme muy nerviosa. Bajé con el ascensor hasta el párking, puesto que no había escaleras que conectasen el bloque de pisos con el párking. Una vez las puertas del ascensor se abrieron, fui casi corriendo hacia mi Mercedes blanco.  Subí, arranqué el motor y conecté por bluetooth el teléfono al coche. Mientras salía del párking volví a llamar a Inés. Un tono, dos tonos, tres tonos, cuatro tonos,...

- ¡Miriam!-dijo tras el otro lado de la línea.

- Inés, ¿qué pasó? Estoy de camino al Marañón.-dije incorporándome a la carretera.

- Bfff... Ven y ya aquí te explico, estamos en urgencias, Efrén te esperará en la puerta, porque estamos en un box y el caminito es lioso.-dijo rápido.

- Pero adelántame algo.-pedí mientras me paraba en un semáforo.

- No te preocupes, Miri, nos vemos ahora.-dijo Inés antes de colgar.

Aquello justamente el efecto contrario. Lejos de tranquilizarme me preocupó más, ¿Por qué Inés no quería contarme nada? ¿Qué tan grave había podido suceder? Aceleré un poco jugando con el límite de velocidad permitida por ciudad. Cuando llegué aparqué en el párking subterráneo y avisé a Efrén para que saliera a buscarme. Con un paso rápido llegué a la puerta de acceso a urgencias. Allí estaba mi hermano con cara de preocupación peinándose el tupé con nerviosismo.

- ¿Qué pasó?-pregunté preocupada cuando llegué a su altura.

- Mamá.-dijo suspirando.- Se puso histérica después de que te llamara y ya fue la explosión.-dijo mientras entrábamos al hospital.- Y bueno, pues entre tanta tensión a papá le dio un infarto.-dijo nervioso.

- ¿Un infarto?-pregunté sorprendida y desubicada.- Pero Efrén ¿tan heavy ha sido todo?-pregunté asustada.

- Pues al nivel de que a papá lo operan de urgencia y mamá está siendo atendida por una crisis nerviosa.-respondió suspirando.

Se me descompuso el cuerpo. No daba crédito a lo que estaba escuchando. Una parte de mí se sintió terriblemente culpable de lo que había sucedido. Sentía que si tal vez no hubiera tomado aquella decisión de una forma tan abrupta, las cosas hubieran sido diferentes. Sentía miedo de que pudiera pasarle algo a alguno de ellos. Algo más grave.

- Eh, Micky.-dijo Efrén sacándome de mis pensamientos.

- Dime.-respondí sin quitarme de encima aquel halo de preocupación y culpabilidad.

- No quiero que pienses ni un instante que esto es culpa tuya.-dijo mi hermano elevando el dedo índice.

- Pues lo siento así.-respondí mientras seguíamos avanzando por aquel laberinto de pasillos que para mí eran todos iguales.

- Párate un momento.-dijo Efrén agarrándome el brazo justo antes de entrar al box donde suponía que estaría mi padre.- Tal vez las cosas se hubieran podido hacer diferente, pero si todo pasó como pasó fue porque el otro tampoco estaba muy por la labor de que la boda hubiera terminado diferente. Pero después, de la culpa de que mamá entrara en este estado de negación, la tiene ella misma. Deja de sentirte responsable de absolutamente todo, Miriam.-dijo serio mi hermano.

BANDERA BLANCA - Miriam²Where stories live. Discover now