Diez

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Mimi

Frío. Eso fue lo que recorrió mi cuerpo al escuchar aquellas palabras de Cepeda. Miré a Miriam buscando algún gesto que me indicara que aquello era mentira, una broma más de Luis, aunque dentro de mí sabía que aquello no era mentira. Me encontré con una mirada delatadora. No era broma. Ella estaba sorprendida por la bomba que había lanzado Luis. Negué con la cabeza y aparté la mirada de ella. Me sentía utilizada, engañada incluso. Sabía que seguía con Pablo pero, ¿casarse? ¿en serio? ¿por qué me había ocultado algo así? Todos empezaron a gritar felicitaciones y a correr hacia ella para felicitarle. Ricky me miró expectante.

- Impresionante.-dije y me bebí de un trago todo el vino de la copa.

- Frena rubia. Habla con ella, no puede ser todo tan sencillo.-dijo Ricky agarrándome del brazo.

- ¿Hablar? Ricky, hemos follado, hemos follado y no me ha dicho que estaba prometida con el gilipollas de Pablo, ¿tú crees que me apetece hablar ahora mismo con ella?-dije alterada.- Lo único que me apetece es volverme a Madrid y no volver a cruzármela.-añadí rellenándome de nuevo la copa.

- Mimi, echa el freno.-insistió el mallorquín tratando de agarrarme la copa.

- Ricky, ¿Cómo te lo digo? Ya soy mayorcita, déjame, ¿sí?-dije atrayendo la copa hacia mí.

- Si eres mayorcita, compórtate como tal y habla, como las personas mayorcitas.-me regañó Ricky.

- Que te jodan, Ricardo.-respondí cabreada.

Agarré la botella de vino, me giré y salí al jardín. Estaba enfadadísima y decepcionada, ¿por qué se había atrevido a dar todos los pasos que había dado conmigo estando prometida? ¿en qué lugar estaba yo? ¿había sido una especie de despedida de soltera? ¿un juguete con el que experimentar? Bebí de nuevo prácticamente todo el vino de la copa. Mi mente no paraba de formularse preguntas. No entendía nada aquella situación. A su vez, me daba rabia haber vuelto a caer en aquella encrucijada, volver al punto de inicio, volver a sentirme un juguete en sus manos. Me molestaba que aquello me doliera. 

- Mimi tia, vente ¿qué haces ahí?-preguntó Roi desde la puerta del jardín.

- Ya voy.-dije resignada volviendo a rellenar mi copa. 

De un trago me la bebí y volví a rellenarla. Me levanté y noté cierto mareo debido a todo el alcohol que había ingerido en un plazo tan corto de tiempo. Miré la botella, estaba vacía. Caminé hacia la puerta, al lado de esta había una basura así que deposité la botella de vidrio y entré dentro. 

- Bueno para celebrar esta sorprendente noticia haremos una mini fiesta. Pero en el pub del pueblo.-dijo Ana.

Magnifico, una fiesta, justo lo que necesitaba en aquel momento. Bebí el vino de mi copa y subí hacia la habitación en busca de mi riñonera donde guardé mi monedero y el teléfono. Mientras guardaba las cosas en mi riñonera escuché unos pasos acercarse a la habitación. La puerta se abrió. Se quedó ahí quieta. Sabía perfectamente quien estaba en el umbral de la puerta. Esa manera de pisar el suelo era inconfundible. Se quedó callada. Me levanté y me dirigí hacia la puerta con el deseo de salir de la habitación. Pero Miriam no estaba por la labor. Me planté frente a ella, con un gesto muy poco amable. Me daba igual. Estaba enfadada y no iba a disimularlo. No era yo quien la había cagado.

- Mimi, puedo explicarlo.-dijo tragando saliva.

- Yo creo que está todo clarísimo.-respondí con una indiferencia que realmente no sentía.

- Mimi, por favor, déjame que te lo explique, de verdad.-dijo acercándose a mí.

- Ni me toques, Miriam.-dije en tono brusco.- Déjame pasar.

BANDERA BLANCA - Miriam²Où les histoires vivent. Découvrez maintenant