Dieciséis

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Miriam

Leí el mensaje un par de veces. No sabía muy bien qué responder, ¿sería feliz? No lo sabía, esperaba que sí. Como mínimo me había quitado de encima el lastre de vivir una vida que no quería o que no terminaba de sentirme 100% satisfecha con ella. A partir de aquel momento me tocaba decidir qué vida quería. Pero obviamente, no debía decidirlo todo ese día, debía darme mi tiempo, dejarme respirar, investigar de nuevo dentro de mí, redescubrirme. Entonces, me surgió otra duda, ¿qué pasaría con Mimi a partir de aquel momento? Estaba segura de algo y era que lo que me despertaba no era admiración, ni una simple amistad. 

- Vuelvo mañana a Madrid, ¿podemos hacer un café en Malasaña?-escribí y envié el mensaje.

Necesitaba aquella conversación, necesitaba ser clara, dejar de esconderme hasta de mí misma. Necesitaba descubrirme de verdad, hacerme las preguntas que debía hacerme y no tener miedo a las respuestas. No quise quedarme pendiente de la respuesta de Mimi, en aquel momento lo que necesitaba era quitarme todo lo que resonaba a boda.

Me quité el vestido con rabia, me desmaquillé y me metí en la ducha del baño de mi habitación. Abrí el grifo y dejé que el agua recorriera cada poro de mi piel. La sentí como si con ella se llevara aquella vida de la que me deshacía. Por unos instantes sentí paz. Una paz que llevaba anhelando mucho tiempo. La paz de haber retomado el rumbo de mi vida, aunque evidentemente, aquello implicaba hacerle frente a lo que había sucedido en la iglesia. Debía dar explicaciones a los míos, a los que habían sacado uñas y dientes por mí. Lo merecían. Pero quise disfrutar de aquella ducha reparadora, iba a dar explicaciones pero desde la calma, desde la verdad. Empezaba mi nueva vida y esa debía ser la demostración de que realmente empezaba una nueva etapa.

Mimi

Estaba con Ricky comiendo en un japonés cercano a mi casa. Después de la vuelta del reencuentro estaba prácticamente instalado en mi casa. Me había quedado bastante más chafada de lo esperado tras todo lo que supuso aquel reencuentro y sobre todo, tras cómo terminó. Por Cepeda nos habíamos enterado de que la boda era justo aquella mañana, como no en Galicia. Después de cómo fue aquel último día, la conversa con Mireya y cómo vi a Miriam, sentí la necesidad de enviarle un mensaje, ni que fuera algo cordial. Tenía la sensación de que no iba al 100% segura y eso me encogía el corazón porque, aunque no quisiera reconocerlo demasiado, me preocupaba un poco por ella.

- "Espero que seas feliz."-envié.

- Maricona, qué escribes tanto tú en ese iPhone.-dijo Ricky sacándome de mis pensamientos.

Rápidamente bloqueé el teléfono y lo dejé sobre la mesa.

- Nada, nada.-dije.- ¿Ya te has decidido por que makis pillar?-pregunté tratando de desviar la atención.

Algo obviamente imposible con Ricky.

- Ya, claro, los makis. Oye, tú no le habrás mandado un mensajito a cierta persona que hoy se casa y que te tiene como un alma en pena desde hace una semana, ¿no?-preguntó dando un trago a su Coca-Cola.

Resoplé y apoyé la espalda en el respaldo de la silla.

- No he dicho nada raro, solo que espero que sea feliz. Si eso es lo que quiere pues que le vaya bien.-me justifiqué.

- Ya, para nada es algo de primero de melancolía.-respondió con una sonrisa pícara.- Anda maricona, pídete unos makis y deja ese teléfono quietecito.-dijo tendiéndome la carta.

Mientras revisaba los makis mi cabeza no podía parar de pensar en ella, en esa boda de las narices que me traía por el camino de la amargura, ¿Por qué carajo debía casarse? ¿Eso no estaba desfasado? Al menos, a mí en ese momento la idea del matrimonio me parecía de lo más sobrevalorado del planeta. Mientras navegaba por mis pensamientos a la par que hacía ver que estaba decidiéndome por qué makis escogía, mi teléfono vibró y la pantalla se iluminó frente a nosotros. Rápidamente bajé la carta y miré el teléfono.

BANDERA BLANCA - Miriam²Where stories live. Discover now