Capítulo 3

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Las últimas tres horas las había dedicado para ponerme algo cómodo y para empezar a colgar la ropa en el armario. Hecho eso... No pude resistirme más en probar mi nueva cama, apoyé la cabeza en la almohada y me sumergí en un sueño profundo.

Dos horas más tarde me encuentro sentada en la cama con el portátil sobre las sábanas revueltas. Ya había caído la noche y desde la habitación puedo oler la cena que Olivia lleva rato preparando mientras hablo con mi padre a través de videollamada.

—Olivia es un amor, no sé cómo voy a pagarle todo lo que está haciendo — digo analizando la reacción de mi padre.

No me sorprende en absoluto ver su amplia sonrisa en respuesta. Aunque sabía que ya no quedaba amor entre ellos, el cariño perduraba. Mi padre nunca me había contado cómo se conocieron realmente, siempre había quedado todo en un misterio. Solo tengo el recuerdo del día que me dijo que nos mudaríamos. Ni siquiera conocía la existencia de otra mujer desde que mi madre se separó de él, y de la noche a la mañana ya estábamos viviendo en pleno centro de Nueva York con otras personas, jugando a ser la familia perfecta.

—¿Has ido a ver dónde queda la academia esa de ballet? — niego —¿Y al local?

—Papá... Te recuerdo que he llegado hace tan solo cinco horas. A la academia iré mañana para ver las instalaciones, solo me he informado para ver a cuanto queda de donde ahora vivo — recalco la última palabra provocándole una sonrisa —Y tampoco está tan lejos, en coche claro... Y en cuanto al local, tengo muchos días para ir a verlo y pensar qué hacer con el.

El fallecimiento de mi abuela me había hecho de la noche a la mañana heredera de un local en Manhattan. Ese local era especial en mi familia, había pasado de generación en generación. En sus tiempos fue considerado el restaurante mejor valorado de todo Nueva York, hoy en día... Era tan solo un sitio cerrado y abandonado desde hacía ya doce años.

—Cuando vayas recuerda hacerle algunas fotos, quiero ver el estado.

—Tranquilo, lo haré — alcanzo la maleta que aún está en el suelo y abro el bolsillo de fuera para coger un juego de llaves —Y... ¿Cuál de todas estas abrirá la puerta...?

Mi padre ríe al otro lado antes de dar un sorbo de café mientras frunzo el ceño al parecerme oír algo en el piso de abajo.

—¿Qué pasa?

—Me había parecido oír la puerta de casa.

Y así era, un minuto más tarde la voz de Olivia hablando con alguien me alienta de que es hora de presentaciones.

—Me tengo que ir, papá. Mi instinto no se equivocaba. Hablamos más tarde.

—Recuerda no hacerlo tarde, tenemos horarios distintos. Un beso hija.

Claro, otra cosa a la que tendría que acostumbrarme... La diferencia horaria.

Tras una breve despedida cierro el portátil y lo dejo encima de la mesilla. Guardo la maleta en el armario y hago la cama antes de bajar. Me dejo guiar por las voces y acabo en la cocina. Olivia está cortando verduras en una tabla de madera mientras que, a su lado, un niño la observa y la habla entusiasmado sobre algo. A pesar de lo extrovertida que suelo ser, ese momento lo encuentro de lo más vergonzoso. Ese niño debería pensar qué hacía una extraña entre ellos, y no lo puedo culpar por ello.

—Me ha dejado en casa, pero me ha dicho que no tardaría.

—Entonces eso en el idioma de tu hermano significa que tardará — escucho la voz de Olivia cada vez más clara —¿Cómo fue hoy la clase?

—Hoy ha sido la primera vez que he podido dominar la tabla sin caerme. ¡Cogí aquella ola y salí disparado, mamá! Fue increíble — dice el niño antes de verme.

DARKER © ✔️Where stories live. Discover now