DARKER © ✔️

Capítulo 11

A la mañana siguiente un olor rico a tortitas y la claridad me despierta. Me incorporo un poco para mirar a mi alrededor recordando que estoy en el sofá. Me pesan los párpados y solo quiero seguir durmiendo, así que lo hago. Es domingo y quiero quedarme sin hacer nada toda la mañana, pero esa meta no dura mucho. Escucho pisadas que bajan por las escaleras y la escandalosa voz de los hermanos Reed.

—¡Que hambre! — grita Dylan bajando la voz supongo porque ha visto que sigo "durmiendo".

Aunque tengo los ojos cerrados puedo sentir cómo alguien se acerca hasta mí. No hace ningún tipo de ruido, y dudo realmente si se ha acercado hasta que algo mullido y grande aterriza en toda mi cara. Frunzo el ceño y dejo que mi humor mañanero se apodere de mí. Los que me conocen saben que conmigo no se juega recién despierta y eso Tyler tenía que saberlo de sobra. Aparto el cojín de mi cara con mala gana y miro al responsable que me lo ha tirado, sin lugar a dudas sé que ha sido Tyler a pesar de que actúa bastante bien mirando en el interior de la nevera qué desayunar. Ni Olivia ni Dylan se han dado cuenta, o eso creo porque siguen desayunando en la mesa inmersos en una conversación. Si no conociera tan bien al mayor de los hermanos Reed incluso yo misma dudaría y diría que el cojín ha volado mágicamente hasta caer en mi cara.

Decidida y con mi cara mañanera de no me toques las narices me levanto apartando la manta con la que me he cubierto toda la noche y con el cojín en la mano me acerco hasta la cocina con grandes zancadas.

—¡Eh! ¡Idiota! Métetelo donde te quepa — le suelto malhumorada.

Justo en ese momento Tyler cierra la nevera con una jarra de zumo en la mano, solo la veo cuando ya he tirado el cojín con todas mis fuerzas. Le doy de lleno en la cara, por suerte la jarra sigue en su mano y no hay que lamentar cristales rotos ni manchas por el suelo. Siento las miradas de Olivia y Dylan recaer sobre nosotros, sobretodo en mí. Pensarán que estoy loca, y que he hecho esto sin venir a cuento. Incluso me vienen pequeños flashbacks de cuando éramos pequeños, y esta escena me es bastante familiar. Cada día Tyler me solía despertar con una nueva broma pesada y yo iba tras él gritándole y acababa quedando como la mala y la loca delante de nuestros padres.

Él era el angelito que nunca hacía nada.

La sangre me hierve porque ha conseguido que vuelva a pasar. Alzo la vista y coincido mi mirada con la de Tyler. Sus ojos se burlan y ríen orgullosos del espectáculo que ha provocado mientras por otro lado tiene la capacidad de mostrarse afectado y confuso delante de su madre y su hermano. No pudiendo más con las miradas sobre mí suelto un gruñido de frustración y subo a la habitación corriendo. Cierro la puerta con fuerza e intento calmarme.

Si antes estaba enfadada ahora lo estoy el doble después de ver la cara de satisfacción de Tyler. Seguía conociendo cómo sacarme de mis casillas, y eso le daba poder sobre mí. Cierro los ojos y me tranquilizo. Me centro y pienso en qué es lo que voy a hacer hoy antes de abrir el armario y sacar la ropa que quiero ponerme. Después me dirijo al baño y me encierro, durante más de diez minutos dejo que el agua caliente relaje los músculos de mi cuerpo y funciona. Salgo del baño siendo una nueva persona. Vestida con unos pantalones de cintura alta negros y un top blanco con mangas anchas que deja la piel de mi abdomen al descubierto. Seco y peino mi cabello y una vez lista vuelvo a la habitación.

Me quedo parada cuando veo a Tyler de pie junto a su cama con el móvil en la mano. Parece tan abducido por la pantalla que no sabe que estoy allí. Me siento en mi cama ya hecha y miro a la de Tyler mientras me calzo unos botines blancos. Las sábanas de su cama están revueltas y deshechas y no hace falta ser adivino para saber que esta noche ha tenido diversión a lo grande. Pongo cara de asco y me quedo pensando cuando veo mi portátil sobre la mesita de noche y no bajo la almohada como suelo dejarlo desde que tengo uso de razón.