Capítulo 6

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Una hora más tarde llego a la academia empapada y con un frío de mil demonios. Había encontrado el lugar exacto a base de preguntar y guiarme con el navegador del móvil, no sin antes maldecir a Tyler tres millones de veces por segundo.

Mi aspecto debe ser lamentable, por suerte las clases ya han empezado y evito que alguien me pueda ver así. Notando ya cómo mi nariz moquea me dirijo en busca del mandamás de aquel lugar mientras admiro los detalles de aquel edificio tan espectacular. Verlo en persona es aún más alucinante que por fotos... Estar allí era como un sueño hecho realidad. Lástima que no puedo quedarme mucho rato en una esquina para poder fantasear la suerte que tengo de estar allí por la incomodidad de la ropa mojada que tengo pegada al cuerpo.

—¡Hola! — saludo a la primera persona que sale de un despacho en el cual pone director —¿Es usted el señor Peterson?

El señor asiente echándome un vistazo que parece horrorizarle dada su cara.

—Así es... ¿Qué te ha pasado? Te has retrasado de la hora acordada, debo decirte que aquí la impuntualidad se paga cara y que tienes suerte de que hoy solo es una visita a las instalaciones.

—Lo entiendo. Le ofrezco una disculpa por la tardanza y por mis pintas. He tenido problemas para localizar el lugar, llegué ayer a Nueva York y para mí es todo nuevo...

—Está bien.

Mi explicación parece valerle y me invita a que le siga para empezar a enseñarme todo lo que debo saber. Durante más de dos horas estamos hablando de los horarios, las clases, el prestigio de la escuela y me da la oportunidad de poder asistir y ver una clase en su pleno funcionamiento.

Pero antes debo ocuparme de una urgencia.

—Perdone... ¿El baño? — pregunto buscando algún cartel que indique dónde están.

—Al final del pasillo, a mano izquierda.

Me excuso un momento y me dirijo donde pone vestuarios lo más rápido posible. Al entrar, me quedo impresionada por su amplitud y la cantidad de taquillas que hay rodeándolo todo. En cada taquilla hay una chapa grabada con el nombre del alumno a quién pertenece. A simple vista no parece haber nadie. Solo hay lujo por cada esquina y da la impresión que hasta el más mínimo detalle es más caro que toda la ropa que llevo puesta. Tras buscar y localizar mi apellido en una de las taquillas le hago una foto y se la envío a papá junto con un mensaje.

Paro de distraerme y entro al baño, había un total de seis cubículos. Unos minutos después salgo y me miro al espejo para cerciorarme de que estoy más o menos presentable para volver, pero entonces escucho algo parecido a un lamento venir de uno de cubículos. Miro a mi alrededor pensando que tal vez son imaginaciones mías y me estoy volviendo loca, pero de nuevo vuelve a repetirse ese sonido.  Me acerco lentamente y doy con los nudillos a la puerta del baño.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? — acerco la oreja para intentar escuchar algo.

Quién sea que está dentro del baño se mueve e instintivamente me echo a un lado para evitar que la puerta me de al abrirse. La puerta se abre a los dos segundos dejándome ver a una chica sonriente aparentando que no le pasa nada. Seria una buena actriz si no fuera por la nariz roja y los ojos hinchados como tomates de haber llorado. Ladeo la cabeza y me acerco a ella siendo lo más cautelosa posible.

—¿Necesitas algo? — niega sorbiéndose la nariz.

Saco de mi bolso un paquete de pañuelos y le ofrezco uno amablemente. La pelirroja lo acepta dejando escapar una sonrisa triste y se acerca al lavabo para mirarse.

—Gracias — me pongo a su lado encogiéndome de hombros y restándole importancia —¿Eres nueva por aquí o te estás saltando alguna clase como yo?

DARKER © ✔️Where stories live. Discover now