Capítulo 13

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Siento mis pies doloridos por los botines, pero sigo corriendo aferrándome a la mano de Tyler. Somos más rápidos que los tres seguratas que nos gritan algún que otro insulto. Cuando parece que los tenemos algo lejos me tomo el lujo de mirar hacia atrás y soltar un grito lleno de excitación por el momento. Entonces Tyler me tira de la mano y giramos en una esquina y después en otra. Abre una puerta a pesar de que claramente en el cartel pone que no podemos pasar y nos escondemos en las escaleras que llevan al parking de empleados.

Me siento en un escalón apoyando la espalda contra la pared y me llevo la mano al pecho para intentar calmar mi respiración a la vez que siento la boca seca. A mi lado Tyler está al comienzo de la escalera, asomado lo justo por ver si alguien viene y tenemos que volver a salir corriendo... Espero que no, porque yo ya no podría dar ni tres zancadas seguidas.

—Vale, creo que hemos perdido a esos tipos — dice soltando una risa llena de euforia contenida.

Ahora si se sienta en el escalón y me echa un vistazo antes de tocarme el brazo para asegurarse de que estoy entera.

—¿Estás bien? ¿Necesitas aire? — pregunta.

¿Qué si estoy bien? ¿Qué si necesito aire? Evito soltar la risa más cínica del mundo cuando esas palabras salen por su boca. ¿Cómo voy a estar bien? Acabo de robar en una tienda y he salido huyendo de tres guardias bastante imponentes como si fuera la persona más peligrosa del momento.

—¡Si, necesito aire! Y, ¡no, no estoy bien! — estallo contra él.  No puedo controlar el estado de nerviosismo en el que me encuentro y empiezo a darle manotazos de los que él se cubre y dudo si llegan a afectarle —¡Me has hecho robar! ¡Idiota! ¡Imbécil! ¡Te odio!

En un segundo, sus manos interceptan las mías y me alejan de él.

—Para y tranquilízate.

Le miro alucinada. ¿Qué me tranquilice está diciendo? Quiero darle con más fuerza, pero no puedo ni siquiera zafarme de su agarre.

—¡Que te den por culo!

Junta mis muñecas y las coge con una sola mano mientras que con la otra me acerca a él y me tapa la boca. Acerca su boca a mi oído y susurra:

—Tranquilízate de una puta vez. ¿Qué es lo que no entiendes de que nos estamos escondiendo? ¿Quieres que nos pillen o qué?

Suelto todo el aire que he retenido e intento relajarme. En cuanto Tyler se asegura que no voy a volver a gritar me quita la mano de la boca despacio. Esta cae acariciando con la yema de los dedos mis labios. Por un segundo creo ver cómo sus ojos se pasean de mis ojos a mis labios y de nuevo a mis ojos antes de separarse.

Trago con dificultad al tiempo que Tyler vuelve a asomarse y finalmente se pone en pie, alzándose ante mi como un gigante.

—Larguémonos de aquí.

—¿Cómo? Seguro que nos siguen buscando.

Mira escaleras abajo y las señala mientras empieza a bajar. Rápidamente me pongo en pie y le sigo muy de cerca. Aprovecho para abrir el bolso y ver la ropa interior revuelta sin ninguna sin bolsa.

—Voy a matarte por esto. De todas las cosas que me has hecho en la vida, esta es la peor.

Tyler lejos de arrepentirse me lanza una mirada llena de malicia. Esa que solía echarme de pequeños cuando nos metíamos en algún lío.

—Te has ahorrado seiscientos pavos, esta es la mejor obra de caridad que he hecho por ti. Deberías darme las gracias en vez de quejarte tanto.

—¿Al nacer te golpeaste contra el suelo? ¿Me estás diciendo que te de las gracias por hacerme cómplice de hurto?

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