Capitulo 49

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Verónica Adams

Un mes, había pasado un mes desde ese día. No volví a ver a Leo y ni hermana dejo de hablarme, mi madre se enteró de todo y mi padre seguía sin despertar. Lo único bueno que tenía eran mis amigos. Pasaba todo el día con ellos, intentando distraerme de lo mucho que extraño a Leo.

Desperté sin ganas de desayunar y decidí salir para caminar un rato por la playa. Hacia eso constantemente, caminar, perderme entre mis recuerdos. Sin saberlo la mañana se convirtió en tarde y tenía mucha sed. Camine hasta una tienda para comprar jugo. Elegí el de naranja, era mi favorito. Lo pague y salí nuevamente.

Camine a casa, pero después decidí ir al muelle y dejar que la brisa del mar me despejara todos estos pensamientos que no quería en mi cabeza.

- Verónica -Esa voz que tanto extrañaba me llamó. Lo sentí lejano, pero demasiado cercano a la vez. Estaba ahí conmigo en mi cabeza, en mis pensamientos, en mis recuerdos, en mis sueños -Verónica -Repitió ma voz y sonó más real. Sentí nervios, temor.
Voltee, era él, Leo. No dije nada y simplemente me dispuse a alejarme, pero el me detuvo con sus suplicas.
- Por favor, escúchame -Me rogó. Asentí con la cabeza. Quería seguir escuchando esa voz. Abrió la boca para hablar, pero su teléfono lo calló-, lo siento -murmuró-, debo irme, perdón, perdón.

Abrí la boca pero no salió sonido alguno. Quería gritarle que se quedara, a mi lado por siempre y que jamás se apartará.

- De verdad quiero explicarte todo -Confesó-. Espérame aquí mañana, por favor Verónica, necesito que me escuches...

- Sí -Murmure con dificultad-, mañana, estaré esperándote.

Se acercó y me abrazo. Me sentí completa de nuevo, pero en cuanto se fue volví a mi miseria.

No dormí en toda la noche esperando este momento. Estaba en el muelle esperándolo con mi corazón en las manos dispuesta a entregárselo y no permitirle devolvérmelo.

Victoria estuvo toda la mañana intentado saber que hacía cada mañana que salía a caminar por la playa. No dejo de preguntarme hasta que le respondí que solo intentaba escapar de ella, de sus miradas y sus palabras hirientes. Me sentía decepcionada de ella, yo la apoyé siempre con sus problemas y ahora ella solo me culpa y me da la espalda. No creo que eso es justo.

Estaba perdida en mi mente y un ruido estrepitoso logró traerme de vuelta a la realidad. Una camioneta negra se estacionó en el muelle. Me alarmé, pero no pude correr. Unos tipos salieron de la camioneta y se dirigieron directo hacia mi.
- Daremos un paseo -Me dijo uno de ellos antes de golpearme en la cara. Luego todo se volvió negro.

Abrí lentamente los ojos y seguía viendo todo oscuro. Tenía miedo, mucho miedo. Intente mover mis manos, pero estaban atadas. Mis piernas corrían con la misma suerte. No podía moverme, no podía ver, solo podía pensar. ¿Qué ocurrió? ¿Donde estoy? Todo volvió a mi mente en una ráfaga de fotografías. El muelle, la camioneta negra, unos hombres, un golpe y de pronto la oscuridad.

Tenía frío, miedo, estaba aterrada. ¿Quienes eran esos hombres?, ¿Qué me harán?, ¿moriré o deseare estar muerta?, necesitaba respuestas y las necesitaba inmediatamente. Llore, llore y llore. Con intensidad, como nunca lo había echo. Me mente iba tan rápido y mi corazón tan lento.

La puerta se abrió y un rayo de luz inundó la habitación. Vi al hombre delante de mi con dificultad. Su rostro era pesado, tenía marcas de la edad y alguna que otra de guerra. Sostenía un gran puro en su mano izquierda, la cual estaba adornada con diferentes tipos de anillos. Vestía un traje color negro con un pañuelo rojo. En cuanto pude apreciar su rostro con más atención, mi corazón se detuvo. Leo, era su padre.

- No temas, Leo pronto se nos unirá -Dijo con una risa grave-. Alguien tráigame una maldita silla para hablar con mi nuera -Ordenó firmemente. No pasaron ni dos segundos, cuando la silla llegó y el pudo sentarse frente a mi. Me miró con detenimiento-. Ahora entiendo todo, eres hermosa Verónica, pero, lamentablemente, no pudo dejar que mi hijo siga contigo. ¿Quieres saber por qué? -Esperó mi respuesta, pero no tenía voz, estaba paralizada-. !Contesta! -Gritó, solté un pequeño sollozo de miedo.

- S... s... sí -Murmure viendo al suelo. No podía sostenerle la mirada, no quería hacerlo.

- Mira, Ronnie, eso del amor es algo sumamente estupido. Te vuelve sentimental y débil. No puedo dejar que mi hijo sea débil, no permití que mi hijo mayor lo fuera y mucho menos dejaría a mi hijo menor lo sea -Fumó un poco y luego soltó un suspiro-. Se perfectamente que tú conoces la historia de Oliver. Lo que le sucedió a esa chica fue devastador, pero Oliver entendió el mensaje, bueno eso pensé hasta que vi a tu alcohólica hermana en una de mis fiestas.

- ¿Moriré? -Tenia que saberlo, la muerte me aterraba, pero la incertidumbre me estaba carcomiendo el alma.

- Creó que conoces la respuesta -Respondió para luego salir de la habitación y dejarme a oscuras nuevamente.

Jamás había pensado en la muerte, la idea de dejar este mundo era tan ambigua para mi. Ahora tenía claro cuál era mi destino, donde acabaría todo. Pensé en todas las cosas que aún no había echo, todos mis sueños y como jamás lucharía para alcanzarlos, todo lo que dejé pendiente, mi madre, Victoria, mi padre. Me dolía saber que no los volvería a ver y finalmente pensé algo que me dolió a un más, Leo. No lo volvería a ver y el moriría lentamente por mi, porque el pensara que todo esto fue su culpa. Tenía que verlo, tenía que dejarle claro que esto no era su culpa, que fue mi elección quedarme, fue mi estar con él y que lo amaba, que lo amaba con locura y jamás dejaría de hacerlo.

Pasaron minutos cuando la puerta volvió a abrirse, esta vez nada dijo nada. Dos hombres me levantaron y me arrastraron fuera de esa pequeña habitación. Sentí el sol en mi piel, esta sería la última vez que sentiría el calor sofocante de aquel sol. Me permite explorar mi alrededor. Lo reconocí al instante. La cabaña. Me llevaron al pequeño muelle y me soltaron las manos y los pies. Apenas podía sostenerme. Después vi al padre de Leo, traía a alguien arrastrando. Era Leo. Tenía el rostro lleno de golpes y no podía levantarse.
- Bien, terminemos con esto -Dijo el hombre, sacó un arma y se la dio a Leo-, hazlo hijo.

Leo intentaba hablar, pero no salían palabras de su magullada boca.
- Vamos hijo, hazlo y vámonos -Él seguía sin responder, solo sollozaba. Su padre comenzó a impacientarse-. O lo haces tú o lo hago yo, elegí pequeño pedazo de mierda.

- Esto no es tu culpa Leo -Le dije, necesitaba que él lo supiera, para que jamás se culpara por esto. Él levantó la cara y pude ver un millón de lágrimas saliendo por sus ojos.
Jamás olvidaré esos ojos y serán mi alivio cuando no lo tenga cerca.

- A la mierda con esto -El hombre tomó el arma y me apuntó. Mire al cielo, el sol, el hermoso y cálido sol. No sentí nada, solo observé como poco a poco me hundía en el agua, pero jamás dejé de observar al sol y su hermosa luz.

——————————El último capítulo se subirá en esta semana o el domingo

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El último capítulo se subirá en esta semana o el domingo.
Xoxo

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