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Las noticias del fallecimiento de Jon Arryn le dolieron a Dyanna más que a la mayoría de la gente en la Fortaleza Roja

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Las noticias del fallecimiento de Jon Arryn le dolieron a Dyanna más que a la mayoría de la gente en la Fortaleza Roja. Jon Arryn era una de las pocas personas en Desembarco del Rey que trataba con una onza de compasión a la joven rubia. Ella había crecido en la tierra de las mentiras, pero aprendió temprano que Jon Arryn era un buen hombre. Siempre fue honesto con ella. A menos que preguntara sobre su madre.

Después de escuchar la terrible noticia, Dyanna se había retirado a su habitación para estar sola. Disfrutaba estar sola con sus pensamientos- no la menospreciaban ni la hacían sentir como si no debiera existir.

Sabía que no debía existir- no necesitaba que los Señores y Señoras del castillo le recordaran eso.

Durante toda su infancia, Dyanna frecuentemente se preguntaba que poseyó a su padre para abandonar su juramento como miembro de la Guardia Real. Ni una sola vez dejó pasar quién era su madre verdadera, pero ella sabía que tenía que ser especial. Jaime era un hombre orgulloso, y estaba segura que él no traicionaría sus palabras por cualquier chica de taberna que pusiera sus ojos encima. Ella estaba orgullosa de su herencia, incluso si no estaba muy segura de ello.

Lunas habían pasado de la muerte del honesto hombre, y Dyanna se encontraba cabalgando con el resto de su familia hacia el Norte para pedirle a Ned Stark que se convirtiera en la nueva Mano de Robert. No pudo evitar preguntarse si el hombre Stark aceptaría. Jaime hablaba muy alto de Eddard Stark, pero también mencionó que el Rey no había visto a su amigo en muchos años.

Con el aire haciéndose cada vez más frío, Jaime había envuelto su capa escarlata alrededor de los hombros de su hija en un intento de mantener el calor en su cuerpo. Ella no tenía los mismos derechos de viajar junto a Cersei, Myrcella y Tommen por ser bastarda, así que viajaba con los hombres detrás del carruaje.

Tan pronto el gran castillo de Invernalia estaba en su visión, la compañía pareció acelerarse- la promesa de cerveza caliente y una buena cama los tentaba demasiado.

Joffrey fue el primer noble en Invernalia, su espléndida capa carmesí volaba detrás de él. El Perro no estaba muy detrás de él-con su casco puesto.

Sandor no era un hombre terrorífico como las historias lo retrataban. A Dyanna siempre le pareció agradable cuando estaba en su compañía, pero por desgracia, el pobre hombre sentía que tenía que actuar de cierta forma para el resto de la población- Joffrey incluido. Sandor era sólo un perro para el futuro Rey.

El carruaje rojo fue el siguiente en pasar por la entrada, y apareciendo por detrás estaba el Rey Robert, por supuesto. La familia Stark se reverenciaban en respeto por su Rey.

Dyanna no estaba muy lejos- pero sí lo suficiente como para perderse lo que estaba pasando. Su padre ya estaba dentro de los muros cuando ella se acercó. Hizo un esfuerzo para bajarse de su caballo y entregárselo a uno de los muchos caballeros antes de atravesar la entrada de Invernalia. Ella quería ser invisible aquí- estando en caballo no era la forma de lograr ese objetivo.

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