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                                                                  (Epílogo de la temporada dos)

El aire estaba quieto mientras el barco navegaba hacia Myr, y Dyanna cerró suavemente las tapas de su libro se giraba para ver a su dragón

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El aire estaba quieto mientras el barco navegaba hacia Myr, y Dyanna cerró suavemente las tapas de su libro se giraba para ver a su dragón.

Durante el tiempo que viajaron a bordo del barco mercante, el dragón permanecía en su habitación, mientras Dyanna merodeaba por el barco.

"Zaldrīzes." Dyanna sonrió, Dragón.

Lentamente se estaba acostumbrando al nuevo idioma que su madre quería que aprendiera. Aunque sólo recientemente había descubierto quien era su madre, ese pequeño fragmento le ayudaba a entenderla un poco más.

El dragón se movió en la cama, inclinando su cabeza mientras la miraba.

Dyanna se silenció mientras admiraba la forma en que las escamas se reflejaban en las tenues luces de la cabina.

"Voy a nombrarte." Ella declaró. "Has sido mi único amigo en este viaje, y si lo que la mujer roja dijo es verdad- eres mío."

Dyanna sonrió cuando los brillantes ojos azules se encontraron con los suyos.

"Que tal Balerion?" Ella sonrió mientras miraba a la criatura. "Vas a crecer para ser grande, no?"

El dragón no reaccionó, así que Dyanna continuó.

"Que hay de Morghul, sonaba poderoso, no?

Esta vez, el dragón siseó un poco y Dyanna se detuvo. "Bruma? Borrasca?"

Ninguno de los nombres de los dragones de la historia parecían resonar con el pequeño dragón azul o su frustrada madre.

De repente, Dyanna se dio cuenta. "Eres una chica, no es así?

Hubo una pequeña reacción del dragón, pero el ala derecha se movió ligeramente mientras miraba a su madre.

"Rhaenyra."

La cabeza del dragón se levantó de la posición de descanso, y Dyanna sonrió.

"Rhaenyra- nombrada en honor a mi madre, Reina Rhaella y en honor a la legendaria Reina Rhaenys quien montó su dragón Meraxes en batalla."

Sin previo aviso, llamaron a la puerta.

"Chica, estás ahí? Ya llegamos!"

Rhaenyra saltó, y Dyanna rápidamente arrancó la funda de la almohada de la cama en la que había dormido. Su dragón había crecido significativamente durante sus viajes, y era demasiado grande para esconderse bajo la camisa de Dyanna, así que en los últimos días del viaje, Dyanna tuvo que idear otro plan.

"Ya voy!"

Llenando suavemente la funda de la almohada con el resto de sus pocas pertenencias, Dyanna pudo finalmente convencer a Rhaenyra para que entrara en la bolsa improvisada- arrojándola sobre su hombro antes de dirigirse a la puerta.

Dyanna no tenía mucho- solo un raro libro de los Targaryen y un dragón, en realidad.

"Perdón." Ella sonrió mientras abría la puerta. "Sólo estaba recogiendo mis pertenencias."

"No te preocupes, chica." El hombre que le dio un pasaje seguro sonrió. "Aquí es donde me dejas. Ha sido un honor."

"El honor es mío." Dyanna sonrió mientras le hacia una ligera reverencia. "Estaré siempre en deuda contigo."

Dyanna salió del barco tranquilamente con Rhaenyra escondida. Myr era hermoso- realmente lo era. El sobre brillaba con fuerza en el cielo, y la brisa de la mañana aseguraba que una multitud se abriera paso por las calles transitadas-dirigiéndose al mercado.

Al bajar del barco, Dyanna comenzó a abrirse camino hacia la multitud, pero se detuvo antes de que pudiera alcanzarlos.

"Oye! Rubia!"

Girando bruscamente, Dyanna vio como un borracho tropezaba hacia ella arrastrando sus palabras masivamente. "Danos un beso!"

"Aléjate de mi." Dyanna advirtió, dando un paso atrás, pero el hombre no conocía los limites, e instantáneamente la agarró del pecho.

Tan pronto como su mano hizo contacto, Dyanna emitió un chillido, pero en lugar de que otro humano viniera a rescatarla, Rhaenyra abrió con sus garras la parte superior del saco y se equilibró sobre el pequeño hombro de su madre.

Antes de que el hombre pudiera siquiera procesar lo que estaba sucediendo, el dragón azul abrió su boca y dejó salir un chorro de fuego al rojo vivo, que engulló al hombre entero.

Algunos gritos fueron escuchados por Dyanna, pero ella estaba demasiado preocupada viendo como caía al suelo el cadáver del hombre mientras Rhaenyra podía finalmente estirar sus alas al aire libre otra vez.

Del tamaño de un perro, el dragón azul zafiro era difícil de esconder de cualquier mirada entrometida, y la gente que no había huido de la escena ahora formaban una alrededor de la chica, quien simplemente veía las llamas elevarse hacia el cielo.

"Dracarys" 

Fuegodragón

Uno por uno, hombres y mujeres se arrodillaron ante la chica rubia y su dragón azul.

Dyanna Waters de las Casas Lannister y Targaryen, la primera de su nombre, La que no Arde y la Madre de un Dragón huyó entre la multitud, con Rhaenyra a su lado mientras corría hacia el callejón más oscuro que pudo encontrar para un momento de paz.

Esta no fue la bienvenida a Myr que ella esperaba.

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