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Dyanna y su dragón durmieron acurrucados en los arbustos justo al sur de Ladera- fuera de ojos entrometidos

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Dyanna y su dragón durmieron acurrucados en los arbustos justo al sur de Ladera- fuera de ojos entrometidos. Fue un descanso muy necesario que ambos disfrutaron mucho.

Al despertar, Dyanna llegó a la conclusión de que para poder entregar su dragón a la Reina en Essos, tenía que encontrar a alguien dispuesto a dejarla navegar a través del Mar Angosto antes de que la pequeña criatura creciera demasiado para esconderse efectivamente. Bastión de Tormentas seria su mejor apuesta, a pesar del peligro que supondría para ella.

No solo tenía uno de los últimos dragones que quedaban en el mundo atado a su brazo, sino que seguía siendo la hija bastarda de Jaime Lannister, y para ella viajar a la tierra natal de los Baratheon ahora que sabía que tenían un reclamo al trono era una sentencia de muerte. Tendría que esforzarse para no ser detectada, aunque todavía no estaba segura de que alguien supiera de su existencia.

Tal vez después de una semana caminando, Dyanna le contaba a su pequeño dragón sobre otra historia de sus potenciales ancestros.

"Para la gente en el suelo, ni siquiera parecía que los dragones estuvieran luchando, era más bien- no estas escuchando, verdad?" Ella trató de terminar su relato, pero la atención de la pequeña criatura estaba en otra parte cuando comenzó a tratar de cavar en la piel de su hombro. Ella apartó su cara de su piel con un empujón de su mano. "Eso realmente duele!"

El dragón, claramente descontento con algo, comenzó a bajar por su creciente bíceps para aferrarse en su antebrazo.

"Qué estás haciendo? Eres más pesado de lo que pareces!"

El dragón simplemente siseó mientras clavaba sus garras en su carne. Tratando de sacudirlo, Dyanna agitó su brazo salvajemente, pero la bestia se aferró como si nada pasara.

"Como puedo regañarte cuando no puedo darte un nombre?" Ella murmuró. "La palabra 'no' no significa una mierda para ti!"

El dragón comenzó a pellizcar la piel en su brazo, y Dyanna continuó despotricando. "No puedo nombrarte- no lo haré! No puedo encariñarme contigo cuando sé que no puedo quedarme contigo!"

Esta vez, con su creciente molestia por la criatura que pensaba que era idiota, el dragón sopló una pequeña bola de fuego directamente hacia la propia Dyanna.

Dyanna evitó el estallido de la pequeña bola de fuego, pero aun así se las arregló para rozar su hombro- sin quemar su piel, pero dejando un círculo negro oscuro donde hizo contacto.

"Quiero estar enojada contigo pero estoy demasiado impresionada contigo." Siseó, limpiando el negro de su piel.

Mientras Dyanna se dirigía hacia Bastión de Tormentas con su dragón en crecimiento, Jaime Lannister estaba viviendo una vida muy diferente.

Viviendo como el prisionero de Robb Stark, Jaime Lannister pasaba la mayoría de su tiempo en en una jaula de hierro siendo escupido por norteños.

A menudo pensaba en su hija, y como sólo quería sobrevivir para poder protegerla tal como había prometido, pero los tiempos estaban volviéndose oscuros, y él estaba buscando una oportunidad para escapar.

Era de noche, y Jaime temblaba dramáticamente. Con los brazos atados al poste tras su espalda, sabía que necesitaría un milagro ahora mismo.

El milagro llegó en forma de Alton Lannister, quien fue arrojado a su lado.

Alton trató de hablar con el hombre, pero Jaime no le tomó atención hasta que una persona específica surgió en la conversación.

"Lamento lo de tu hija, por cierto."

"Qué quieres decir con eso?"

"Dyanna." Alton levantó la vista para ver cuán desesperados se habían vuelto los ojos de Jaime. "No lo sabes, verdad?"

"Qué es lo que no sé?" Jaime siseó, tratando de hacer lo mejor para sentarse derecho.

"Dyanna está muerta- después de que Robert Baratheon muriera ella fue emboscada." Declaró comprensivamente. Después de que Jaime no respondiera. Alton continuó- sin darse cuenta del daño que le estaba causando a su familiar lejano. "Escuché que su cara estaba tan desfigurada que ni siquiera podían saber con certeza de que era ella."

"Estás mintiendo!" Jaime siseó, atacando a Alton, pero fue incapaz de moverse. Algunos de los hombres Stark comenzaron a escuchar la conversación- sin saber que la chica había fallecido. "Nadie la mataría, ella es buena! Ella es inocente, ella es-"

"Lo siento." Alton sacudió su cabeza. "Pensé que lo sabrías."

"Cómo se supone que debo saber que mi hija está muerta cuando he estado encerrado aquí durante meses!"

Jaime dejó salir un grito mientras se desplomaba en sus cadenas. Gritó por su hija, y gritó por quien había quitado su inocencia del mundo. Ella no le había hecho daño a nadie, y para ella morir así era una destrucción al alma.

Las lágrimas cayeron silenciosamente por el rostro del Matarreyes después de un momento, y Alton se quedó callado en una esquina.

Algunos de los norteños se sorprendieron por el dolor que sentía por la chica, e incluso Robb Stark envió una oración a los Antiguos Dioses para que el espíritu de su hija fuera cuidado en la otra vida.

Si tan solo Jaime supiera la verdad.

LIONHEART ✔ Where stories live. Discover now