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El Rey Robert había estado fuera cazando durante más tiempo de lo habitual, pero como de costumbre, Dyanna tendía a mantenerse al margen de la corte

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El Rey Robert había estado fuera cazando durante más tiempo de lo habitual, pero como de costumbre, Dyanna tendía a mantenerse al margen de la corte. Ahora que ni siquiera comía con su familia, apenas se cruzaba con los feroces leones Lannister. Con Jaime fuera, no quedaba nadie que la defendiera de su propia familia-los evitaba a toda costa.

Sentada sola en una cornisa aislada, no esperaba que nadie caminara por detrás de ella, menos aún Meñique, el propio Petyr Baelish.

"No esperaba encontrarla aquí, Señorita Waters." Su voz rompió el espeso silencio de su mente, y la rubia se giró repentinamente para dirigirse a el.

"Lord Baelish?" Ella preguntó-nunca antes había querido hablar con ella, por qué ahora? "Dónde esperaba encontrarme?"

"Rogándole al Rey, por supuesto- siempre pareces estar leyendo sobre las leyendas de los Targaryen- pensé que tendrías algunas opiniones sobre lo que le paso a este."

Dyanna dejó salir una risa sin humor mientras volvía su vista hacia la ciudad. "Los Targaryen están extintos, Lord Baelish."

"No todos ellos." Tarareo. "Dos de los hijos del Rey Loco están reuniendo un ejercito a través del Mar Angosto."

"Por que no he oído hablar de esto?"

"Pensé que si- ser una Lannister y todo eso." El rió ante su confusión. "Viserys y Daenerys Targaryen están aliados con los guerreros Dothraki. Se dice que desean recuperar el trono que les corresponde por derecho."

"Y por qué iba a rogarle al Rey por algo?" Dyanna preguntó, apoyándose en su brazo mientras el hablaba. A veces se preguntaba por que Varys era el Maestro de los Susurros y no el propio Meñique.

"Porque el Rey ha ordenado el asesinato de la joven Princesa. Se dice que lleva el hijo de un Lord de guerra Dothraki."

"Ella debe ser una niña, por qué Robert la querría muerta?" Dyanna se enojó. "Ella no es una amenaza para su trono-todos saben que los Dothraki no se subirán a barcos."

"Y por eso pensé que estarías en la sala del trono." Meñique le dio una sonrisa- incitando a Dyanna a ponerse de pie.

"Gracias, Lord Baelish." Ella le dio una ligera reverencia, antes de volver a las paredes de la Fortaleza.

Si lo que Meñique decía era cierto, y que había verdaderos Targaryen ahí fuera, Dyanna no quería que murieran. Su línea familiar era tan interesante y rica en historia, que Dyanna pensó que era importante que deberían continuar. Por que Robert no trataba hablar con ellos- formar una tregua de algún tipo?

Se suponía que los Baratheon nunca se sentarían en el trono de todos modos, y Dyanna no podía evitar pero convencerse a sí misma que los dos descendientes de Valyria que quedaban no eran como su padre loco. A pesar de que no sabía de su existencia hasta hace unos minutos.

Caminando hacia la sala del trono, Dyanna tomó una de las entradas que se abrían detrás del Trono de Hierro. Se le concedían muchas libertades como hija de Jaime, y esta era su favorita. No tenía que esperar para ser vista.

Lo que vio al entrar en la sala larga, sin embargo, no era lo que esperaba.

Nunca esperó ver a Robert sentado en su trono- ya que aún creía que estaba afuera cazando, pero si esperaba a su Mano, Lord Stark sentado en su lugar, como lo había hecho en los días anteriores.

Nunca espero ver a Joffrey sentado en el trono de espadas.

Y tampoco ver a Lord Stark con un cuchillo en su garganta frente al trono.

"Llévenlo a los calabozos!" Joffrey ordenó, y los hombres sobrevivientes en el salón comenzaron a arrastrar a Lord Stark.

"Qué esta pasando?" Dyanna hizo notar su presencia- para disgusto del Perro, quien sacudió su cabeza a la chica.

"El Rey Robert está muriendo." Cersei se giró a ver a su sobrina. "Y Joffrey es el nuevo Rey."

"Perro!" Joffrey gritó desde su lugar en el trono. "Sujétala!"

Sandor avanzó hacia adelante, poniendo las manos de Dyanna firmemente tras su espalda. Por mucho que quisiera resistirse a la estúpida orden del Rey, sabía que si lo desobedecía, alguien más sujetaría a la chica. Sandor no quería que le pasara nada si se podía evitar.

Esta vez, Joffrey miró fijamente a su prima con un brillo maligno en sus ojos. "Arrodíllate."

Antes de que Dyanna pudiera intentar resistirse a él, Sandor empezó a pujarla hacia el suelo-forzándola a arrodillarse ante el nuevo Rey.

Joffrey sonrió, y Cersei miraba la escena con una expresión estoica.

"Bien." Joffrey susurró- sus labios todavía hacia arriba. Miró hacia Sandor una vez más. "Ahora dame su cabeza."

Gritando una cadena de palabras incoherentes, Dyanna comenzó a estremecerse mientras Sandor apoyaba su mano sobre su espada.

"Estás seguro de que eso es prudente, Majestad?" Sandor le preguntó- su mano todavía en su empañadura. No tenía intención de decapitar a uno de sus pocos amigos en la Fortaleza, pero tenia que mantener apariencias.

"Es mi orden." Joffrey dijo con desdén.

"Ella es tu prima." Sandor argumentó. "Puede que no tenga su apellido, pero si tiene su sangre. Jaime tendrá algo que decir sobre esto."

Joffrey miró a su madre para confirmar cuales serian sus próximas acciones, y en contra de su propio juicio, Cersei no pudo evitar estar de acuerdo con el Perro. Apoyó su mano en la rodilla de su hijo mientras negaba con su cabeza, "No sería prudente."

Con honestidad, a Cersei no le importaba si le pasaba algo a la chica- probablemente disfrutaría si la cabeza de la pequeña Dyanna Waters estuviera en una pica, pero sabía que Jaime nunca podría perdonarla.

La nariz de Joffrey se arrugó por la ira. "Sácala de mi vista."

Empujando su tembloroso cuerpo del suelo, Sandor básicamente tuvo que llevar a Dyanna fuera de la habitación- manteniendo un fuerte ritmo mientras lo hacía.

Solo después de las puertas principales se cerraron, dejó caer su fachada que tanto le costó mantener.

Soltando sus manos, la giró para que pueda ver finalmente su cara. "Estás bien?"

Dyanna no contestó- estaba temblando demasiado, y sus ojos se enfocaban en cualquier cosa menos en el hombre que estaba delante de ella.

La verdad era que Sandor la había aterrorizado. Una vez lo consideró lo más cercano que tenía a un amigo en Desembarco del Rey, pero para ella, el parecía demasiado listo para cortarle la cabeza. Ella no entendía la confusión interior que Joffrey había creado para él.

"Dyanna?"

"Llévame a mi habitación." Ella suplicó- finalmente encontrando sus ojos. Lentamente, el negó con su cabeza.

"Tenemos que sacarte de la capital."

"No puedo irme." Argumentó, tratando de alejarse de el, pero el era muy fuerte, "Mi padre-"

"Joffrey te matará si te quedas aquí." El gruñó, llevándola por los corredores. "Si no es hoy, entonces mañana, y si no es mañana, entonces pasado mañana. Lo entiendes?"

No

Ella asintió lentamente.

Todavía confiaba en el, a pesar de lo que había pasado.

"Necesito recoger algunas cosas."

"Entonces debemos apurarnos."

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