Capítulo 15

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Erick Colón

Mentiría si dijera que no me aterran las cinco llamadas perdidas que tengo de Fiamma en mi teléfono. Ni tampoco los veinte WhatsApps...

Estoy jodido.

La italiana va a matarme.

-¿Algún problema? - pregunta la chica que todavía está desnuda en la cama.

-Ninguno. - respondo apagando el celular, guardo este antes de mirarla.

-¿Ya vas a irte?- pregunta haciendo un puchero con los labios.

-¿Quieres que me quede? - cuestiono alzando una ceja.

Porque yo si quiero quedarme...

-Si. - admite en un susurro antes de taparse con las sábanas avergonzada.

Me es inevitable sonreír ante su respuesta, no dudo en volver a su lado e intentar sacar las sábanas de su rostro.

-¡Oye! - se queja al tiempo que remueve su cuerpo.

-¡Déjame verte! - reclamo también.

Finalmente, logro ganar esa pequeña batalla y puedo llenar su rostro con mis besos.

Leilany era todo lo que estaba bien en la vida. O al menos en mi vida.

-Me haces cosquillas... - reclama entre risas.

-¿En serio? - pregunto con fingida inocencia.

No sé cuánto tiempo pasamos juntos, compartiendo cama, ducha y mesa. Hice el intento de ayudarla a cocinar pero no resultó, terminé sentado en la mesada mientras observaba a ella hacer el labor. Finalmente, comimos la deliciosa comida que ella había preparado.

—Amor, creo que va viendo hora de irme. — digo mirando el reloj que adorna una de las paredes.

—¿Nos podemos ver esta noche? — cuestiona—. Ya sabes, para ver la entrevista...

—Por supuesto que si.— sonrío—. Estaré aquí para ese entonces.

Beso sus labios una y otra vez, sé que debo de irme pero mi cuerpo todavía no parece entenderlo.

Leilany me mira divertida por mis acciones pero no me importa que se esté burlando.

—Te amo. — digo bajito—. ¿Segura que no quieres venir conmigo?

—¡Erick, por Dios! — exclama riendo—. Tienes que ver a Fiamma, recuerda que la dejaste plantada.

—Uhm, gracias pro recordarlo. — digo haciendo una mueca—. Soy muy joven para morir.

—Deja de ser dramático. — se burla una vez más.

Dramático, dice.

Menos mal que no ha visto a Fiamma enojada...

—Te amo. — me dice antes de darme un casto beso—. Suerte con Fiamma.

—La voy a necesitar. —respondo sonriente.

Pero estoy de que la voy a tener, ella me acababa de decir "te amo" así que...

Oh, jodida mierda, Leilany me ama.

Creo que voy a tatuarme el día de hoy.

En cuanto entro al auto me debato en si ir a mi empresa o a la de Fiamma, no creo que ella haya decidido esperarme por lo que opto por la segunda opción.
Al llegar allí, una joven se acerca a recibirme.

—Déjame que avise a la señora D'Altrui que está aquí.

—No, no... No es necesario. — me apresuro en decir —. Iré yo mismo, ella sabe que estoy aquí.

O al menos ha de suponer que vendría...

Le regalo una sonrisa a la chica que se encuentra frente a mí y me encamino al ascensor. Presiono el botón que me llevará directo a su oficina y cuando las puertas metálicas se cierran me dispongo a rezad.

–Padre nuestro que estás en el cielo...— empiezo diciendo mientras junto mis manos—. Amén.

No recuerdo la última vez que recé, tal vez hace años cuando me obligaban a ir a misa (y que la mayor parte del tiempo movía mis labios para que las personas pensaran que rezaba cuando en realidad no lo hacía).

Las puertas se abren y el pánico se apodera nuevamente de mi cuerpo.

—Eh... Hola, Fiamma. — saludo entrando en su oficina.

Ella levanta la mirada de los papeles que parecía estar leyendo.

—Erick. — pronuncia con lentitud—. Justamente te estaba esperando.

Uy, que bien.

No sabes la emoción que me causa escuchar esas palabras.

—Uhm, si, bueno. — digo acercándome a una de las sillas que está frente a su escritorio.

—Ahora vas a darme una buena razón por la que me dejaste plantada.

Si, a ver... Déjame pensar.

—Verás... — empiezo diciendo pero me callo de inmediato porque no sé qué excusa inventarme.

Ella alza una ceja en mi dirección, esperando por mi respuesta.

—¿Y bien, Erick?

Dejo escapar un largo suspiro, la verdad siempre era la mejor opción.

—Estuve con Leinaly.— digo, las comisuras de sus labios de alzan—. Estuve haciéndole el amor a Leilany.

Bajo la mirada apenado.

No sé la verdadera razón pero sentía que eso era bastante privado.

Genial, Erick.

—Espero que eso sea verdad y no una tonta excusa que te hayas inventado. — dice sonriente.

—Es la verdad.

—Bah, lo dejamos pasar. Y más si tenemos en cuenta que llegué bien enojada de tu empresa y Joel me calmó de la misma forma. — murmura divertida.

No sé si quería saber esa información.

—Espero que no lo hayáis hecho aquí. — digo arrugando mi nariz, pero al ver que aprieta los labios me es inevitable hacer una mueca asqueado—. ¡Por Dios, Fiamma! No voy a miraros de la misma forma ahora.

—No te quejes, estoy casi segura de que estás deseando hacerlo con Leilany de la misma forma.

Odio que me conozca.

Eso sería una fantasía, la verdad...

Nos miramos cómplices antes de reír. Entre nosotros nos entendíamos y eso era lo único que importaba.

Magnate Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora